Kaitlyn no podía permitir perder ese posible empleo, verdaderamente necesitaba ese dinero. Los ahorros se iban acabando en la cuenta bancaria que le dejó su abuelo antes de morir, y aunque había ahorrado bastante con sus antiguos empleos, sobrevivir conllevaba gastos, unos que iban desapareciendo cada vez más rápido del banco.
Observó el baño tan amplio y elegante que le había llevado la niña, sin duda esa casa se era más grande de lo que podía imaginar, con grandes techos, varios pisos y habitaciones, en cada pasillo había por lo menos cinco puertas, y en cada planta un pequeño descansillo con una chimenea para cuando el frío clima del invierno diera duro.—¿Te gusta mi papi? —preguntó de la nada Kate.A Kaitlyn le subieron los colores por las mejillas, esa niña era bastante rara. ¡Cómo se le ocurría preguntar eso!—Es lindo —confesó ella, después de todo no nena no lo hacía con maldad.La pequeña sonrió de un modo en el que ella no podía verla.Estaba metida en la bañera blanca, con su ropa mojada. La niña se echó champú en la mano y empezó a esparcírselo por la cabeza, Kaitlyn hizo lo mismo. Aquella sangre costaba quitarla, pero pronto dejaría de afear su cabello dorado tirando a castaño.—¿Quieres casarte con mi papi? —quiso saber Kate —. Te dará muchos besitos cada noche, y os reiréis mucho en la madrugada. No sé qué se haga en la madrugada, porque yo solo duermo porque soy chica aún, pero vas a divertirte mucho. Tal vez puedan jugar al sándwich.Parpadeó observando hablar a la nena, por alguna razón se empeñaba en emparejarla con su padre.—¿Qué es jugar al sándwich?La niña cerró los ojos y se dejó enjuagar por la niñera.—No lo sé, pero mi hermano Jesse dice que así nací yo. Dijo que mis papis siempre jugaban al sándwich y se besaban mucho —contó la niña con mucha emoción.Kaitlyn sabía exactamente a lo que se refería. No pudo evitar que se le subiera un hormigueo y se quedara atascado en su parte baja, esa sensación se convirtió en una tortura para ella. El solo pensamiento de imaginarse a Nial en la misma cama que ella, siendo besada por sus carnosos labios, disfrutando de sus caricias...La muchacha dio un respingo. Ella sabía que el hombre era viudo, lo ponía en su ficha de la aplicación de niñeras, así que tenía vía libre. ¡Pero que estaba pensando! ¡Si le empleaba iba a ser su jefe! ¡No podía tener esos pensamientos!¿O sí?—No te ofendas, cielo, pero tu papá no me interesa —mintió.La niña se sintió muy triste. Estaba intentado hacer todo lo posible para que no se quisiera ir y se enamorara de su papá.—¿Tienes novio? —interrogó Kate.Ella negó con la cabeza.—No, cielo —acarició las hebras lisas de la niña, volvió a masajear su cuero cabelludo haciéndole un masaje —. ¿Te duele? Creo que te diste un golpe fuerte, pero no tienes ninguna herida. Le diré a Nial que llame a un doctor para que te revise.—Mi papi puede ser tu novio.Esa niña sí que era intensa, pensó. Kaitlyn tuvo que contener una risita.—Si haces todo lo que el doctor te diga, te prometo que pensaré seriamente en tu padre como futuro candidato para que sea el amor de mi vida —le garantizó a la pequeñina.La niña estuvo feliz cuando la joven muchacha pelirroja le derramó un poco de agua tibia por su cabeza, arrebatándole todos los rastros de sangre. Salpicó un poco el agua para hacer reír a Kate, parecía una escena familiar, que merecía ser retratada y pintada por lo bello del momento.Ninguna de las dos se dio cuenta quienes las estaba mirando con unos ojos tan negros como una noche sin luna.≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪Nial repasó las nalgas redondas de la serpiente pelirroja, esa mujer sí que era bárbara. Se encontró mirando su cuerpo femenino en el marco de la puerta del baño, estaba aclarando el cabello de su hija y hablaba con ella como si se conocieran desde siempre.Le dio una punzada dolorosa en el pecho, porque recordó cuando su alma gemela bañaba a Kate cuando era solo un bebé de un año. Su esposa estaba muy contenta por su nuevo cachorro, pero los recuerdos pronto se vieron relegados a nuevo pensamiento.Su Luna ya estaba muerta.No tenía sentido pensar en ella ya. Había disfrutado muchos años de su compañía, claro que la extrañaba, pero solo era eso, un doloroso recuerdo de su vida.—No necesito un doctor, yo puedo...Cortó a la niña antes de que destapará el secreto que su raza había escondido por siglos.—He llamado a un doctor para que te examine —avisó con voz ronca.Nial se dio cuenta de cómo Kaitlyn se asustó, porque de inmediato se levantó, atrapó una toalla para ponérsela a la niña y sacarla de la bañera. Jesse que estaba detrás de las piernas de su padre, entró en el baño y abrazó a su hermanita. Los niños rieron mientras salían de la estancia, dejando un rastro de agua que provenía del vestido de la menor.Los dos adultos se quedaron quietos, ninguno sabía que decir o hacer. Estaban en un momento tenso y bueno, Nial estaba seguro de que si esa mujer no se fuera rápido de allí, no se haría dueño de sus actos. Le atraía demasiado la forma en la que se trasparentaban sus pechos bajo, adornados por unos pezones deliciosamente erectos.Y que estuviera mojada, no ayudaba en la tarea de dejar de observarla.El lobo podía oler la excitación de la mujer, su aroma era tan exquisito, tan atrayente, tan...Él tenía que sacar a esa mujer de allí antes de que la desnudara y le hiciera suya. Su control estaba empezando a romperse.—Bueno, eh —comenzó diciendo Kaitlyn, bastante nerviosa —. ¿Entonces no fue usted quién me contactó?Su suave voz pareció acariciarle la entrepierna, que empezó a formarse un bulto entre la tela de sus pantalones. No supo el motivo, pero esa serpiente pelirroja le había excitado como hacía mucho tiempo nadie lo lograba.Definitivamente la llamaría serpiente pelirroja.—No requiero de sus servicios —dijo Nial altanero.—¿No necesita una niñera?El hombre alzó una ceja confundido.—Lo cierto es que estaba pensando en buscar una, pero claramente usted no es la indicada —declaró sin remordimientos.A Nial le agradaba ver cómo la muchacha arrugaba la nariz, eso significaba que iba a decir alguna grosería.—¡Y eso por qué! Ya vio como me enfrento a los momentos de crisis.«Porque eres una atractiva humana que va a estar rodeada de monstruos, y yo seré el primero que devoraré si te quedas» pensó Nial.—¿Tiene algún título? —cuestionó.—No.—¿Estudios?—Solo hasta la secundaria —respondió ella abruptamente.—Entonces no hay nada más que decir —finalizó la conversación —. Iré a salvar a la pobre ama de llaves para que la acompañé hasta la salida.Estuvo a punto de girar para ejecutar esa acción, pero observó los ojos cristalinos de la muchacha y sus piernas se paralizaron.—Señor, no voy a enseñarles nada. Tan solo voy a cuidarlos mientras no esté en casa, no creo que para eso se necesite muchos estudios —señaló Kaitlyn —. Deme una oportunidad, por favor.¡No le había dado el trabajo como niñera! Había dicho que no. Qué no podía trabajar allí. Qué no era correcto porque no tenía estudios importantes. Ni tampoco tenía una ficha completa de ella para aceptar tal trabajo. Ella le había dado el nombre falso de Kristen Fox para que pudiera revisar su expediente, pero no le había echo caso y se negó. ¡Maldito fuera Nial Wolf!Kaitlyn estaba sentada en el asiento conductor de la vieja caravana, percibió como las puntas de sus dedos picaban y una rabia intensa crecía en su interior. Un momento después, se encontró dándole puñetazos al volante del vehículo, justamente golpeaba en el claxon, haciendo que toda la gente que pasaba por allí le mirara raro. —¡Puta mierda! ¡Puto trabajo de mierda! —chilló ella bastante enojada —. Odio a Nial —dirigió su mirada hacia la mansión de madera —. Te odio, Nial. Te odio con todas mis fuerzas. Ni por esas su amiga Rose se despertaba. Aquella otra muchacha era un caso aparte. Cuando se hubo calmado un p
