Intenté recordar a quien mencionaba la Madre Superiora, hasta que le pregunté, ante el vago recuerdo que me llegó.—¿Gerardo? ¿El chico amable que siempre iba cargado de cosas para la navidad? —pregunté tratando de recordar .—Hace años que no ha vuelto.—Sí, ya no es un chico. Fue a la guerra y vino hecho todo un coronel por los méritos alcanzados. Creo que es precisamente al que necesitas para ayudarte con este capitán —dijo ella pensativa.—Madre pero él estaba muy enamorado de una chica, lo recuerdo muy bien. A veces iba con él a llevar las cosas al colegio —dije temiendo que no fuera el indicado, o perturbar su vida.—No es para que se case contigo, que lo invité —dijo ella muy seria. — Pude hablar con él unos días antes de venir para aquí, para avisarle que no íbamos a estar este año en el colegio, no sé si se ha casado, pero no es para eso que lo invité.—¿Qué quiere decir madre? —pregunté ahora interesada—Creo que es el más indicado para espantar ese capitán de aquí, pu
A pesar que el día era oscuro, la alegría y felicidad que desbordaban los niños, y hasta las monjitas, hacíamos que lo pasáramos por alto. Al salir por el portón principal, ya se encontraban listos tres carruajes, que ocupamos todos llenos de felicidad. Los niños grandes van solo en uno de ellos, las hermanas con los más pequeños en el otro y las demás con nosotros. El camino realmente hasta el pueblo es hermoso, comenzando por la arboleda de palmas reales que da entrada y salida a nuestra casa, y que están cubiertas por enormes enredaderas de plantas trepadoras de malanga que las hacen ver muy hermosas. Por todo el recorrido existen árboles de diferentes tipos, que albergan diferentes pájaros de colores, lo que ha llamado realmente la atención a los niños, también a las hermanas, que antes nunca los habían visto. Mientras avanzábamos, a mi mente venían las descripciones que hacía Don Lorenzo, de este pasaje cuando vino por primera vez. Estoy segura que nunca imaginó que su vi
De esa manera, en que las incitaba a tomar de todo lo que les hacía falta, nos entretuvimos más de una hora en la segunda planta, comprando todo lo que queríamos sin preocuparnos de nada. Volvimos a bajar y fuimos directo al área de los niños. Llevándolos a todos con nosotros, dónde volvimos a demorarnos más de dos horas. Reía satisfecha y por primera vez en mi vida desde que había recibido la herencia maldita, sentí que servía para algo. Mi abuela dijo que la utilizara en otros, eso hago, no he comprendo nada para mí, todo para ellos. Pero salimos satisfechas al ver que todos estaban bien abrigados estábamos llenas de bolsas. Al no ver a nadie esperando cuando íbamos ya habíamos comprado todo lo que quisimos. Pensaba que me había liberado de cierto individuo. Nada más lejos de la realidad. Al salir de la tienda me encontré de nuevo con el capitán, que estaba esperando por mí, en un carruaje listo para cargar todo.—Me imaginé que iba a necesitar un carruaje para cargar todo
Las horas pasaban lentamente para mí, que rezaba fervientemente por qué pasaran, y llegara la mañana, para que mi Julián apareciera. Las campanadas del viejo reloj, se estuvieron escuchando toda la noche, así como aquellas pisadas gruesas que se detenían frente a la puerta donde yo estaba justo detrás de ella. Por fin con las primeras horas de la mañana, dejaron de escucharse con el ruido que comenzaron a hacer los sirvientes al llegar para prepararlo todo. Me asomé por una ventana y estaba todo blanco, había nevado la noche completa. Al ver que todos estaban dormidos, salí despacio dirigiéndome a la cocina, con la esperanza de ver a Dolores. Solo estaban las trabajadoras del pueblo que me saludaron sorprendidas al verme.—Buenos días, señorita, ¿qué hace levantada tan temprano?—Buenos días, tengan ustedes —les respondí sin dejar de mirar alrededor en busca de mis sirvientes. — No he podido dormir bien y por eso me levanté. Me quedé cuidando de los chicos, para que las he
Me quedé un momento pensando cómo actuaría mi Julián en estos casos. No perdía la calma y se dedicaba a ordenar a hacer todo lo relacionado con el funcionamiento de la granja. Lo había visto hacer montones de veces, así que decidida, contesté.—Por el momento mandé a los obreros hacer el ordeño porque necesitamos de la leche, luego veré si mando a buscar o no a ese capitán. El problema es que no hay ninguna huella de haber entrado a la fuerza, tampoco se ve ninguna de los caballos en la nieve. Por lo que me imagino que quién lo sacó tuvo que hacerlo anoche en cuanto nosotros llegamos había comenzado a nevar. Los obreros juran que ellos cerraron muy bien antes de irse, no sé qué pensar.—¿No sería Tata Julián que se los llevó para otro lugar?— preguntó la hermana Inés pensativa.—También se me ocurrió esa idea, por eso esperaré un poco para ver si fue él o alguno de los trabajadores antiguos, antes de mandar a buscar al capitán. ¿Me acompañas a mi habitación a cambiar de ropa?
