Capitulo 1

Un majestuoso salón estaba terminando de ser adornado con colores plateado y dorado. Mesas y arreglos elegantes, un piano, el cual sería el encargado de hacer que el salón fuera más hermoso con una suave música.

Faltaban solo horas para la fiesta de Ambar, comenzaba una nueva vida lejos de su familia. Su decisión de estudiar en Italia se debía a su ambición por ser una gran empresaria como sus padres.

Una decisión muy difícil para ella, ya que su amor o su obsesión por Julián la tenía con dudas de por fin decidir lo mejor para su futuro.

Sabía que dar esa noticia la tendría difícil con Julián, aunque ya tenía un plan, una idea que para Aitana, su mejor amiga, era la más loca e irresponsable de las que se le pudo haber ocurrido.

—¡Por Dios, Ámbar!, eso no es un juego —exclamó Aitana anonadada.

Escuchar a Ámbar decir que se entregaría a Julián esa misma noche lo vio como el fin del mundo.

—Aitana entiende, yo lo quiero y quiero experimentarlo con él —dijo Ámbar tomando las manos de su amiga, buscando que la entendiera.

—En serio eres bien loca, ¿Sabes lo que sentirán tus padres y tú tío, si se enteran? —le recordó su amiga, los protectores que eran.

—Mi madre era más chica, cuando estuvo con mi padre —se excusó Ámbar con la historia de sus padres.

—No compares, tus abuelos sabían de su noviazgo —dijo Aitana rápidamente.

No le daría la razón ni con las mil excusas que ella le pusiera.

—Ya deja de hacerme dudar —se quejó Ámbar tirándose en la cama para quedar viendo el techo.

—Eso pretendo hacer hasta que se te quite esa idea de la cabeza —habló Aitana muy segura, cruzada de brazos.

—Pues no soy fácil de convencer y lo sabes —replicó Ámbar sentándose nuevamente.

Su amiga no hizo más que voltear los ojos y tomar su bolso.

—Iré a arreglarme con mi madre, nos vemos en tu fiesta —le dijo antes de salir por la puerta y dejar a Ámbar soltando un largo suspiro.

Las horas continuaron pasando y llegaba el gran momento que todos esperaban. Carlota se decidió por crear un ambiente donde el dorado y el plateado hacían juego con las luces de las lámparas colgando.

Los invitados llegaban antes que la cumpleañera con sus mejores trajes de gala, sonriendo por la maravilla que seguía haciendo Carlota a pesar de su edad.

Mientras que Ámbar seguía siendo retocada por el estilista junto a su madre, quién no dejaba de observar y casi llorar de felicidad al ver a su pequeña mujer.

—¿Vas a llorar mamá? —preguntó Ámbar tratando de calmar a su querida madre para que no llorara.

—Parece mentira mi amor, ¡Ya eres toda una mujer! —confesó su madre con nostalgia.

—Hablas como si me fuese a casar mamá —bromeó ella haciendo reír a Cristina.

—Mi bebé no se va a casar hasta los 30 —interrumpió Braulio a las bellas mujeres.

—¡Ay papá! ¡Por Dios! No empieces —se quejó la chica permitiéndole a la estilista que continuará con su trabajo.

Ya solo faltaba media hora para que la cumpleañera hiciera acto de presencia, sabiendo todos que para Carlota, la puntualidad representaba todo para ella.

Noelia no le quedó de otra que maquillarse y peinarse ella misma, su esposo le recordaba a cada segundo lo maravilloso que fue esa hora que tuvieron para recordar la pasión que los llevó a tener a su pequeño.

Mientras toda la familia se preparaba para hacer acto de presencia junto a la cumpleañera, un invitado muy importante para Ámbar, se preparaba con su mejor traje de color blanco, lo había pensado por un buen rato y sentía que Ámbar representaba para él, la niña más hermosa, pura y delicada. Aunque a veces demostraba ser un torbellino.

Una vez listo, salió de su apartamento, uno que ya había comprado en cuanto decidió hacer negocios con Braulio constantemente y también participar en el proyecto de su querida amiga.

En el camino seguía pensando en todo lo difícil que se le había estado haciendo sentir esa atracción tan fuerte por Ámbar.

Ya todos los presentes listos, la hermosa música del piano empezó a sonar. Anunciaba la entrada de la hermosa cumpleañera.

Julián que apenas había llegado se quedó con su mirada fija en su hermosa lobita.

Ámbar lucía un vestido negro y largo hasta los tobillos, vaporoso, de tela de seda y una fina capa traslúcida y brillante que lo cubría por encima. Un escote en la parte de los senos en forma de corazón, un escote profundo en V en la parte de la espalda y sin dejar atrás la abertura en su pierna derecha que le daba una vista de su hermosa pierna.

Ella al verlo sonrió girando su mirada a las demás personas para disimular su emoción de verlo tan guapo, bien peinado y con su barba apenas visible.

