¡No le había dado el trabajo como niñera!
Había dicho que no.Qué no podía trabajar allí.Qué no era correcto porque no tenía estudios importantes. Ni tampoco tenía una ficha completa de ella para aceptar tal trabajo. Ella le había dado el nombre falso de Kristen Fox para que pudiera revisar su expediente, pero no le había echo caso y se negó.¡Maldito fuera Nial Wolf!Kaitlyn estaba sentada en el asiento conductor de la vieja caravana, percibió como las puntas de sus dedos picaban y una rabia intensa crecía en su interior. Un momento después, se encontró dándole puñetazos al volante del vehículo, justamente golpeaba en el claxon, haciendo que toda la gente que pasaba por allí le mirara raro.—¡Puta m****a! ¡Puto trabajo de m****a! —chilló ella bastante enojada —. Odio a Nial —dirigió su mirada hacia la mansión de madera —. Te odio, Nial. Te odio con todas mis fuerzas.Ni por esas su amiga Rose se despertaba. Aquella otra muchacha era un caso aparte.Cuando se hubo calmado un poco, cerró los ojos tomándose un tiempo para hacer que sus nervios no explotaran por los aires. No era para tanto, ¿verdad? Había millones de personas que eran rechazadas en los empleos, pero aún así no se rendían.Seguían luchando para salir de la misera.Y eso iba a hacer ella, puede que en esa casa no había tenido suerte. Pero tal vez en otra sí.Unos golpes en la ventana de la caravana hizo que abriera los ojos como un búho y se girara la cabeza para ver a la mujer de unos años entrada en carnes. Tenía un rostro común, con un pelo negro recogido en una coleta.—Ya los he asustado.Kaitlyn abrió la ventanilla poniendo una sonrisa falsa.—¿Diga? —preguntó sumisa.La mujer la observó unos instantes.—Estorbas aquí, niña. Mueve tu caravana antes de que alguien venga y se la lleve al desguace —le dijo de mala gana, uy que mujer tan rabiosa —. Otra cosa, ¿es usted la niñera?Kaitlyn parpadeó sin saber muy bien cómo reaccionar, solo quería irse de ese lugar. El sol se había comenzado a meter entre los árboles, y pronto la oscuridad lo poseería todo. A ella no le gustaba conducir de noche, su visión no era muy buena en la oscuridad.—Pues...Creo que no llegué a serlo, el señor Wolf me despidió antes de contratarme –bromeó para calmar un poco la tensión, la señora no se le vio ni una muestra de diversión—. ¿Viene a echarme de la reserva? Por favor, déjeme quedarme hasta el amanecer. Yo le juro que me voy, pero no puedo conducir de noche. ¿No se da cuenta de que alguien me puede secuestrar?La mujer negó con la cabeza.—¡Calla, muchacha! —se impacientó la ama de llaves —. No sé qué le hizo cambiar de opción al Alfa, pero decidió darte una oportunidad. Tienes una semana de prueba.¿La señora se había referido a Nial como "Alfa"? ¿Y eso que m****a era? ¿Un apodo en su comuna de gente rara que vive en un bosque alejado del mundo? Kaitlyn dejó de entender.—Ya se me quitaron las ganas.—¿Cómo dice? —se impresionó la mujer, incluso le salió un medio gallo en su voz.La muchacha quitó las llaves de la caravana y se las escondió debajo del sillón. No tardó en abrir la puerta, bajarse del coche y saltar emocionada por las nuevas noticias que alteraban su vida.Y llenaban su cartera, claro, eso era importante.—¡Nah, cómo crees, solo estoy bromeando! —se carcajeó Kaitlyn, la señora la miraba como si fuera el bicho más raro que hubiera visto en la vida.—Estos humanos...—murmuró.—Hable más alto que no la entiendo.Pero que descarada era la pelirroja. En fin, siguiendo los pasos de la señora ama de llaves, supuso que lo era porque aún tenía señales de estar amarrada, caminó detrás de ella esperando que le diera instrucciones o simplemente siguiera hablando.¿Cómo habían podido los niños amarrar aquella mujer? No era tan delgada para que unos niños chiquitos hicieran maldades contra su persona.