—Si no vas a pedírtelo tú, lo quiero yo. ¿Viste tremendo papasote? Amo, nena —comentó Rose entre risitas —. Que piernas. Que brazos. Que rostro tan atractivo. Creo que me he enamorado. Me pregunto le colgará de entre las piernas algo considerable. Había subido al dormitorio de su amiga niñera para contarle que había conseguido un trabajo nuevo como camarera, en algún restaurante del pueblo, el que estaba más abajo de la colina y que Kaitlyn no sabía de su existencia aún. La pelirroja miró a su amiga con una ceja alzada, no le ponía celosa ni nada lo que Rose decía, pero se sentía incómoda. Después del encuentro con Nial en el bosque, después de esos besos que le dio y que el recuerdo de aquellos permaneciera en ella por la eternidad, Kaitlyn no se sentía cómoda hablando sobre él. Sacudió la cabeza y prestó atención a la conversación. —Eres tan descarada como él —acusó la pelirroja. La amiga la examinó con interés. —¿Y cómo sabes tú que es descarado? —preguntó Rose sonriendo con
A Kaitlyn le encantaba huir. ¿Pero cómo demonios iba a hacerlo ahora? En realidad ella quería esa cita, pero no era lo correcto. No sabía de las intenciones de ese hombre, bueno si las sabía, porque las suyas eran las mismas. Eso la avergonzó tanto. Quería algo más. No solo sexo casual por los rincones. No sabía el motivo, en su vida siempre sus amantes habían sido cosa de segundo plato, pero ahora. Ni siquiera lo sabía. ¿Qué tenía ese hombre que la hacía ir hasta él como un imán? Tal vez solo necesitaba esforzarse y pensar. Hacerlo mucho hasta que hubiera una explicación razonable. —¿Por qué tan callada? —preguntó Sam, con el final de su bolígrafo en la boca.Los niños estaban en su sala de estudio, haciendo sus deberes del colegio. Rebeca aún no había aparecido y eso a la pelirroja le asustó. La mayor de los Wolf ya era más grande, pero eso no significaba que pudiera desaparecer sin dejar rastro o al menos llamar a casa para avisar de su retraso. Levantó la cabeza para mirar a S
Rebeca tecleó con una velocidad innata las teclas del ordenador que descansaba en el despacho de su padre. La hija mayor del Alfa no tuvo problemas en acertar la contraseña del aparato, rodeada de sus hermanos abrió una página en la que personas buscaban a niñeras para cuidar a chiquillos. Había algunas con títulos, otras que eran aficionadas y novatas.La muchacha envió un apartado solicitando una mujer niñera. Todos esperaron en silencio a que alguna cayera en la trampa.—¿Por qué nadie nos contesta? —la pequeña Kate se lamentó.Rebeca frunció el ceño, volvió a refrescar la página por si había una nueva notificación. Pero nada, la caja de noticias estaba vacía.—¡Agh! ¡Maldición!Kate la observó mal.—Papi no quiere que digamos esas palabras —le regañó la pequeña a la grande.Sus hermanos gemelos, Jessie y Jesse, ambos con nombres similares, pero demasiados distintos para ser iguales. El mayor con dos minutos de diferencia se acercó a la pantalla para verificar por el mismo lo que e
Kaitlyn entró la mano en busca de más papas fritas, la bolsa de fritura había descendido considerablemente mientras veía una serie en su vieja iPad. Últimamente le había dado por ver series románticas de almas gemelas que se correspondían, era tan conmovedor...El ronquido de Rose la sacó del misterio de la serie, su amiga roncaba y dormía a pierna suelta en la cama de su caravana heredada por su abuelo. Tenía la boca abierta como un pez e incluso babeaba. ¡Iugh! ¡Pero que asco!Después debería cambiar las sábanas de esa cama.—¡ROSEEEEE! —le gritó.Su amiga dormilona siguió roncando, como si no fuera con ella nada y solo pudiera dormir y dormir.Kaitlyn rodó los ojos.Volvió a colocarse un auricular para no perderse ningún diálogo de la serie, tenía que darse prisa antes de que su wifi se fuera. Su conexión ya era bastante inestable, la verdad es que no tendría conexión de no ser porque la robaba de un camping cercano.Una notificación asaltó su teléfono, extrañada lo desbloqueó y vi
