Capitulo 3

La discusión entre ellos se llevó casi media hora y para Ámbar el tiempo en ese momento era primordial, recordó que su tiempo estaba medido por su padre y decidió mencionarlo a Julián en ese momento tan cómodo.

—Solo me queda una hora y media para estar contigo —susurro en su pecho.

—¿Cómo así lobita? — levantó el rostro de ella para que respondiera viéndolo a los ojos.

—Le pedí a mis padres que me dieran permiso para ir a un club con mis amigos, pero me pidieron que regresara a las 4 —respondió.

—Bien vayamos a jugar un rato entonces —Julián la levantó y cruzó las piernas de Ámbar en sus caderas, caminó lentamente a su sala de videojuegos y la sentó en su regazo.

Llevaba unos 5 minutos jugando, y Ámbar no esperaba que solo fueran a jugar y como toda una traviesa empezó a moverse delicadamente para que pareciera inconsciente.

—Lobita, no te muevas —le pidió Julián tomándola por la cintura. Tenerla en su regazo era suficiente para despertar el deseo y que ella se moviera se le hacía difícil aguantarse.

Ámbar se dio la vuelta para sentarse a horcajadas.

—Quiero entregarme a ti —susurró viéndolo a los ojos, acariciando su cabello.

Julián se quedó en silencio sintiendo, como su corazón latía aceleradamente. Lo que le estaba confesando Ámbar, era algo muy delicado y de lo que él había pensado mucho para no lastimarla.

—¡Lobita! —Ámbar interrumpió sus palabras besando sus labios, sus manos traviesas viajaban a su cuello y bajaban a su abdomen.

Julián se levantó con ella en su cadera y caminó a la habitación, de manera delicada la acostó en la cama y subió sobre ella sin hacer presión.

—Si sabes que aún no te pido que seas mi novia ¿cierto? —habló Julián acariciando la nariz de Ámbar con la de él.

—Tú eres mío desde el momento en que te vi —declaró Ámbar dejando a Julián atónito y con una sonrisa.

—Me gusta lo obsesiva y segura que eres, mi lobita —susurró Julián en sus labios, besándose de manera tierna, saboreando cada centímetro de ellos, su lengua tocó el labio inferior de Ámbar dándole la señal que abriera más su boca y sacara su lengua.

Chupando mientras levantaba sus piernas para hacer presión de su erección en el centro de Ámbar.

El dolor placentero que eso manaba en todo el cuerpo de Ámbar, era inexplicable, cada beso y cada caricia no menguaba en ningún momento.

Julián se encargó de que ella sintiera todas las ganas que le tenía, El pequeño vestido que cargaba dejó de estar en su cuerpo, revelando sus senos y su pequeña panty.

Julián se levantó un momento para apreciar lo que para él era el cuerpo más hermoso y natural.

Sus senos que cabían perfectamente en sus manos, su cinturita se amoldaba a su cuerpo, su largo cabello dorado hacía juego con su piel blanca.

—Eres perfecta, mi lobita —habló viéndola con tanto deseo.

Ámbar sonrió nerviosa, Julián no se quitó el bóxer para no asustarla más.

Se acercó para volver a besar sus labios bajar a su cuello y llegar a sus senos, donde masajeó y acarició con su lengua, arrancando fuertes gemidos de ella, el centro de Ámbar dolía de lo excitada que estaba, la mano derecha de Julián fue bajando por todo su abdomen junto a sus besos llegando hasta su panty donde la fue quitando lentamente hasta dejarla sin nada que cubriera su hermoso cuerpo.

—Juli —musitó agitada.

—Haré que te sientas bien, mi lobita —sin más Julián fue bajando hasta quedar a la altura de su vagina, levantó su pierna y las abrió para observar su rosado centro.

—¡Juli! —susurró nuevamente con algo de pena.

—Déjate llevar lobita, disfruta tanto como yo voy a disfrutar haciéndolo —le habló de manera suave dejando un beso en su monte de venus.

Llegó en ese punto donde aparecieron sus pliegues y clítoris con sus dedos que mojó con su saliva, fue acariciando haciendo círculos hasta ir adentrando solo uno, las piernas de Ámbar buscaban cerrarse y Julián las habría acariciándose.

Sus ganas de probarla pudieron más y dejó de jugar con su dedo metiendo esta vez su lengua, arrancando un fuerte gemido de Ámbar y haciéndola halar su cabello con fuerza.