—Las reglas aquí son claras —ahí venía todo lo que había esperado, reglas y más reglas —. Siempre deberas dirigirte al señor como Alfa y con un modo respetuoso. No sobrepasaras los limites de la reserva, es región de animales, y ellos campan en libre albedrío, pueden cazarte y hacerte daño, hay muchos lobos ahí. Está prohibido entrar en los aposentos del señor. Nunca le miraras a los ojos, a no ser que él lo autorice. Por nada del mundo le tocarás. Si te manda algo, lo ejecutas sin vacilar. No puedes vestirte provocativa, se te asignará un uniforme.La verdad que a Kaitlyn le daba igual eso, iba a hacer lo que se le diera la gana. Siguió a la ama de llaves que se había introducido de nuevo en la casa, juntas subieron por las escaleras de madera mientras escuchaba todo lo que no se podía hacer.¿Qué no se podía? Ya vería como si se podía. Ugh. Kaitlyn se arrepintió de ese pensamiento. Iba ahí para ganarse la vida, no para jugar a romper todas las normas de ese supuesto Alfa. ¿De verdad lo llamaban así? No si aquello parecía un hogar para locos.La muchacha observo a unos gemelos y a Kate asomarse al final de la escalera de la segunda planta, los tres sonrieron cómplices.—¡Niños, es la hora del estudio! ¡Vamos, a sus cuartos! —les mandó la ama de llaves.Kaitlyn les guiñó un ojo y los niños corrieron a sus habitaciones llenando el pasillo de sus carcajadas.—¿Cuál es tu nombre, muchacha?—Kristen Kaitlyn Fox.—Sigamos, Kristen, porque aún te tengo que contar muchas cosas más. Ahora iremos a tu habitación para que la veas y te acomodes, si necesitas traer algo díselo al Alfa y el mandara a alguien a por ello —aseguró la mujer, empezó a subir las escaleras hasta el tercer piso.La pelirroja asintió.—En el sótano están las mazmorras, nunca entres ahí. La primera planta de la casa está la cocina, el comedor, la sala de estar, un salón para las fiestas, una pequeña biblioteca, hay una puerta que te llevará al jardín. En la segunda planta están los dormitorios de los chiquillos, de los siete. También está el despacho, la biblioteca grande, la sala de teatro y cine, y los aseos. En la tercera hay es realmente solo dormitorios para las visitas, también está las habitaciones de las sirvientas que sirven a la casa. Y en la última planta, nunca entres ahí, está los aposentos del señor. No necesitas saber lo que hay ahí. ¿Queda entendido?A Kaitlyn le empezaba a doler la cabeza. Dio un bostezo porque estaba realmente aburrida de escuchar a esa mujer. ¡Qué se callara ya!La ama de llaves abrió una puerta, un cuarto bastante lindo se apreció cuando entraron. Tenía una cama grande, varios sillones y un ventanal con excelentes vistas.—Lo referente a los niños te lo dare por escrito más tarde. Así te lo lees y se te queda. Bien. Este será tu cuarto ¿Entonces estás lista para cuidar de siete niños? Hay de todas las edades, muchacha. Te lo advierto.Kaitlyn observó su nueva habitación con los ojos brillantes. ¡Nunca había tenido una habitación propia! ¡Estaba muy emocionada!—Mañana empiezas, el Alfa te esperará a las cinco de la tarde para que firmes el contrato. Por cierto, mi nombre es Ama.Ama la ama de llaves. Wow, ese nombre si que se le iba a quedar en la mente.AHAHAHA, ¡había conseguido empleo de verdad! Si tal solo supiera lo que le esperaba.Cuando la noche pasó rápidamente para Kaitlyn y su alarma del teléfono sonó para despertarla a las seis de la mañana, ella supo que debería dejar su pereza a un lado y asistir a su primer día de trabajo. En realidad, ya estaba en su trabajo. La habitación permanecía en penumbra cuando abrió los ojos, se lamentó porque aún ni siquiera había salido el sol. Se levantó bufando porque se sentía demasiado cansada. Antes de irse directamente al aseo personal que tenía en la habitación, echó un vistazo por la ventana para buscar su caravana. Estaba bastante lejos de allí, aparcada entre dos grandes pinos. Pensó en su amiga Rose, más tarde le diría a Nial sobre ella. Obviamente no podía dejarla sola, así que intentaría mediar con el hombre para que la dejara allí y pedirle que le diera algún trabajo. ¡Rose no podía irse! ¡Era su mejor amiga, tenía que estar con ella! Sin perder más tiempo, se metió al baño para darle una ducha rápida y asearse. Presentía que iba a ser un gran día. Cuando
