Kaitlyn entró la mano en busca de más papas fritas, la bolsa de fritura había descendido considerablemente mientras veía una serie en su vieja iPad. Últimamente le había dado por ver series románticas de almas gemelas que se correspondían, era tan conmovedor...
El ronquido de Rose la sacó del misterio de la serie, su amiga roncaba y dormía a pierna suelta en la cama de su caravana heredada por su abuelo. Tenía la boca abierta como un pez e incluso babeaba. ¡Iugh! ¡Pero que asco!
Después debería cambiar las sábanas de esa cama.
—¡ROSEEEEE! —le gritó.
Su amiga dormilona siguió roncando, como si no fuera con ella nada y solo pudiera dormir y dormir.
Kaitlyn rodó los ojos.
Volvió a colocarse un auricular para no perderse ningún diálogo de la serie, tenía que darse prisa antes de que su wifi se fuera. Su conexión ya era bastante inestable, la verdad es que no tendría conexión de no ser porque la robaba de un camping cercano.
Una notificación asaltó su teléfono, extrañada lo desbloqueó y vio un aviso de una app de empleo. Hacia tanto tiempo que había puesto el anuncio, que ni siquiera recordaba cuando había sucedido eso.
Leyó rápidamente el mensaje que le había llegado.
«Querida Kristen Fox,Estoy encantado de comunicarle que usted me ha resultado interesante para el empleo de niñera que estoy buscando. Aunque mis hijos son bastante buenos y no necesitan que nadie los cuide, necesito de sus servicios porque no soy capaz de mantenerlos en vereda y velar por sus necesidades. El trabajo me ciega. No le tomaré más tiempo, señorita Fox, he visto que usted reside cerca de mi reserva así que le invito amablemente a venir para entrevistarla.
Pregunte por Nial Wolf.
Espero su respuesta».
Se quedó pensando, meditando las palabras que volaban entre sus pensamientos. ¡Había conseguido una cita de trabajo! El hombre estaba verificado, así que no era ningún psicópata. Se metió en su perfil y observó la foto de sus siete hijos. El padre no salía.
A Kaitlyn le dio curiosidad ver cómo sería su aspecto.
Desde luego no sería poco agraciado, porque sus hijos eran bastante bellos y vestían con ropas elegantes.
Eso le echó un poco para atrás, Kaitlyn se consideraba una persona común, en realidad, bastante desgraciada. Un año atrás había perdido a su abuelo y fue algo doloroso, para ella fue muy duro seguir hacia adelante. Era casi una muerta de hambre que no tenía hogar.
Heredó la vieja caravana con la que viajaba con su amiga Rose, ella era la única persona que le quedaba, la única a la que tenía cariño. Vivían allí las dos y subsistían de la herencia del abuelo de Kaitlyn y el poco dinero que les daba su pequeña empresa de niñeras.
—No me lo puedo creer! ¡Conseguí un empleo!
Kaitlyn se había puesto un nombre falso.
No quería que su nombre real saliera cuando buscaran información suya por las webs, a veces los reporteros eran bastante crueles con las noticias en las que aparecía. Prefería mantenerse anónima al respecto.
Hizo a un lado todos esos pensamientos negativos y escribió su respuesta.
«Estaría encantada de visitarle, señor Wolf. Tan solo déjeme su dirección, iré para allá en cuanto pueda. No se va a arrepentir de contratarme. Quedo a su entera disposición».
Corto y conciso.
Aquel viejo seguramente iba a aceptar, y con buena suerte, le darían una suma aceptable de paga para viajar hacia Texas, ese era el próximo destino de las amigas. Ahora que estaban en Canadá, y el frío les carcomía la piel, estaban pensando en viajar a un lugar más cálido.
Tal vez irían a México. Kaitlyn nunca había visitado ese lugar y le parecía interesante.
—¿Por qué haces tanto ruido? —se quejó Rose.
La muchacha miró mal a Kaitlyn y ella le sacó el dedo del medio.
—¡Tu eres la que ronca como un cerdo!
Rose se incorporó en la cama y se llevó la mano al pecho ofendida.
—¡No es cierto!
—¿Quieres oírlo? ¡Te he grabado, m*****a desgraciada! —le acusó.
La rubia hizo un ademán con la boca.
—Bueno, tal vez. Pero solo porque estoy constipada —confesó rodando los ojos —. En la caravana no hay aire acondicionado, debemos comprar más mantas —se levantó y se sentó con ella en el pequeño sillón que se convertía en cama —. ¿Qué haces? Estás más contenta de lo habitual.
—No te lo vas a creer, pero...
Le interrumpió con emoción:
—¡CONSEGUISTE UN SUGAR!
—Claro que no, tonta. Me ha llegado una oferta de un tipo con familia numerosa y quiere entrevistarme —le explicó Kaitlyn.
Rose hizo un puchero.
—Dime que al menos es guapo.