—Kaitlyn, ¡nos perdimos!La muchacha pisó el freno de la caravana en el momento justo, que un pequeño cervatillo pasaba tranquilamente por el medio de la carretera. El animal había salido de un arbusto en la linde que separaba el bosque de la carretera. Se había llevado un susto horrible.Suspiró cansada, la dirección que le había mandado ese señor Wolf no parecía estar por ninguna parte. Rose usaba el GPS de su teléfono, habían puesto correctamente la ubicación, pero aún así, seguía diciendo que estaban a unos kilómetros de distancia. ¡Pero ahí no había nada! Tan solo naturaleza.—¿Estás segura que lo has puesto bien? —interrogó ella.Su amiga asintió con energía.—Nunca me confundo —dijo la rubia —. Sabes que nunca lo hago. Lo que pasa es que la ubicación está medio rara, ¿no?Cuando el animal ya había salido de la carretera y había correteado hasta adentrarse en el bosque de nuevo, Kaitlyn arrancó el vehículo y siguió conduciendo hasta su incierto destino.—¿Cuanto dice que falta p
En primer lugar, ¿quien era esa Diosa Luna? Y en segundo, ¿por que decía que Nial era un monstruo? Ahora si que el miedo le subía por el cuerpo arremetiendo contra ella. Si antes dudada sobre el hombre, ahora lo hacía más. Se lo imaginaba como un viejo lleno de arrugas, un aliento apestoso y poco amistoso.Qué equivocaba estaba.¡En dónde se había metido! Quería salir, irse a toda velocidad de ese sitio.En cambio, sus pies permanecieron anclados en el suelo. Mirando a todas esas mujeres que hablaban con ella.—El Alfa se ha vuelto loco, mira que contratar a una humana como niñera —expresó una.¿Aquella señora había dicho humana? ¡Como si existieran otras razas en el mundo! ¡Ja!—Está perdiendo la cabeza, deberían pararle los pies.—Hace lo que quiere y cuando quiere. Es nuestro líder, ojalá perteneciéramos a otras manadas, no seríamos tan infelices. Y todo estoy fue por el luto, está durando demasiado tiempo.Las mujeres hablaban una tras de otra, la que primero se había dirigido a e
La pelirroja no supo que hacer, abrazó a la niñita que lloraba desconsoladamente. Pero se dio cuenta de algo que le heló la sangre, quitó un momento la mano de la cabeza de la niña y descubrió que había sangre en su palma. Abrió los ojos asegurándose de donde venía.—Eh, bueno, papá —Rebeca jugó con los mechones de su cabello rubio, la muchacha ya no tenía un acento francés —. Ella es la niñera de la que te hablé.Kaitlyn no tenía la vista hacia el hombre, pero pudo escuchar un gruñido.—Rebeca, no me hablaste de ninguna niñera —rugió, lo oyó caminar hasta las ventanas y abrir las cortinas. Inmediatamente la luz alumbró toda la estancia —. ¿De que se trata esto? ¿De una broma?¡Esos niños sí que eran unos demonios!La habían engañado a ella y a su propio padre, no sabía cuál era el motivo o si solo eran juegos de niños, pero aquello no le hizo feliz, al revés, se le subió un estremecimiento por la espalda. Se centró en la pequeña que se había acurrucado en su pecho y ella se arrodilló
Kaitlyn no podía permitir perder ese posible empleo, verdaderamente necesitaba ese dinero. Los ahorros se iban acabando en la cuenta bancaria que le dejó su abuelo antes de morir, y aunque había ahorrado bastante con sus antiguos empleos, sobrevivir conllevaba gastos, unos que iban desapareciendo cada vez más rápido del banco.Observó el baño tan amplio y elegante que le había llevado la niña, sin duda esa casa se era más grande de lo que podía imaginar, con grandes techos, varios pisos y habitaciones, en cada pasillo había por lo menos cinco puertas, y en cada planta un pequeño descansillo con una chimenea para cuando el frío clima del invierno diera duro.—¿Te gusta mi papi? —preguntó de la nada Kate.A Kaitlyn le subieron los colores por las mejillas, esa niña era bastante rara. ¡Cómo se le ocurría preguntar eso!—Es lindo —confesó ella, después de todo no nena no lo hacía con maldad.La pequeña sonrió de un modo en el que ella no podía verla.Estaba metida en la bañera blanca, con