Después de tener ese fugaz encuentro con el padre de los niños, corrió despavorida hacia su cuarto y se encerró a él más de media hora para no volver a encontrarse con ese semental y calmar sus nervios. Más tarde, cuando salió la ama de llaves le dijo que estaba retrasada en despertar a los niños y su desayuno. Se disculpó, y fue llevando a los niños uno por uno a la cocina, donde al comedor, la cocinera personal de hogar preparaba ya el desayuno para ellos. —¡Queremos tortitas! ¡Queremos tortitas! —dijeron al unísono los gemelos Jesse y Jessie. —¡Con mermelada de fresa! —chilló la pequeña Kate. —¡Claro que no! ¡Con chocolate sabe mejor! —emitió Sam, la chica adolescente. Eso fue lo que escuchó Kaitlyn al entrar en el comedor junto a Megan, la hija de once años paralitica de Nial. La bonita muchacha parecía un ángel con su cabello rubio y sus ojos azules como el agua del Mar Caribe. Lastimosamente sus piernas dejaron del funcionar cuanto tuvo un accidente del que no se atrevía a
Cuando los niños se subieron en su pequeño autobús personal, y emprendieron marcha hacia el colegio, Kaitlyn por fin pudo respirar en paz. Tuvo que mandar a los niños al baño para que se ducharan y quitaran toda esa suciedad provocada por la pelea. Más tarde, tendría una conversación con los niños. No les gustaba ver como ellos se ofendían o peleaban. Eran muy chiquitos para esas cosas. Observó como el vehículo se alejaba campo abajo, donde el claro se extendía. No había ido allí así que lo sabía si él claro se cerraba o hay más terreno lleno de casas. Pero tenía tanto que hacer todavía, bufo por lo bajo. La ama de llaves apareció detrás del porche, le dio un pequeño susto. —No te quedes ahí, muchacha. ¡Tienes ir a lavar la ropa! —le notificó la mujer. Kaitlyn suspiró hondo. Solo eran las siete y media de la mañana, pero estaba agotada. —No tardaré nada, Ama. La lavadora hará el trabajo en unos minutos... —¡Pero que lavadora ni que nada! —exclamó la señora, Kait la miró con los
Nial persiguió a Kaitlyn acechándola de forma lobuna, solía hacer eso cuando quería divertirse con algún animal solitario y después devorarlo con sus caninos. Solo que está vez, pensaba devorar la entrepierna de la señorita que huida despavorida. Si centro vibró con deseo, pronto una enorme erección adornaba sus pantalones. Esbozó una sonrisa peculiar, pero jodidamente sexy cuando alzando a la joven pelirroja. La atrapó por las caderas aferrándola con sus fuertes brazos y tirando de ella para que la distancia se disipara. Kait jadeó, tal susto fue aquel, que soltó la canasta por inercia. Con horror observó como el objeto rodaba chocándose con raíces que sobresalían de la tierra, la ropa se esparció ensuciándose más. Después levantó la cabeza para obsérvalo a él. Sus ojos, tan negros por la perversidad que habitaba en ellos, la hizo estremecer con hormigueos extraños. —Usted está loco, señor Wolf. Suélteme inmediatamente —murmuró ella con valor. Nial la empujó para estrecharla cont