Cuando la noche pasó rápidamente para Kaitlyn y su alarma del teléfono sonó para despertarla a las seis de la mañana, ella supo que debería dejar su pereza a un lado y asistir a su primer día de trabajo. En realidad, ya estaba en su trabajo. La habitación permanecía en penumbra cuando abrió los ojos, se lamentó porque aún ni siquiera había salido el sol. Se levantó bufando porque se sentía demasiado cansada. Antes de irse directamente al aseo personal que tenía en la habitación, echó un vistazo por la ventana para buscar su caravana. Estaba bastante lejos de allí, aparcada entre dos grandes pinos. Pensó en su amiga Rose, más tarde le diría a Nial sobre ella. Obviamente no podía dejarla sola, así que intentaría mediar con el hombre para que la dejara allí y pedirle que le diera algún trabajo. ¡Rose no podía irse! ¡Era su mejor amiga, tenía que estar con ella! Sin perder más tiempo, se metió al baño para darle una ducha rápida y asearse. Presentía que iba a ser un gran día. Cuando
Después de tener ese fugaz encuentro con el padre de los niños, corrió despavorida hacia su cuarto y se encerró a él más de media hora para no volver a encontrarse con ese semental y calmar sus nervios. Más tarde, cuando salió la ama de llaves le dijo que estaba retrasada en despertar a los niños y su desayuno. Se disculpó, y fue llevando a los niños uno por uno a la cocina, donde al comedor, la cocinera personal de hogar preparaba ya el desayuno para ellos. —¡Queremos tortitas! ¡Queremos tortitas! —dijeron al unísono los gemelos Jesse y Jessie. —¡Con mermelada de fresa! —chilló la pequeña Kate. —¡Claro que no! ¡Con chocolate sabe mejor! —emitió Sam, la chica adolescente. Eso fue lo que escuchó Kaitlyn al entrar en el comedor junto a Megan, la hija de once años paralitica de Nial. La bonita muchacha parecía un ángel con su cabello rubio y sus ojos azules como el agua del Mar Caribe. Lastimosamente sus piernas dejaron del funcionar cuanto tuvo un accidente del que no se atrevía a
Cuando los niños se subieron en su pequeño autobús personal, y emprendieron marcha hacia el colegio, Kaitlyn por fin pudo respirar en paz. Tuvo que mandar a los niños al baño para que se ducharan y quitaran toda esa suciedad provocada por la pelea. Más tarde, tendría una conversación con los niños. No les gustaba ver como ellos se ofendían o peleaban. Eran muy chiquitos para esas cosas. Observó como el vehículo se alejaba campo abajo, donde el claro se extendía. No había ido allí así que lo sabía si él claro se cerraba o hay más terreno lleno de casas. Pero tenía tanto que hacer todavía, bufo por lo bajo. La ama de llaves apareció detrás del porche, le dio un pequeño susto. —No te quedes ahí, muchacha. ¡Tienes ir a lavar la ropa! —le notificó la mujer. Kaitlyn suspiró hondo. Solo eran las siete y media de la mañana, pero estaba agotada. —No tardaré nada, Ama. La lavadora hará el trabajo en unos minutos... —¡Pero que lavadora ni que nada! —exclamó la señora, Kait la miró con los
