Un majestuoso salón estaba terminando de ser adornado con colores plateado y dorado. Mesas y arreglos elegantes, un piano, el cual sería el encargado de hacer que el salón fuera más hermoso con una suave música.
Faltaban solo horas para la fiesta de Ambar, comenzaba una nueva vida lejos de su familia. Su decisión de estudiar en Italia se debía a su ambición por ser una gran empresaria como sus padres. Una decisión muy difícil para ella, ya que su amor o su obsesión por Julián la tenía con dudas de por fin decidir lo mejor para su futuro. Sabía que dar esa noticia la tendría difícil con Julián, aunque ya tenía un plan, una idea que para Aitana, su mejor amiga, era la más loca e irresponsable de las que se le pudo haber ocurrido. —¡Por Dios, Ámbar!, eso no es un juego —exclamó Aitana anonadada. Escuchar a Ámbar decir que se entregaría a Julián esa misma noche lo vio como el fin del mundo. —Aitana entiende, yo lo quiero y quiero experimentarlo con él —dijo Ámbar tomando las manos de su amiga, buscando que la entendiera. —En serio eres bien loca, ¿Sabes lo que sentirán tus padres y tú tío, si se enteran? —le recordó su amiga, los protectores que eran. —Mi madre era más chica, cuando estuvo con mi padre —se excusó Ámbar con la historia de sus padres. —No compares, tus abuelos sabían de su noviazgo —dijo Aitana rápidamente. No le daría la razón ni con las mil excusas que ella le pusiera. —Ya deja de hacerme dudar —se quejó Ámbar tirándose en la cama para quedar viendo el techo. —Eso pretendo hacer hasta que se te quite esa idea de la cabeza —habló Aitana muy segura, cruzada de brazos. —Pues no soy fácil de convencer y lo sabes —replicó Ámbar sentándose nuevamente. Su amiga no hizo más que voltear los ojos y tomar su bolso. —Iré a arreglarme con mi madre, nos vemos en tu fiesta —le dijo antes de salir por la puerta y dejar a Ámbar soltando un largo suspiro. Las horas continuaron pasando y llegaba el gran momento que todos esperaban. Carlota se decidió por crear un ambiente donde el dorado y el plateado hacían juego con las luces de las lámparas colgando. Los invitados llegaban antes que la cumpleañera con sus mejores trajes de gala, sonriendo por la maravilla que seguía haciendo Carlota a pesar de su edad. Mientras que Ámbar seguía siendo retocada por el estilista junto a su madre, quién no dejaba de observar y casi llorar de felicidad al ver a su pequeña mujer. —¿Vas a llorar mamá? —preguntó Ámbar tratando de calmar a su querida madre para que no llorara. —Parece mentira mi amor, ¡Ya eres toda una mujer! —confesó su madre con nostalgia. —Hablas como si me fuese a casar mamá —bromeó ella haciendo reír a Cristina. —Mi bebé no se va a casar hasta los 30 —interrumpió Braulio a las bellas mujeres. —¡Ay papá! ¡Por Dios! No empieces —se quejó la chica permitiéndole a la estilista que continuará con su trabajo. Ya solo faltaba media hora para que la cumpleañera hiciera acto de presencia, sabiendo todos que para Carlota, la puntualidad representaba todo para ella. Noelia no le quedó de otra que maquillarse y peinarse ella misma, su esposo le recordaba a cada segundo lo maravilloso que fue esa hora que tuvieron para recordar la pasión que los llevó a tener a su pequeño. Mientras toda la familia se preparaba para hacer acto de presencia junto a la cumpleañera, un invitado muy importante para Ámbar, se preparaba con su mejor traje de color blanco, lo había pensado por un buen rato y sentía que Ámbar representaba para él, la niña más hermosa, pura y delicada. Aunque a veces demostraba ser un torbellino. Una vez listo, salió de su apartamento, uno que ya había comprado en cuanto decidió hacer negocios con Braulio constantemente y también participar en el proyecto de su querida amiga. En el camino seguía pensando en todo lo difícil que se le había estado haciendo sentir esa atracción tan fuerte por Ámbar. Ya todos los presentes listos, la hermosa música del piano empezó a sonar. Anunciaba la entrada de la hermosa cumpleañera. Julián que apenas había llegado se quedó con su mirada fija en su hermosa lobita. Ámbar lucía un vestido negro y largo hasta los tobillos, vaporoso, de tela de seda y una fina capa traslúcida y brillante que lo cubría por encima. Un escote en la parte de los senos en forma de corazón, un escote profundo en