Me quedé mirando detenidamente al capitán que realmente estaba muy nervioso y eso de cierta manera me causaba gracia. Sin embargo, no se lo di a entender. Aunque estaba realmente preocupada por lo que había sucedido, pues no creo que mi Julián hubiese llevado los caballos para allá para el cuartel, ya que estoy segura que querría mantener lejos de mí al capitán. Tampoco sabía porque le creía a éste, pues podía ser una estratagema de él para venir a verme muy temprano y tener un motivo para entrar y salir a la finca con la justificación de que estaba investigando el asunto. Él me miraba, en espera de que yo le dijera lo que creía. Me puse de pie para caminar despacio hasta mi buró y justo al pasar por su lado, mis prendas se prendieron todas de verde, lo cual me causó una gran preocupación. ¿Qué significaba eso? Nunca antes antes a su lado había sucedido. Por lo que se me ocurrió una idea que no sabía si iba a ser buena, pero decidida lo hice. Me detuve y giré hasta colocarm
Al terminar de desayunar, ya todos los niños estaban en el salón de baile. No sé porque no quería dejar ir al capitán. Ver que el monstruoso ser lo seguía persiguiendo a donde quiera que nos dirigimos me daba mucho miedo, no estaba segura si mi pulso lo iba a proteger de que lo volviera a poseer.—Capitán, me gustaría que me acompañara a la capilla, si no está muy apurado —le pedí.—¿En verdad está usted muy asustada por mí persona hoy, señorita del Castillo? — preguntó mirándome otra vez fijamente,—Sí, lo estoy capitán, no se lo voy a negar. Estoy aterrada de que lo haya poseído un demonio, por eso es que no quiero que se marche, y quiero llevarlo a la capilla para que entre los dos recemos un padre nuestro y unas cuantos Ave María, que lo protejan contra cualquier tipo de posesión.—Me agrada saber que aunque sea por esto, se preocupe por mí señorita Baronesa del Castillo. La acompañaré para que se quede usted tranquila, y le doy mi palabra que en cuanto llegue al pueblo, iré
Después de hablar con la Madre Superiora, estoy realmente asustada y ansiosa. He recorrido toda la mansión en busca de mis sirvientes y de mi Julián, sin resultado alguno. El único lugar en el que no he entrado es en el cuarto que me prohibió, el cual está cerrado con llave y que Julián se llevó, el de los sirvientes. La casa se ha llenado de adornos y luces por todas partes, mientras no para de nevar. A la hora del almuerzo apenas pude pasar un bocado preocupada, al sentirme cada vez más sola y abandonada. Las hermanas se esmeran por sacarme conversación, pero yo no puedo concentrarme en otra cosa que no sea en que regrese mi Julián. O ver aparecer en cualquier momento a todos mis sirvientes, pero las horas pasan y no sucede, sigo sin saber dónde están. Al llegar las tres de la tarde, es tanto mi desespero, que me encuentro parada en el portón, sin darme cuenta qué era la hora en que me había citado con el capitán, que al verme, sonrió satisfecho y me doy cuenta que cree que lo