Nial persiguió a Kaitlyn acechándola de forma lobuna, solía hacer eso cuando quería divertirse con algún animal solitario y después devorarlo con sus caninos. Solo que está vez, pensaba devorar la entrepierna de la señorita que huida despavorida. Si centro vibró con deseo, pronto una enorme erección adornaba sus pantalones. Esbozó una sonrisa peculiar, pero jodidamente sexy cuando alzando a la joven pelirroja. La atrapó por las caderas aferrándola con sus fuertes brazos y tirando de ella para que la distancia se disipara. Kait jadeó, tal susto fue aquel, que soltó la canasta por inercia. Con horror observó como el objeto rodaba chocándose con raíces que sobresalían de la tierra, la ropa se esparció ensuciándose más. Después levantó la cabeza para obsérvalo a él. Sus ojos, tan negros por la perversidad que habitaba en ellos, la hizo estremecer con hormigueos extraños. —Usted está loco, señor Wolf. Suélteme inmediatamente —murmuró ella con valor. Nial la empujó para estrecharla cont
CAPÍTULO 12Ojos en el bosque Kaitlyn quería recordar algo. Pero no sabía lo que era. ¿Los besos de ese semental? Tal vez. Ahora estaba más horrorizada que antes. ¡Cómo demonios había sucedido aquello entre los dos! Las mejillas de ella estaban rojas por la vergüenza. Se repetía una y otra vez que había sido un error, uno que le gustó, por cierto. Agarrándose del uniforme roto, se tapó su desnudez y corrió hasta la mansión de su jefe. No importaba si dejaba la cesta de ropa tirada en el suelo, necesitaba una ducha de agua fría urgente. Cuando llegó a la casa, se escondió entre unos arbustos del jardín y revisó su había alguien pasando por allí, cuando verificó que el lugar estaba solitario, salió disparada hacia la puerta de atrás de la cocina. Casi le da un atasque al corazón cuando se encontró con Ama en la misma puerta, ella tenía unas facciones enfadas. —¡Aquí estás, muchacha! ¡Me tenías preocupada! —exclamó la doña dirigiendo sus ojos hacia la prenda rota —. ¿Se puede saber
—Si no vas a pedírtelo tú, lo quiero yo. ¿Viste tremendo papasote? Amo, nena —comentó Rose entre risitas —. Que piernas. Que brazos. Que rostro tan atractivo. Creo que me he enamorado. Me pregunto le colgará de entre las piernas algo considerable. Había subido al dormitorio de su amiga niñera para contarle que había conseguido un trabajo nuevo como camarera, en algún restaurante del pueblo, el que estaba más abajo de la colina y que Kaitlyn no sabía de su existencia aún. La pelirroja miró a su amiga con una ceja alzada, no le ponía celosa ni nada lo que Rose decía, pero se sentía incómoda. Después del encuentro con Nial en el bosque, después de esos besos que le dio y que el recuerdo de aquellos permaneciera en ella por la eternidad, Kaitlyn no se sentía cómoda hablando sobre él. Sacudió la cabeza y prestó atención a la conversación. —Eres tan descarada como él —acusó la pelirroja. La amiga la examinó con interés. —¿Y cómo sabes tú que es descarado? —preguntó Rose sonriendo con
A Kaitlyn le encantaba huir. ¿Pero cómo demonios iba a hacerlo ahora? En realidad ella quería esa cita, pero no era lo correcto. No sabía de las intenciones de ese hombre, bueno si las sabía, porque las suyas eran las mismas. Eso la avergonzó tanto. Quería algo más. No solo sexo casual por los rincones. No sabía el motivo, en su vida siempre sus amantes habían sido cosa de segundo plato, pero ahora. Ni siquiera lo sabía. ¿Qué tenía ese hombre que la hacía ir hasta él como un imán? Tal vez solo necesitaba esforzarse y pensar. Hacerlo mucho hasta que hubiera una explicación razonable. —¿Por qué tan callada? —preguntó Sam, con el final de su bolígrafo en la boca.Los niños estaban en su sala de estudio, haciendo sus deberes del colegio. Rebeca aún no había aparecido y eso a la pelirroja le asustó. La mayor de los Wolf ya era más grande, pero eso no significaba que pudiera desaparecer sin dejar rastro o al menos llamar a casa para avisar de su retraso. Levantó la cabeza para mirar a S