Se encogió de hombros.
—No tiene foto de perfil.
—Sospechoso.
Kaitlyn observó con cautela a su amiga, que entraba la mano en la bolsa para atrapar una papa y devorarla hambrienta.
—No te preocupes, está verificado y sale las fotos de sus hijos.
Rose masticó más patatas fritas, miró en la escasa cocina y se lamentó porque no había nada que hacerse para merendar.
—Tengo que conseguir un sugar Daddy que me saque de esta miseria, Kaitlyn, ya no puedo con esta miserable vida. Amo la comida y los restaurantes caros, pero nadie me quiere llevar.
—Eres una exagerada.
Kaitlyn miró a su amiga con diversión.
—¿Que será de mí? Quiero ser amada.
—Pues a mí no me mires que no me gustan las mujeres.
—¡Ni a mí! ¡Quiero a un buen macho!
Ambas se rieron, Rose estaba irremediablemente loca, pero así la quería. Estaba tan emocionada por su casi nuevo empleo, que decidió buscar sus mejores ropas para ir a ver al hombre y darle una buena impresión.
Conseguiría ese empleo.
—Kaitlyn, ¡nos perdimos!La muchacha pisó el freno de la caravana en el momento justo, que un pequeño cervatillo pasaba tranquilamente por el medio de la carretera. El animal había salido de un arbusto en la linde que separaba el bosque de la carretera. Se había llevado un susto horrible.Suspiró cansada, la dirección que le había mandado ese señor Wolf no parecía estar por ninguna parte. Rose usaba el GPS de su teléfono, habían puesto correctamente la ubicación, pero aún así, seguía diciendo que estaban a unos kilómetros de distancia. ¡Pero ahí no había nada! Tan solo naturaleza.—¿Estás segura que lo has puesto bien? —interrogó ella.Su amiga asintió con energía.—Nunca me confundo —dijo la rubia —. Sabes que nunca lo hago. Lo que pasa es que la ubicación está medio rara, ¿no?Cuando el animal ya había salido de la carretera y había correteado hasta adentrarse en el bosque de nuevo, Kaitlyn arrancó el vehículo y siguió conduciendo hasta su incierto destino.—¿Cuanto dice que falta p
En primer lugar, ¿quien era esa Diosa Luna? Y en segundo, ¿por que decía que Nial era un monstruo? Ahora si que el miedo le subía por el cuerpo arremetiendo contra ella. Si antes dudada sobre el hombre, ahora lo hacía más. Se lo imaginaba como un viejo lleno de arrugas, un aliento apestoso y poco amistoso.Qué equivocaba estaba.¡En dónde se había metido! Quería salir, irse a toda velocidad de ese sitio.En cambio, sus pies permanecieron anclados en el suelo. Mirando a todas esas mujeres que hablaban con ella.—El Alfa se ha vuelto loco, mira que contratar a una humana como niñera —expresó una.¿Aquella señora había dicho humana? ¡Como si existieran otras razas en el mundo! ¡Ja!—Está perdiendo la cabeza, deberían pararle los pies.—Hace lo que quiere y cuando quiere. Es nuestro líder, ojalá perteneciéramos a otras manadas, no seríamos tan infelices. Y todo estoy fue por el luto, está durando demasiado tiempo.Las mujeres hablaban una tras de otra, la que primero se había dirigido a e
La pelirroja no supo que hacer, abrazó a la niñita que lloraba desconsoladamente. Pero se dio cuenta de algo que le heló la sangre, quitó un momento la mano de la cabeza de la niña y descubrió que había sangre en su palma. Abrió los ojos asegurándose de donde venía.—Eh, bueno, papá —Rebeca jugó con los mechones de su cabello rubio, la muchacha ya no tenía un acento francés —. Ella es la niñera de la que te hablé.Kaitlyn no tenía la vista hacia el hombre, pero pudo escuchar un gruñido.—Rebeca, no me hablaste de ninguna niñera —rugió, lo oyó caminar hasta las ventanas y abrir las cortinas. Inmediatamente la luz alumbró toda la estancia —. ¿De que se trata esto? ¿De una broma?¡Esos niños sí que eran unos demonios!La habían engañado a ella y a su propio padre, no sabía cuál era el motivo o si solo eran juegos de niños, pero aquello no le hizo feliz, al revés, se le subió un estremecimiento por la espalda. Se centró en la pequeña que se había acurrucado en su pecho y ella se arrodilló
Kaitlyn no podía permitir perder ese posible empleo, verdaderamente necesitaba ese dinero. Los ahorros se iban acabando en la cuenta bancaria que le dejó su abuelo antes de morir, y aunque había ahorrado bastante con sus antiguos empleos, sobrevivir conllevaba gastos, unos que iban desapareciendo cada vez más rápido del banco.Observó el baño tan amplio y elegante que le había llevado la niña, sin duda esa casa se era más grande de lo que podía imaginar, con grandes techos, varios pisos y habitaciones, en cada pasillo había por lo menos cinco puertas, y en cada planta un pequeño descansillo con una chimenea para cuando el frío clima del invierno diera duro.—¿Te gusta mi papi? —preguntó de la nada Kate.A Kaitlyn le subieron los colores por las mejillas, esa niña era bastante rara. ¡Cómo se le ocurría preguntar eso!—Es lindo —confesó ella, después de todo no nena no lo hacía con maldad.La pequeña sonrió de un modo en el que ella no podía verla.Estaba metida en la bañera blanca, con