V en la parte de la espalda y sin dejar atrás la abertura en su pierna derecha que le daba una vista de su hermosa pierna. Ella al verlo sonrió girando su mirada a las demás personas para disimular su emoción de verlo tan guapo, bien peinado y con su barba apenas visible. Todo su cuerpo se erizaba, su imaginación la llevaba a querer conocer cada parte de él. Ambos sentían una corriente eléctrica por todo su cuerpo, una sensación de nervios y emoción que les hacía sentir miles de mariposas revoloteando en sus estómagos. Noelia que bajaba junto a la familia como lo que era, recordó las palabras de su esposo de que Ámbar había decidido ir a Italia. Se preguntaba si ya se lo había dicho. Era una noticia que no le agradaría a Julián, quien por mucho tiempo se había aguantado en sacar toda la pasión que quería vivir con la chica, dándole la oportunidad de que tal vez se olvidara de sus sentimientos y encontrase un chico de su edad, pero aún más importante para él, que cumpliese su mayoría de edad. Los aplausos se escucharon en todo el hermoso salón, los invitados se acercaban a la cumpleañera dando sus más sinceras felicitaciones y entregando sus regalos, que inmediatamente lo llevaban al espacio donde los estaban colocando. La noche seguía avanzando y llegaba el momento especial donde sería el baile de la cumpleañera junto a las personas más allegadas. Dentro de esas estaba por supuesto Julián, quien mientras esperaba su turno, observaba como ella bailaba con su padre. —Mi amor, no sabes lo orgulloso que estoy de ti, has sido la niña más comprensiva, bien portada y madura, Espero seguir siendo parte de tu vida y tus decisiones —susurró su padre con un nudo en la garganta, sabiendo que llegaría el momento donde ella se iría de su lado a formar una familia. —Te amo, papá —dijo Ámbar sintiéndose un poco mentirosa. Fue el turno de Leonel, quién buscaba las palabras correctas para dirigirse a su sobrina y explicarle que las decisiones siempre deben ser tomadas con cabeza fría o podrían llegar a ser perjudiciales en algún momento. —Mi niña sabes que puedes contar conmigo, sigues siendo una niña para mí, con mucho camino por explorar y aprender. No olvides que te amo y que siempre seré más que un tío para ti —habló Leonel mientras bailaba con su sobrina. Ámbar le dedicó una mirada de agradecimiento y mucho amor. Pero no se atrevía a decirle absolutamente nada, cada palabra que le decían era una duda que sembraban a la decisión que había tomado anteriormente. Julián también fue incluido entre los que iban a bailar con Ámbar, por ser socio y amigo de la familia. Se acercó un poco, apenado y sin mirar a los ojos a Ámbar, continuó el baile. Ámbar sabía que solo era un par de minutos lo que tenía para decirle una cosa muy importante a Julián. —Juli, me voy a estudiar a Italia —habló Ámbar buscando su mirada. Los pasos de Julián estuvieron a punto de detenerse, aun así con todo el peso de su cuerpo por la noticia que recibía, continuó bailando. —¿No dirás nada? —preguntó Ámbar buscando su mirada. —Espero te vaya muy bien, Ámbar —respondió Julián entregando la mano de la chica a quien se había acercado para continuar el baile. Ámbar sintió que su corazón se oprimía por la respuesta cortante y llena de decepción de Julián. Noelia se dio cuenta del cambio de actitud y supo que justo en ese momento se había enterado de la noticia. —Julián, ¿ya te vas? —lo detuvo Noelia. —Sí, debo salir mañana a Colombia a primera hora —mintió, tratando de aflojar el nudo de su corbata a punto de explotar. —Te conozco perfectamente y sé que eso es mentira —replicó Noelia en seguida. —Pues sí Noelia, es mentira, me voy porque no tengo nada que hacer aquí, Ámbar se va a Italia y creo que es lo mejor para todos —terminó de marcharse sin siquiera despedirse de los demás. Noelia regresó donde estaba Cristina y sacó una excusa de que habían llamado a Julián de emergencia para que su amigo no fuera descubierto. El baile terminó y Ámbar sentía que se estaba asfixiando, estaba cansada de marcarle a Julián y solo sintió una gran punzada al ver que la había bloqueado. Aitana que ya se encontraba a su lado, estaba continuamente pidiéndole que cambiara su cara o sería descubierta por sus padres. —¿Cómo quieres que me calme Aitana? Vi lo decepcionado que se fue —reprocha Ámbar con ganas de llorar. —Y lo entiendo, debiste decirle antes —replicó Aitana. —Sabes que nunca me deja ir a su apartamento con las cosas de que nos pueden descubrir y por teléfono sería peor. Los minutos pasaban y ya Ámbar se sentía cansada o tal vez solo necesitaba saber de Julián. Mientras que Julián, había llegado a su apartamento y en seguida se metió a su sala de videojuegos y encendió su computador; siendo otro, buscara refugio en el alcohol, pero Julián se sentía libre y podía sacar su frustración, su molestia, su rabia, su decepción, jugando sus videojuegos hasta que sus dedos ya no dieran más.Los minutos pasaban y Julián trataba de olvidar las palabras que le había dicho Ámbar, pero seguían resonando en su cabeza una y otra vez, aumentando su rabia y decepción, su lobita se iba a Italia, a una distancia sumamente larga, y lo que más le dolía era que no se lo había dicho antes. Eso sin duda lo llenaba de rabia.En ese momento no sabía si sus palabras eran una despedida y una finalización a lo que apenas empezaba. Seguía pensando esperanzado que no tuviese que tenerla a 17 o 13 horas de distancia.La rabia seguía consumiéndose y sus dedos se movían sin querer detenerlos, sus amigos, Lucían y Luciano quienes se encontraban en línea, reconocieron ese modo de jugar y recordaron que él les había cancelado el juego porque era una fecha importante para él. No perdieron tiempo y empezaron a bombardear su teléfono para saber, pero Julián no estaba de ánimos para satisfacer el chisme de sus amigos.Solo deseó olvidar esas palabras que le había dicho su lobita y que le hacían oprimi
La discusión entre ellos se llevó casi media hora y para Ámbar el tiempo en ese momento era primordial, recordó que su tiempo estaba medido por su padre y decidió mencionarlo a Julián en ese momento tan cómodo. —Solo me queda una hora y media para estar contigo —susurro en su pecho.—¿Cómo así lobita? — levantó el rostro de ella para que respondiera viéndolo a los ojos. —Le pedí a mis padres que me dieran permiso para ir a un club con mis amigos, pero me pidieron que regresara a las 4 —respondió. —Bien vayamos a jugar un rato entonces —Julián la levantó y cruzó las piernas de Ámbar en sus caderas, caminó lentamente a su sala de videojuegos y la sentó en su regazo. Llevaba unos 5 minutos jugando, y Ámbar no esperaba que solo fueran a jugar y como toda una traviesa empezó a moverse delicadamente para que pareciera inconsciente. —Lobita, no te muevas —le pidió Julián tomándola por la cintura. Tenerla en su regazo era suficiente para despertar el deseo y que ella se moviera se le hac
Las horas pasadas fueron las mejores para ámbar y Julián, pero ya daba inicio completamente a un nuevo día. El cuerpo de Ámbar sentía un gran dolor que la hacía quejarse al querer ir al baño. Así que mejor decidió aguantar un poco más.Habían pasado ya más de 5 horas y sus padres llamaban sin cesar a su teléfono. Ella de inmediato recordó que no le había avisado que se quedaría en casa de Aitana y que por supuesto habían llegado temprano.Su amiga también despertaba por el ruido del teléfono, con su cabello desordenado y sus manos estrujando sus ojos, tratando de acostumbrarse a la luz del sol que se adentraba por la ventana de la habitación. Se preguntaba si había sido ella quien había dejado abierta esperando impacientemente la llegada de Ámbar.Ámbar atendió la llamada de su padre explicando que se había quedado con Aitana y que sí habían regresado a la hora estipulada.La insistencia de Braulio de que le dijera la verdad hizo que Su madre interviniera para que Braulio dejará de at
El tiempo avanzaba y El encuentro entre ámbar y Julián no se había podido dar por muchos motivos. Uno de tantos era la apretada agenda que tenía Julián junto a Noelia por el lanzamiento de su marca de relojesAun así. Julián sabía que debía pasar rato con su lobita, ya que se acercaba el día donde ella se iría a Italia y estaría a mucha distancia de él. Después de un sinfín de planes que siempre fallaban, ambos lograron tener la oportunidad de verse a solas, donde pudieran disfrutar de su amor. Aunque para eso debieron sacrificarse dos personas más, quienes no soportaban verse por mucho tiempo. —¿Quieres que pase todo el día y parte de la noche con este idiota? —Exclamó Aitana.—Ja, Mira niña, aquí el que más va a sufrir soy yo —replicó Lucas.—Se pueden ignorar, mi apartamento es grande —aseguró Julián. Aitana volteó los ojos sin poder creer que tendría que callar la arrogancia de Lucas. Tener que verlo por mucho tiempo y soportar escuchar cómo le respondía lo mismo a varias muje
