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La humana del Alfa
La humana del Alfa
Por: Selena Bonnet
Capítulo 1. Se busca niñera

Rebeca tecleó con una velocidad innata las teclas del ordenador que descansaba en el despacho de su padre. La hija mayor del Alfa no tuvo problemas en acertar la contraseña del aparato, rodeada de sus hermanos abrió una página en la que personas buscaban a niñeras para cuidar a chiquillos. Había algunas con títulos, otras que eran aficionadas y novatas.

La muchacha envió un apartado solicitando una mujer niñera. Todos esperaron en silencio a que alguna cayera en la trampa.

—¿Por qué nadie nos contesta? —la pequeña Kate se lamentó.

Rebeca frunció el ceño, volvió a refrescar la página por si había una nueva notificación. Pero nada, la caja de noticias estaba vacía.

—¡Agh! ¡Maldición!

Kate la observó mal.

—Papi no quiere que digamos esas palabras —le regañó la pequeña a la grande.

Sus hermanos gemelos, Jessie y Jesse, ambos con nombres similares, pero demasiados distintos para ser iguales. El mayor con dos minutos de diferencia se acercó a la pantalla para verificar por el mismo lo que estaba sucediendo, su clon permaneció callado.

—Kate eres una niña tonta, vete a jugar con tus muñecas feas —le dijo a su hermana pequeña.

Kate se ofendió por eso.

—¡Se lo diré a papá! —chillo ella.

—¡Pues yo le diré lo que estáis haciendo! —gritó él.

Todos sus hermanos hicieron un sonoro "Shh" para que se mantuviera en silencio. Rebeca siguió buscando en la página algo con lo que pudiera encontrar a una humana capacitada para enamorar a su padre y sacarlo de la oscuridad en la que estaba sumido. Todos sus hermanos se habían puesto de acuerdo, la próxima niñera debería enamorarse de su padre y emparejarse con él.

El amor lo sacaría del agujero de tristeza en la que estaba metido desde hacía dos años, cuando su alma gemela destinada muriera dejándole devastado.

A ningún integrante de su familia le gustaba hablar mucho sobre lo sucedido de aquella noche.

Había sido tan dura, tan triste, tan maligna. El solo hecho de recordarlo, hizo que a Rebeca se le subiera un estremecimiento por la espalda.

Llevó el cursor de la pantalla hacia una chica rubia, de cabello corto y nariz afilada. Era bonita, demasiado bonita. Incluso tan vez se hubiera hecho unos retoques. Su currículum estaba completo.

—Samantha Rivera, veinticinco años. Vive en New Jersey —leyó Rebeca en voz alta.

—Se llama igual que yo —dijo Sam de quince años —. No me gusta, siguiente.

Rebeca la miro sobre el hombro.

—Sam, no podemos ser tan exquisitos. Así nunca vamos a encontrar una novia para papá —le explicó, pero la muchacha pulsó el botón para ver a otra candidata.

—¡Parece una bruja! —exclamó Jesse, que se había mantenido callado.

—¿Y si tiene hechizos para embrujar a papá? —se preguntó Kate con la voz chillona —. A lo mejor hace que nos deje de querer. No quiero que papi nos olvide.

La chiquita comenzó a lloriquear, pero para hacer que su hermana se calmara, Rebeca la sostuvo entre sus brazos y la posicionó en su regazo para darle un suave beso en la cabeza. Le susurró palabras tranquilizadoras, pero siguió buscando.

—Kristen Fox —dijo lentamente Rebeca.

La muchacha que estaba en la pantalla no podía tener más de veintiún años de edad, su cabello pelirrojo fuego hacía juego con sus ojos verdes como las hojas de un árbol. Sonreía anchamente dejando a la vista sus comunes dientes blancos. Su cara era ovalada y trasmitía confianza.

El anuncio decía:

«¿BUSCA UNA NIÑERA? Yo soy la persona indicada para cuidar de sus pequeñines. Conmigo sus hijos no tendrán ningún momento de aburrimiento, estarán bien cuidados en mis manos y nos divertiremos juntos mientras aprendemos. Puedo cuidar a niños más grandes, a más pequeños, o incluso a bebés. Tengo un curso de enfermería por si los pequeños se hacen alguna herida y excelente sentido del peligro. Si sus hijos están en peligro, yo estaré ahí para salvarlos».

Algo le hizo saber a Rebeca que aquella mujer era la indicada.

—Qué bonita es —murmuró Kate.

—¡Y dice que le gusta jugar al fútbol con los niños! —soltó Jessie, chocó los cinco con su hermano gemelo

—Estoy pensando que ella puede ser la indicada —confesó Sam.

—Y yo —dijeron al unísono los gemelos.

—Chicos, más silencio —les regañó Rebeca —. Papá puede volver en cualquier momento, y como nos vea aquí sentados nos va a mandar a las mazmorras con todos esos lobos salvajes sin manadas y solitarios. Así que mantened silencio, si de verdad queremos encontrarla, tenemos que votar entre todos. ¿Quién elige a Kristen Fox como candidata?

—Yo.

—Obviamente es la mejor opción.

—Nosotros opinamos lo mismo.

Todos se pusieron de acuerdo para elegir a la muchacha.

Así que Rebeca le mandó un mensaje privado para contactarla, no obtuvo respuesta de inmediato. Espero y espero a que contestara, pero el chat seguía estando vacío.

Los niños bufaron, estaban empezando a aburrirse cuando oyeron el coche de su padre detenerse en los aparcamientos de la mansión. Se miraron aterrorizados entre sí, no tardaron en apagar las computadoras y salir disparados hacía sus respectivos dormitorios.

—Hablaremos con ella mañana —susurro Rebeca a los demás.

Cuando su padre se introdujo en su hogar, se encontró a sus dulces retoños dormidos. Cosa que le hizo subir una ceja extrañado, en su hogar nunca había silencio. Sin duda algo estaban tramando, pero no le dio importancia y subió hacia su despacho para seguir con su estresante trabajo.

Deseó con todas sus fuerzas que su esposa volviera.

Pero eso no podía suceder.

Su Luna estaba muerta.

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