¡No le había dado el trabajo como niñera! Había dicho que no. Qué no podía trabajar allí. Qué no era correcto porque no tenía estudios importantes. Ni tampoco tenía una ficha completa de ella para aceptar tal trabajo. Ella le había dado el nombre falso de Kristen Fox para que pudiera revisar su expediente, pero no le había echo caso y se negó. ¡Maldito fuera Nial Wolf!Kaitlyn estaba sentada en el asiento conductor de la vieja caravana, percibió como las puntas de sus dedos picaban y una rabia intensa crecía en su interior. Un momento después, se encontró dándole puñetazos al volante del vehículo, justamente golpeaba en el claxon, haciendo que toda la gente que pasaba por allí le mirara raro. —¡Puta mierda! ¡Puto trabajo de mierda! —chilló ella bastante enojada —. Odio a Nial —dirigió su mirada hacia la mansión de madera —. Te odio, Nial. Te odio con todas mis fuerzas. Ni por esas su amiga Rose se despertaba. Aquella otra muchacha era un caso aparte. Cuando se hubo calmado un p
Cuando la noche pasó rápidamente para Kaitlyn y su alarma del teléfono sonó para despertarla a las seis de la mañana, ella supo que debería dejar su pereza a un lado y asistir a su primer día de trabajo. En realidad, ya estaba en su trabajo. La habitación permanecía en penumbra cuando abrió los ojos, se lamentó porque aún ni siquiera había salido el sol. Se levantó bufando porque se sentía demasiado cansada. Antes de irse directamente al aseo personal que tenía en la habitación, echó un vistazo por la ventana para buscar su caravana. Estaba bastante lejos de allí, aparcada entre dos grandes pinos. Pensó en su amiga Rose, más tarde le diría a Nial sobre ella. Obviamente no podía dejarla sola, así que intentaría mediar con el hombre para que la dejara allí y pedirle que le diera algún trabajo. ¡Rose no podía irse! ¡Era su mejor amiga, tenía que estar con ella! Sin perder más tiempo, se metió al baño para darle una ducha rápida y asearse. Presentía que iba a ser un gran día. Cuando
Después de tener ese fugaz encuentro con el padre de los niños, corrió despavorida hacia su cuarto y se encerró a él más de media hora para no volver a encontrarse con ese semental y calmar sus nervios. Más tarde, cuando salió la ama de llaves le dijo que estaba retrasada en despertar a los niños y su desayuno. Se disculpó, y fue llevando a los niños uno por uno a la cocina, donde al comedor, la cocinera personal de hogar preparaba ya el desayuno para ellos. —¡Queremos tortitas! ¡Queremos tortitas! —dijeron al unísono los gemelos Jesse y Jessie. —¡Con mermelada de fresa! —chilló la pequeña Kate. —¡Claro que no! ¡Con chocolate sabe mejor! —emitió Sam, la chica adolescente. Eso fue lo que escuchó Kaitlyn al entrar en el comedor junto a Megan, la hija de once años paralitica de Nial. La bonita muchacha parecía un ángel con su cabello rubio y sus ojos azules como el agua del Mar Caribe. Lastimosamente sus piernas dejaron del funcionar cuanto tuvo un accidente del que no se atrevía a
Cuando los niños se subieron en su pequeño autobús personal, y emprendieron marcha hacia el colegio, Kaitlyn por fin pudo respirar en paz. Tuvo que mandar a los niños al baño para que se ducharan y quitaran toda esa suciedad provocada por la pelea. Más tarde, tendría una conversación con los niños. No les gustaba ver como ellos se ofendían o peleaban. Eran muy chiquitos para esas cosas. Observó como el vehículo se alejaba campo abajo, donde el claro se extendía. No había ido allí así que lo sabía si él claro se cerraba o hay más terreno lleno de casas. Pero tenía tanto que hacer todavía, bufo por lo bajo. La ama de llaves apareció detrás del porche, le dio un pequeño susto. —No te quedes ahí, muchacha. ¡Tienes ir a lavar la ropa! —le notificó la mujer. Kaitlyn suspiró hondo. Solo eran las siete y media de la mañana, pero estaba agotada. —No tardaré nada, Ama. La lavadora hará el trabajo en unos minutos... —¡Pero que lavadora ni que nada! —exclamó la señora, Kait la miró con los