Después de tener ese fugaz encuentro con el padre de los niños, corrió despavorida hacia su cuarto y se encerró a él más de media hora para no volver a encontrarse con ese semental y calmar sus nervios. Más tarde, cuando salió la ama de llaves le dijo que estaba retrasada en despertar a los niños y su desayuno. Se disculpó, y fue llevando a los niños uno por uno a la cocina, donde al comedor, la cocinera personal de hogar preparaba ya el desayuno para ellos. —¡Queremos tortitas! ¡Queremos tortitas! —dijeron al unísono los gemelos Jesse y Jessie. —¡Con mermelada de fresa! —chilló la pequeña Kate. —¡Claro que no! ¡Con chocolate sabe mejor! —emitió Sam, la chica adolescente. Eso fue lo que escuchó Kaitlyn al entrar en el comedor junto a Megan, la hija de once años paralitica de Nial. La bonita muchacha parecía un ángel con su cabello rubio y sus ojos azules como el agua del Mar Caribe. Lastimosamente sus piernas dejaron del funcionar cuanto tuvo un accidente del que no se atrevía a
Cuando los niños se subieron en su pequeño autobús personal, y emprendieron marcha hacia el colegio, Kaitlyn por fin pudo respirar en paz. Tuvo que mandar a los niños al baño para que se ducharan y quitaran toda esa suciedad provocada por la pelea. Más tarde, tendría una conversación con los niños. No les gustaba ver como ellos se ofendían o peleaban. Eran muy chiquitos para esas cosas. Observó como el vehículo se alejaba campo abajo, donde el claro se extendía. No había ido allí así que lo sabía si él claro se cerraba o hay más terreno lleno de casas. Pero tenía tanto que hacer todavía, bufo por lo bajo. La ama de llaves apareció detrás del porche, le dio un pequeño susto. —No te quedes ahí, muchacha. ¡Tienes ir a lavar la ropa! —le notificó la mujer. Kaitlyn suspiró hondo. Solo eran las siete y media de la mañana, pero estaba agotada. —No tardaré nada, Ama. La lavadora hará el trabajo en unos minutos... —¡Pero que lavadora ni que nada! —exclamó la señora, Kait la miró con los
Nial persiguió a Kaitlyn acechándola de forma lobuna, solía hacer eso cuando quería divertirse con algún animal solitario y después devorarlo con sus caninos. Solo que está vez, pensaba devorar la entrepierna de la señorita que huida despavorida. Si centro vibró con deseo, pronto una enorme erección adornaba sus pantalones. Esbozó una sonrisa peculiar, pero jodidamente sexy cuando alzando a la joven pelirroja. La atrapó por las caderas aferrándola con sus fuertes brazos y tirando de ella para que la distancia se disipara. Kait jadeó, tal susto fue aquel, que soltó la canasta por inercia. Con horror observó como el objeto rodaba chocándose con raíces que sobresalían de la tierra, la ropa se esparció ensuciándose más. Después levantó la cabeza para obsérvalo a él. Sus ojos, tan negros por la perversidad que habitaba en ellos, la hizo estremecer con hormigueos extraños. —Usted está loco, señor Wolf. Suélteme inmediatamente —murmuró ella con valor. Nial la empujó para estrecharla cont
CAPÍTULO 12Ojos en el bosque Kaitlyn quería recordar algo. Pero no sabía lo que era. ¿Los besos de ese semental? Tal vez. Ahora estaba más horrorizada que antes. ¡Cómo demonios había sucedido aquello entre los dos! Las mejillas de ella estaban rojas por la vergüenza. Se repetía una y otra vez que había sido un error, uno que le gustó, por cierto. Agarrándose del uniforme roto, se tapó su desnudez y corrió hasta la mansión de su jefe. No importaba si dejaba la cesta de ropa tirada en el suelo, necesitaba una ducha de agua fría urgente. Cuando llegó a la casa, se escondió entre unos arbustos del jardín y revisó su había alguien pasando por allí, cuando verificó que el lugar estaba solitario, salió disparada hacia la puerta de atrás de la cocina. Casi le da un atasque al corazón cuando se encontró con Ama en la misma puerta, ella tenía unas facciones enfadas. —¡Aquí estás, muchacha! ¡Me tenías preocupada! —exclamó la doña dirigiendo sus ojos hacia la prenda rota —. ¿Se puede saber
