Capitulo 2

Los minutos pasaban y Julián trataba de olvidar las palabras que le había dicho Ámbar, pero seguían resonando en su cabeza una y otra vez, aumentando su rabia y decepción, su lobita se iba a Italia, a una distancia sumamente larga, y lo que más le dolía era que no se lo había dicho antes. Eso sin duda lo llenaba de rabia.

En ese momento no sabía si sus palabras eran una despedida y una finalización a lo que apenas empezaba.

Seguía pensando esperanzado que no tuviese que tenerla a 17 o 13 horas de distancia.

La rabia seguía consumiéndose y sus dedos se movían sin querer detenerlos, sus amigos, Lucían y Luciano quienes se encontraban en línea, reconocieron ese modo de jugar y recordaron que él les había cancelado el juego porque era una fecha importante para él.

No perdieron tiempo y empezaron a bombardear su teléfono para saber, pero Julián no estaba de ánimos para satisfacer el chisme de sus amigos.

Solo deseó olvidar esas palabras que le había dicho su lobita y que le hacían oprimir su corazón como nunca. Estaba perdidamente enamorado de esa chica y tenerla aún más lejos, lo volvía loco.

Ya la fiesta estaba llegando a su fin y eso emocionó mucho a Ámbar, aunque lo disimuló bastante. Noelia seguía observando a la chica desde hace mucho y sentía un poco de nostalgia por ella, también por su amigo que conociéndolo, estaba segura que sus manos ya dolían de tanto jugar los videojuegos que era lo único que podía calmar su rabia o tal vez la decepción.

Ámbar no encontraba cómo decirles a sus padres que le dieran permiso para salir a una fiesta, eso solo era una mentira para escapar y tratar de hablar con Julián.

Noelia decidió no interferir, y de esa manera no ser cómplice directamente de lo que estaba a punto de hacer la chica.

Ámbar tenía rato insistiendo a su padre, el cual se negaba rotundamente a dejarla salir a un club aunque fuese con sus amigos del colegio.

—Abuela, por favor ayúdame —Le rogó Ámbar a Carlota quien soltando un suspiro dirigió su mirada a su hija y yerno. Cristina quién estaba al margen, decidió interferir.

—Si sales debes llegar a las 2 a.m. —Ámbar abrió la boca impactada solo tendría dos horas nada más.

—Creo que mejor no la dejan ir, se tardará media hora en cambiarse ese vestido y otra media hora en llegar al club —acotó Noelia tratando de ayudar. Después decidí no hacerlo.

—4 a.m. Ámbar, si llegas tarde no te dejo salir más.

La chica abrazó a su padre, el chofer los llevó a la mansión donde se cambiaría por algo más cómodo y conservador, por supuesto.

Cristina decidió no decir nada, pero estaba segura que algo empezaba a cambiar en su hija.

Media hora después, Ámbar se encontraba en una discusión con su amiga, ya que Ámbar no iría a una fiesta sino en busca de Julián, eso implicaba que la chica debía mentir En caso que sus padres llamasen.

Ámbar no se daba por vencida, necesitaba mucho encontrarse con su amor y explicarle bien las cosas.

—Ámbar, ¿Qué les digo si llaman? ¿Qué les digo? ¡Por Dios! —Preguntaba la chica por vigésima vez con los nervios a mil.

—Tú solo no contestas, Estaremos en una fiesta no escuchamos nada. —Le recordó Ámbar dejando a Aitana pensar un momento.

—Okay, está bien, pero si llegan a enterarse de esto tus padres, te echo toda la culpa a ti —aseguró la chica señalándole con el dedo índice.

—¡Acepto! sabes que te amo ¿verdad? —le dijo a Ámbar abrazándola fuerte.

—¡Interesada! —acusó Aitana.

Los padres de Aitana no estaban ya en casa, habían salido horas antes a un viaje de emergencia. Así que quedarse en la habitación con una música sería la solución.

Después de ese gran debate, Aitana se quedó en la mansión de ella mientras que Ámbar emprendía su viaje a ese apartamento que estaba a solo 30 minutos de su casa. Nadie podía reconocerla ya que iría en el auto de su amiga.

Ámbar con los nervios a mil y tratando de cubrir su rostro, decidió preguntar en recepción por su lobito molesto. Estar ahí implicaba estar dispuesta a todo y sin duda ella lo estaba. Lo soñaba y lo añoraba como si de algo material se tratase.

—Buenas noches o madrugada —hablo sonriendo nerviosa.

—¿A quién busca señorita? —interrogó inmediatamente el portero.

—¿Me puede indicar en qué piso está el apartamento de Julián? —preguntó Ámbar mostrando seguridad.

—¿Usted es? —indaga el portero escaneandola de pies a cabeza.

