Después que estuvimos largo rato conversando sobre dónde ubicar las mesas y que el capitán le diera todas las indicaciones que quiso al señor abogado sin que yo lo interrumpiera ni una sola vez. Por lo cual ambos hombres me miraban a cada rato que exponían sus ideas. Pero yo estaba feliz porque estaba siendo abrazada por mi gran amor, que me susurró al oído que le gustaría escucharme cantar. Por lo que dirigí mis pasos al piano, aún cuando ellos se debatían en los arreglos del baile comencé a deslizar suavemente mis dedos por las teclas. Y así comencé a tocar armoniosamente una hermosa canción de amor que solía cantar mi madre casi todas las tardes así que yo la aprendí de memoria. Tanto el señor Edmundo como el capitán, se quedaron asombrados al escucharme cantar, este último se acercó despacio y se quedó mirándome apoyado a un lado del piano, sonriendo como si yo le dedicara esta canción a él. Al terminar cerré mis ojos por un instante sintiendo como mis labios eran besados
Pregunté al ver cómo se había quedado mirándome en silencio, sin decidirse a ayudarme a quitar el vestido. No se me escapó la mirada de deseo con que me recorría, tampoco el temor que reflejaba de no poder aguantarse ante mi desnudez.—Perdón Julián, sé que haces un gran sacrificio para aguantarte y no hacerme tuya. Pero si quieres puedes enseñarme algo para ayudarte, y no tienes que aguantarte de esa manera. Escuché que nosotras las mujeres podíamos hacer algo a los hombres que los hace feliz. ¿Quieres enseñarme, por favor? No quiero que sufras por mi causa, tampoco quiero que tengas otras mujeres por ahí. Julián no respondió, me dio la espalda y caminó alejándose de mí. Para de pronto girar y venir a abrazarme y besarme desaforadamente mientras acariciaba todo mi cuerpo y se restregaba con lascivia contra mí. —Mi Ángel, mi amor —susurraba como un poseído— no temas no te haré nada malo, solo permite que haga esto—Sí, sí amor Traté de seguirlo, acariciando su fuerte espa
Seguí en silencio la Madre Superiora hasta la capilla, todavía muy asustada con lo que había sucedido, deseando que apareciera Julián en ese instante, para que me ayudara, porque sentía que mi mente no funcionaba correctamente. Sin embargo, no lo hizo, me imaginé que estaría luchando solo contra todo tipo de demonios que habían aparecido en mi habitación, y mi corazón latió violentamente imaginando que podía pasarle algo. Así que al entrar a la capilla, caí de rodillas pidiéndole al señor, primero, perdón por haber usado su nombre en vano. Segundo, por haber pecado en lo que yo creía que había hecho con mi esposo. Tercero, rogándole que lo cuidara de que no le fuera a pasar nada malo, así como proteger a todos los niños y las hermanas que estaban allí, de esa maldición que solo me pertenecía a mí.La Madre Superiora también rezaba en silencio a mi lado, y así permanecimos por un largo período de tiempo hasta que ella creyó que me había calmado y lo había hecho en verdad. Confi
Intenté recordar a quien mencionaba la Madre Superiora, hasta que le pregunté, ante el vago recuerdo que me llegó.—¿Gerardo? ¿El chico amable que siempre iba cargado de cosas para la navidad? —pregunté tratando de recordar .—Hace años que no ha vuelto.—Sí, ya no es un chico. Fue a la guerra y vino hecho todo un coronel por los méritos alcanzados. Creo que es precisamente al que necesitas para ayudarte con este capitán —dijo ella pensativa.—Madre pero él estaba muy enamorado de una chica, lo recuerdo muy bien. A veces iba con él a llevar las cosas al colegio —dije temiendo que no fuera el indicado, o perturbar su vida.—No es para que se case contigo, que lo invité —dijo ella muy seria. — Pude hablar con él unos días antes de venir para aquí, para avisarle que no íbamos a estar este año en el colegio, no sé si se ha casado, pero no es para eso que lo invité.—¿Qué quiere decir madre? —pregunté ahora interesada—Creo que es el más indicado para espantar ese capitán de aquí, pu