—Si no vas a pedírtelo tú, lo quiero yo. ¿Viste tremendo papasote? Amo, nena —comentó Rose entre risitas —. Que piernas. Que brazos. Que rostro tan atractivo. Creo que me he enamorado. Me pregunto le colgará de entre las piernas algo considerable. Había subido al dormitorio de su amiga niñera para contarle que había conseguido un trabajo nuevo como camarera, en algún restaurante del pueblo, el que estaba más abajo de la colina y que Kaitlyn no sabía de su existencia aún. La pelirroja miró a su amiga con una ceja alzada, no le ponía celosa ni nada lo que Rose decía, pero se sentía incómoda. Después del encuentro con Nial en el bosque, después de esos besos que le dio y que el recuerdo de aquellos permaneciera en ella por la eternidad, Kaitlyn no se sentía cómoda hablando sobre él. Sacudió la cabeza y prestó atención a la conversación. —Eres tan descarada como él —acusó la pelirroja. La amiga la examinó con interés. —¿Y cómo sabes tú que es descarado? —preguntó Rose sonriendo con
A Kaitlyn le encantaba huir. ¿Pero cómo demonios iba a hacerlo ahora? En realidad ella quería esa cita, pero no era lo correcto. No sabía de las intenciones de ese hombre, bueno si las sabía, porque las suyas eran las mismas. Eso la avergonzó tanto. Quería algo más. No solo sexo casual por los rincones. No sabía el motivo, en su vida siempre sus amantes habían sido cosa de segundo plato, pero ahora. Ni siquiera lo sabía. ¿Qué tenía ese hombre que la hacía ir hasta él como un imán? Tal vez solo necesitaba esforzarse y pensar. Hacerlo mucho hasta que hubiera una explicación razonable. —¿Por qué tan callada? —preguntó Sam, con el final de su bolígrafo en la boca.Los niños estaban en su sala de estudio, haciendo sus deberes del colegio. Rebeca aún no había aparecido y eso a la pelirroja le asustó. La mayor de los Wolf ya era más grande, pero eso no significaba que pudiera desaparecer sin dejar rastro o al menos llamar a casa para avisar de su retraso. Levantó la cabeza para mirar a S
Rebeca tecleó con una velocidad innata las teclas del ordenador que descansaba en el despacho de su padre. La hija mayor del Alfa no tuvo problemas en acertar la contraseña del aparato, rodeada de sus hermanos abrió una página en la que personas buscaban a niñeras para cuidar a chiquillos. Había algunas con títulos, otras que eran aficionadas y novatas.La muchacha envió un apartado solicitando una mujer niñera. Todos esperaron en silencio a que alguna cayera en la trampa.—¿Por qué nadie nos contesta? —la pequeña Kate se lamentó.Rebeca frunció el ceño, volvió a refrescar la página por si había una nueva notificación. Pero nada, la caja de noticias estaba vacía.—¡Agh! ¡Maldición!Kate la observó mal.—Papi no quiere que digamos esas palabras —le regañó la pequeña a la grande.Sus hermanos gemelos, Jessie y Jesse, ambos con nombres similares, pero demasiados distintos para ser iguales. El mayor con dos minutos de diferencia se acercó a la pantalla para verificar por el mismo lo que e
Kaitlyn entró la mano en busca de más papas fritas, la bolsa de fritura había descendido considerablemente mientras veía una serie en su vieja iPad. Últimamente le había dado por ver series románticas de almas gemelas que se correspondían, era tan conmovedor...El ronquido de Rose la sacó del misterio de la serie, su amiga roncaba y dormía a pierna suelta en la cama de su caravana heredada por su abuelo. Tenía la boca abierta como un pez e incluso babeaba. ¡Iugh! ¡Pero que asco!Después debería cambiar las sábanas de esa cama.—¡ROSEEEEE! —le gritó.Su amiga dormilona siguió roncando, como si no fuera con ella nada y solo pudiera dormir y dormir.Kaitlyn rodó los ojos.Volvió a colocarse un auricular para no perderse ningún diálogo de la serie, tenía que darse prisa antes de que su wifi se fuera. Su conexión ya era bastante inestable, la verdad es que no tendría conexión de no ser porque la robaba de un camping cercano.Una notificación asaltó su teléfono, extrañada lo desbloqueó y vi