—Su novia, puedes llamarlo si quiere.

—No tranquila, pase adelante, apartamento 105 en el tercer piso —le dijo el portero rápidamente.

—Gracias —Respondió Ámbar con una sonrisa y apresurando sus pasos.

Respiró aliviada al obtener una buena respuesta, sabía que si le avisaba a Julián él se negaría a verla o tal vez la sorpresa no sería igual.

Cada paso que dio hasta el ascensor sentía que eran eternos y más cuando el aparato subía y ella sentía que no eran dos pisos si no 20.

Una vez las puertas del ascensor se abrieron, ella secaba el sudor de sus manos mientras se acercaba a la puerta donde era lo único que la separaba de él.

Tomó suficiente aire para luego exhalar con lentitud y calmar los nervios que la hacían sentir dolor en su pecho. Tocó una vez y esperó un par de segundos, pero no abrió.

En el interior del hermoso apartamento, en la sala de juego, Julián apenas y escuchó un sonido del timbre pero decidió ignorarlo ya que no deseaba ver a sus amigos, quienes él suponía eran.

Ámbar volvió a tocar, esta vez tres veces, pero tampoco recibió respuesta y mucho menos vio a abrirse la puerta.

Mientras que Julián decidió ensayar con unas cuantas palabras groseras en su mente para decirle a sus amigos.

Pero Ámbar molesta, decidió golpear la puerta unas tres veces hasta que casi golpea el rostro de quien había abierto un poco molesto.

Sus miradas se conectaron y la sorpresa de Julián en su rostro era muchísima.

—Ámbar —musitó Julián muy sorprendido de verla ahí.

Mientras que Ámbar recorrió todo su cuerpo y luego fijó su mirada en sus ojos.

—¿Por qué no habrías?, ¿con quién estás? —Interrogó inmediatamente entrando sin ser invitada.

—Estoy solo Ámbar —respondió Julián ocultando la emoción que sentía de verla.

Eso significaba que estaba preocupada por lo molesto que se había marchado de la fiesta, se regañó internamente por estar actuando como un niño.

—¿Y por qué no habrías? llevo rato tocando el timbre —reclamó nuevamente, Julián quería reír y tal vez decirle lo hermosa que se veía celosa.

Pero decidió seguir haciéndose el molesto.

—Porque estaba en mi sala de videojuegos y tú interrumpiste —Le habló cortante.

Un largo minuto de silencio hubo entre ellos, Ámbar veía su rostro y su mirada buscando que él dijera algo, pero tal parecía que él seguía muy molesto.

—Vine porque necesito que hablemos —habló de manera seria tratando de no ver tanto el cuerpo de Julián.

—No sé de qué quieres que hablemos si ya todo está dicho —aseguró Julián, caminando al sofá para tomar asiento.

Estaba provocando a la chica mostrando también su parte trasera. Esos músculos de sus piernas y sus glúteos moverse hacían estremecer su cuerpo.

—No sé a qué te refieres, porque la única que hablé fui yo —replicó Ámbar molesta cruzándose de brazos, aunque su mirada seguía en el cuerpo de Julián que seguía en solo un bóxer.

Sus palabras hicieron que Julián se levantara casi molesto.

—¡Te esperé dos malditos años Ámbar! Y sí voy a ser sincero, me acosté con una mujer para sacarte de mi cabeza y recordarme que no estaba bien enamorarme de la hija de mi socio, pero eso no fue suficiente. Sigues en mi mente, en mi corazón y me sales con que te vas a Italia y me lo dices en un momento especial para ti sin ver mis sentimientos —reclamó Julián muy molesto y decepcionado.

Lo de la otra mujer tomó por sorpresa a Ámbar, aun así, sabía que nunca habían confirmado una relación.

—Pero es que yo quiero estudiar en la mejor universidad de Italia —musitó cabizbaja, sintiendo que Julián le estaba pidiendo que abandonara sus sueños.

—No me malentiendas Ámbar. Mi molestia es que hayas decidido decírmelo en una fecha importante para ti y aunque no lo creas para mí también, he esperado como loco que cumplas tu mayoría de edad y así no sentirme un pedófilo Y tú solo me sales con que te vas a 11,000 o 9000 kilómetros de distancia. —habló con nostalgia.

—Perdóname —musitó con un puchero y su cabeza gacha. —No sabía cómo decírtelo por teléfono, casi no nos vemos y nunca aceptas que venga a tu apartamento —se excusó ella aunque parte era verdad.

Julián se acercó y la abrazó, logrando que Ámbar sintiera una sensación de satisfacción al sentirlo cerca y prácticamente desnudo.

Los segundos se convirtieron un par de minutos ambos disfrutando de ese cálido abrazo que los llenaba y los acercaba tanto como ellos querían.

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