CAPÍTULO 12Ojos en el bosque Kaitlyn quería recordar algo. Pero no sabía lo que era. ¿Los besos de ese semental? Tal vez. Ahora estaba más horrorizada que antes. ¡Cómo demonios había sucedido aquello entre los dos! Las mejillas de ella estaban rojas por la vergüenza. Se repetía una y otra vez que había sido un error, uno que le gustó, por cierto. Agarrándose del uniforme roto, se tapó su desnudez y corrió hasta la mansión de su jefe. No importaba si dejaba la cesta de ropa tirada en el suelo, necesitaba una ducha de agua fría urgente. Cuando llegó a la casa, se escondió entre unos arbustos del jardín y revisó su había alguien pasando por allí, cuando verificó que el lugar estaba solitario, salió disparada hacia la puerta de atrás de la cocina. Casi le da un atasque al corazón cuando se encontró con Ama en la misma puerta, ella tenía unas facciones enfadas. —¡Aquí estás, muchacha! ¡Me tenías preocupada! —exclamó la doña dirigiendo sus ojos hacia la prenda rota —. ¿Se puede saber
—Si no vas a pedírtelo tú, lo quiero yo. ¿Viste tremendo papasote? Amo, nena —comentó Rose entre risitas —. Que piernas. Que brazos. Que rostro tan atractivo. Creo que me he enamorado. Me pregunto le colgará de entre las piernas algo considerable. Había subido al dormitorio de su amiga niñera para contarle que había conseguido un trabajo nuevo como camarera, en algún restaurante del pueblo, el que estaba más abajo de la colina y que Kaitlyn no sabía de su existencia aún. La pelirroja miró a su amiga con una ceja alzada, no le ponía celosa ni nada lo que Rose decía, pero se sentía incómoda. Después del encuentro con Nial en el bosque, después de esos besos que le dio y que el recuerdo de aquellos permaneciera en ella por la eternidad, Kaitlyn no se sentía cómoda hablando sobre él. Sacudió la cabeza y prestó atención a la conversación. —Eres tan descarada como él —acusó la pelirroja. La amiga la examinó con interés. —¿Y cómo sabes tú que es descarado? —preguntó Rose sonriendo con
A Kaitlyn le encantaba huir. ¿Pero cómo demonios iba a hacerlo ahora? En realidad ella quería esa cita, pero no era lo correcto. No sabía de las intenciones de ese hombre, bueno si las sabía, porque las suyas eran las mismas. Eso la avergonzó tanto. Quería algo más. No solo sexo casual por los rincones. No sabía el motivo, en su vida siempre sus amantes habían sido cosa de segundo plato, pero ahora. Ni siquiera lo sabía. ¿Qué tenía ese hombre que la hacía ir hasta él como un imán? Tal vez solo necesitaba esforzarse y pensar. Hacerlo mucho hasta que hubiera una explicación razonable. —¿Por qué tan callada? —preguntó Sam, con el final de su bolígrafo en la boca.Los niños estaban en su sala de estudio, haciendo sus deberes del colegio. Rebeca aún no había aparecido y eso a la pelirroja le asustó. La mayor de los Wolf ya era más grande, pero eso no significaba que pudiera desaparecer sin dejar rastro o al menos llamar a casa para avisar de su retraso. Levantó la cabeza para mirar a S
Rebeca tecleó con una velocidad innata las teclas del ordenador que descansaba en el despacho de su padre. La hija mayor del Alfa no tuvo problemas en acertar la contraseña del aparato, rodeada de sus hermanos abrió una página en la que personas buscaban a niñeras para cuidar a chiquillos. Había algunas con títulos, otras que eran aficionadas y novatas.La muchacha envió un apartado solicitando una mujer niñera. Todos esperaron en silencio a que alguna cayera en la trampa.—¿Por qué nadie nos contesta? —la pequeña Kate se lamentó.Rebeca frunció el ceño, volvió a refrescar la página por si había una nueva notificación. Pero nada, la caja de noticias estaba vacía.—¡Agh! ¡Maldición!Kate la observó mal.—Papi no quiere que digamos esas palabras —le regañó la pequeña a la grande.Sus hermanos gemelos, Jessie y Jesse, ambos con nombres similares, pero demasiados distintos para ser iguales. El mayor con dos minutos de diferencia se acercó a la pantalla para verificar por el mismo lo que e