Mientras, Julián y Ámbar disfrutaban completamente de una tarde maravillosa y llena de placer.Aitana seguía discutiendo con Lucas alegando que era el hombre con el que ella nunca en su vida se casaría. Mientras que Lucas solo se reía de ella. Jurando por su propia vida también, que era de las mujeres la cual jamás fijaría su mirada. —Qué bueno que estemos de acuerdo —Replicó Aitana marchándose de la sala yendo a la cocina. Sus pasos eran gigantescos, deseando desaparecer de la presencia de Lucas lo más rápido posible.Pero Lucas no estaba dispuesto a dejarla en paz. Así que fue tras ella en busca de seguir molestándola preguntando cosas que en realidad tenía curiosidad. —¿Cuántos novios has tenido, Aitana —Preguntó con una sonrisa burlona? —Eso no es asunto tuyo —habló cortante.—Anda, dime. Tengo curiosidad de cuántos idiotas se han fijado en ti —dijo Lucas ofendiendo Aitana con sus palabras.—Gracias por tu cumplido —dijo ella saliendo de la cocina pero siendo interceptada por
El día llegó. Ese en el cual ninguno deseaba despedirse de Ámbar, tenerla a una distancia tan larga. Siendo la pequeña de todos, la niña La consentida de su padre y de su tío. La primogénita de sus padres.Ya estaban en el hangar privado de aviación, donde se encontraba estacionado el jet privado que llevaría a Ámbar y Aitana, a su nuevo destino. La familia completa estaba reunida allí para despedirse de ella, con el ambiente cargado de emoción.El sol brillaba a través de las ventanas del hangar, proyectando un cálido resplandor sobre la escena. El sonido de las máquinas del jet privado se escucha suavemente en el fondo, mientras que la familia de Ámbar habla en voz baja, compartiendo momentos y recuerdos.Ámbar, vestida con un traje de viaje elegante, estaba en el centro de la escena, rodeada por su familia. Braulio, con su altura y sus brazos fuertes, con ojos brillantes, la abraza fuertemente.—Mi pequeña —susurro, su voz llena de sentimientos. —Siempre estaré contigo, no importa
Las horas pasaron lo más lento posible, por lo menos así lo vieron las chicas. Ahora tendrán que acostumbrarse a otro horario y a distancia de sus seres queridos, un gran detalle que pondría a prueba el amor, la constancia y la paciencia.Ámbar y Aitana se sentaron en la terraza de su apartamento, disfrutando del delicioso aire de Italia. Sus pieles se sintieron rejuvenecidas por el sol y la brisa suave.—¿Te puedes creer que estamos aquí? —preguntó Ámbar, sonriendo.—No —respondió Aitana, riendo—. Me siento como si estuviera soñando.—Yo también —dijo Ámbar—. Pero es real. Estamos aquí, en Italia, viviendo una aventura.Aitana asintió con la cabeza, su sonrisa desapareciendo por un momento.—¿Sabes? —dijo—. Me siento un poco triste. Extraño la soledad de mi casa y siento que mi vida va a cambiar aquí.Ámbar se acercó a Aitana y la abrazó.—Lo sé —dijo—. Yo también extraño a los míos. Pero estamos aquí, juntas, para alcanzar un sueño y eso es lo que importa.Aitana asintió con la cabe
Los días de la universidad comenzaron y Ámbar y Aitana estaban emocionadas de empezar esa nueva etapa de sus vidas. Se sentaban en el café de la universidad, rodeadas de estudiantes que charlaban y reían. Ámbar y Aitana se adaptan rápidamente al horario y al idioma, también estaban conociendo a nuevas personas. Más que todo Ámbar, quien deseaba poder aprender más de ese hermoso país. Para Aitana, estudiar era su meta, no buscaba tener amigos que la sacarán de su zona de confort y mucho menos le trajeran problemas con sus padres.Dos chicos, Rocco y Enzo, se acercaron a ellas para presentarse. Rocco, era alto y delgado, con ojos azules y cabello rubio. Enzo, era más bajo y musculoso, con ojos oscuros y cabello negro.—Hola, soy Rocco —dijo, sonriendo—. Y este es Enzo.—Hola —respondió Ambar, sonriendo—. Soy Ambar, y ella es mi amiga Aitana.Enzo se sentó al lado de Aitana y comenzó a charlar con ella, aunque Aitana no se sentía cómoda. Rocco, por otro lado, no podía dejar de mirar a Á