Todo su cuerpo se erizaba, su imaginación la llevaba a querer conocer cada parte de él.

Ambos sentían una corriente eléctrica por todo su cuerpo, una sensación de nervios y emoción que les hacía sentir miles de mariposas revoloteando en sus estómagos.

Noelia que bajaba junto a la familia como lo que era, recordó las palabras de su esposo de que Ámbar había decidido ir a Italia. Se preguntaba si ya se lo había dicho.

Era una noticia que no le agradaría a Julián, quien por mucho tiempo se había aguantado en sacar toda la pasión que quería vivir con la chica, dándole la oportunidad de que tal vez se olvidara de sus sentimientos y encontrase un chico de su edad, pero aún más importante para él, que cumpliese su mayoría de edad.

Los aplausos se escucharon en todo el hermoso salón, los invitados se acercaban a la cumpleañera dando sus más sinceras felicitaciones y entregando sus regalos, que inmediatamente lo llevaban al espacio donde los estaban colocando.

La noche seguía avanzando y llegaba el momento especial donde sería el baile de la cumpleañera junto a las personas más allegadas. Dentro de esas estaba por supuesto Julián, quien mientras esperaba su turno, observaba como ella bailaba con su padre.

—Mi amor, no sabes lo orgulloso que estoy de ti, has sido la niña más comprensiva, bien portada y madura, Espero seguir siendo parte de tu vida y tus decisiones —susurró su padre con un nudo en la garganta, sabiendo que llegaría el momento donde ella se iría de su lado a formar una familia.

—Te amo, papá —dijo Ámbar sintiéndose un poco mentirosa.

Fue el turno de Leonel, quién buscaba las palabras correctas para dirigirse a su sobrina y explicarle que las decisiones siempre deben ser tomadas con cabeza fría o podrían llegar a ser perjudiciales en algún momento.

—Mi niña sabes que puedes contar conmigo, sigues siendo una niña para mí, con mucho camino por explorar y aprender. No olvides que te amo y que siempre seré más que un tío para ti —habló Leonel mientras bailaba con su sobrina. Ámbar le dedicó una mirada de agradecimiento y mucho amor.

Pero no se atrevía a decirle absolutamente nada, cada palabra que le decían era una duda que sembraban a la decisión que había tomado anteriormente.

Julián también fue incluido entre los que iban a bailar con Ámbar, por ser socio y amigo de la familia.

Se acercó un poco, apenado y sin mirar a los ojos a Ámbar, continuó el baile.

Ámbar sabía que solo era un par de minutos lo que tenía para decirle una cosa muy importante a Julián.

—Juli, me voy a estudiar a Italia —habló Ámbar buscando su mirada.

Los pasos de Julián estuvieron a punto de detenerse, aun así con todo el peso de su cuerpo por la noticia que recibía, continuó bailando.

—¿No dirás nada? —preguntó Ámbar buscando su mirada.

—Espero te vaya muy bien, Ámbar —respondió Julián entregando la mano de la chica a quien se había acercado para continuar el baile.

Ámbar sintió que su corazón se oprimía por la respuesta cortante y llena de decepción de Julián. Noelia se dio cuenta del cambio de actitud y supo que justo en ese momento se había enterado de la noticia.

—Julián, ¿ya te vas? —lo detuvo Noelia.

—Sí, debo salir mañana a Colombia a primera hora —mintió, tratando de aflojar el nudo de su corbata a punto de explotar.

—Te conozco perfectamente y sé que eso es mentira —replicó Noelia en seguida.

—Pues sí Noelia, es mentira, me voy porque no tengo nada que hacer aquí, Ámbar se va a Italia y creo que es lo mejor para todos —terminó de marcharse sin siquiera despedirse de los demás.

Noelia regresó donde estaba Cristina y sacó una excusa de que habían llamado a Julián de emergencia para que su amigo no fuera descubierto.

El baile terminó y Ámbar sentía que se estaba asfixiando, estaba cansada de marcarle a Julián y solo sintió una gran punzada al ver que la había bloqueado.

Aitana que ya se encontraba a su lado, estaba continuamente pidiéndole que cambiara su cara o sería descubierta por sus padres.

—¿Cómo quieres que me calme Aitana? Vi lo decepcionado que se fue —reprocha Ámbar con ganas de llorar.

—Y lo entiendo, debiste decirle antes —replicó Aitana.

—Sabes que nunca me deja ir a su apartamento con las cosas de que nos pueden descubrir y por teléfono sería peor.

Los minutos pasaban y ya Ámbar se sentía cansada o tal vez solo necesitaba saber de Julián.

Mientras que Julián, había llegado a su apartamento y en seguida se metió a su sala de videojuegos y encendió su computador; siendo otro, buscara refugio en el alcohol, pero Julián se sentía libre y podía sacar su frustración, su molestia, su rabia, su decepción, jugando sus videojuegos hasta que sus dedos ya no dieran más.

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