Julián adentró su lengua y eso logró que Ámbar volviera a jalar su cabello y gritara de placer. Su vaivén con su lengua seguía hasta sentir como su lobita llegaba a su orgasmo.

Su cuerpo había quedado totalmente agotado, Julián subió hasta sus labios y la besó, continuó con sus besos en su cuello llegó a sus senos y volvió a subir a sus labios.

La entretuvo entre besos y caricias mientras él se quitaba el bóxer, abrió más sus piernas y con cuidado se fue adentrando.

—¡Aaah! —gimió con dolor.

Julián besó nuevamente sus labios y se detuvo un momento. Acarició sus senos con una mano sin dejar de besarla, tragando sus gemidos de dolor al seguir intentando invadir su centro apretado.

Ámbar arañaba su espalda y halaba su cabello, hasta sentir que Julián lo había metido todo.

—¿Estás bien, lobita? —Ámbar asintió con una sonrisa, aunque una lágrima bajaba por sus mejillas. Julián las secó con un beso.

Continúa besando sus labios y acariciando su cuerpo intentando moverse lentamente, al principio sus quejidos eran de un poco de dolor hasta que se fueron convirtiendo en placer.

Julián tomó un preservativo, salió de ella un momento mientras colocaba para cuidarse, no quiso usarlo desde el principio porque deseaba tanto sentir sus partes unidas completamente, Ámbar sintió miedo cuando quiso volver a entrar, pero los toques y besos de Julián le hacían olvidar todo el dolor convirtiéndolo en placer.

Nuevamente entró en ella y se movía lentamente, poco a poco Ámbar se sentía gustosa por todo lo que estaba sintiendo, Julián estaba por llegar a su límite, asegurándose que su lobita tuviera otro orgasmo y juntos llegan al placer.

Agitado se dio vuelta para que Ámbar quedara arriba de él, estaban disfrutando tanto el momento que no se habían dado cuenta que las horas habían pasado y ya era más de las 4 de la mañana.

El teléfono de Ämbar empezó a sonar repetidamente y eso sin duda la alertó.

Quiso levantarse de inmediato pero sus piernas inmediatamente fallaron, Julián se levantó y la tomó en brazos para llevarla al baño.

—Lobita, acabas de hacer mucho ejercicio —bromeó Julián besando su frente.

—Son más de las cuatro —susurró con preocupación.

—Nos damos un baño y vamos de inmediato donde tu amiga —la calmó él besando su frente.

Julián no se cansaba de tocar el cuerpo de Ámbar y mientras se bañaba se dedicaba acariciarlo queriendo grabarse cada parte de él, Pero eso solo lograba que Ámbar se excitara más.

Julián colocó sus manos a la pared y se acercó a su oído pegado completamente a su cuerpo.

—Vamos con calma, habrá bastante tiempo para disfrutar —susurró chupando el lóbulo de su oreja.

Ámbar gimió y se dio vuelta mordiendo su labio inferior.

—Sabes cómo convencerme —acusó Julián por como lo estaba seduciendo.

—No he hecho nada —musito apenada.

Julián la estaba viendo completamente desnuda tocándose sin parar y haciéndola excitar cada momento.

—Conmigo nunca te avergüences, quiero sacar lo peor de ti lobita, quiero verte manejarme a tu antojo —susurró en sus labios mordiendo suave su labio inferior.

—¡Juli! —susurró excitada respirando agitada.

—Lo siento lobita, debemos irnos —Julián la sacó de la regadera en brazos hasta llegar a la cama, la secó y la veía vestirse mientras él lo hacía.

No esperaba pasar la mejor noche de su vida y tampoco deseaba detenerse, iría hasta Italia detrás de ella y sacar todo lo que ella tenía para dar.

Aitana estaba desesperada porque el Ámbar no llegaba rápido y los padres llamaban sin parar.

Julián bajó directamente el estacionamiento con ella en brazos y de esa manera no la vieran, él subió a su auto mientras Ámbar al de Aitana y en minutos llegaron a la mansión de su amiga, qué rápidamente contestó la llamada de Braulio para decirles que ya habían regresado y que se quedaron en su casa.

Eso sí, Ámbar debía contarle a su amiga todo con lujos y detalles y explicarle el por qué no había regresado a la hora estipulada, dejándola a ella en vela hasta casi el amanecer.

Mientras que Julián regresó a su apartamento y se acostó en la inmensa cama donde había quedado la manchita de sangre que demostraba aún más la virtud de su amada lobita.

Decidió escribirle un mensaje a su lobita y advertirle que al despertar, amanecerá como si hubiese corrido un maratón.

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