A pesar que el día era oscuro, la alegría y felicidad que desbordaban los niños, y hasta las monjitas, hacíamos que lo pasáramos por alto. Al salir por el portón principal, ya se encontraban listos tres carruajes, que ocupamos todos llenos de felicidad. Los niños grandes van solo en uno de ellos, las hermanas con los más pequeños en el otro y las demás con nosotros. El camino realmente hasta el pueblo es hermoso, comenzando por la arboleda de palmas reales que da entrada y salida a nuestra casa, y que están cubiertas por enormes enredaderas de plantas trepadoras de malanga que las hacen ver muy hermosas. Por todo el recorrido existen árboles de diferentes tipos, que albergan diferentes pájaros de colores, lo que ha llamado realmente la atención a los niños, también a las hermanas, que antes nunca los habían visto. Mientras avanzábamos, a mi mente venían las descripciones que hacía Don Lorenzo, de este pasaje cuando vino por primera vez. Estoy segura que nunca imaginó que su vi
De esa manera, en que las incitaba a tomar de todo lo que les hacía falta, nos entretuvimos más de una hora en la segunda planta, comprando todo lo que queríamos sin preocuparnos de nada. Volvimos a bajar y fuimos directo al área de los niños. Llevándolos a todos con nosotros, dónde volvimos a demorarnos más de dos horas. Reía satisfecha y por primera vez en mi vida desde que había recibido la herencia maldita, sentí que servía para algo. Mi abuela dijo que la utilizara en otros, eso hago, no he comprendo nada para mí, todo para ellos. Pero salimos satisfechas al ver que todos estaban bien abrigados estábamos llenas de bolsas. Al no ver a nadie esperando cuando íbamos ya habíamos comprado todo lo que quisimos. Pensaba que me había liberado de cierto individuo. Nada más lejos de la realidad. Al salir de la tienda me encontré de nuevo con el capitán, que estaba esperando por mí, en un carruaje listo para cargar todo.—Me imaginé que iba a necesitar un carruaje para cargar todo
Las horas pasaban lentamente para mí, que rezaba fervientemente por qué pasaran, y llegara la mañana, para que mi Julián apareciera. Las campanadas del viejo reloj, se estuvieron escuchando toda la noche, así como aquellas pisadas gruesas que se detenían frente a la puerta donde yo estaba justo detrás de ella. Por fin con las primeras horas de la mañana, dejaron de escucharse con el ruido que comenzaron a hacer los sirvientes al llegar para prepararlo todo. Me asomé por una ventana y estaba todo blanco, había nevado la noche completa. Al ver que todos estaban dormidos, salí despacio dirigiéndome a la cocina, con la esperanza de ver a Dolores. Solo estaban las trabajadoras del pueblo que me saludaron sorprendidas al verme.—Buenos días, señorita, ¿qué hace levantada tan temprano?—Buenos días, tengan ustedes —les respondí sin dejar de mirar alrededor en busca de mis sirvientes. — No he podido dormir bien y por eso me levanté. Me quedé cuidando de los chicos, para que las he
Me quedé un momento pensando cómo actuaría mi Julián en estos casos. No perdía la calma y se dedicaba a ordenar a hacer todo lo relacionado con el funcionamiento de la granja. Lo había visto hacer montones de veces, así que decidida, contesté.—Por el momento mandé a los obreros hacer el ordeño porque necesitamos de la leche, luego veré si mando a buscar o no a ese capitán. El problema es que no hay ninguna huella de haber entrado a la fuerza, tampoco se ve ninguna de los caballos en la nieve. Por lo que me imagino que quién lo sacó tuvo que hacerlo anoche en cuanto nosotros llegamos había comenzado a nevar. Los obreros juran que ellos cerraron muy bien antes de irse, no sé qué pensar.—¿No sería Tata Julián que se los llevó para otro lugar?— preguntó la hermana Inés pensativa.—También se me ocurrió esa idea, por eso esperaré un poco para ver si fue él o alguno de los trabajadores antiguos, antes de mandar a buscar al capitán. ¿Me acompañas a mi habitación a cambiar de ropa?