Cuando se acerca al doctor Néstor, este la presenta a Sara, como su legítima hija.
—Sarita, esta es mi querida sobrina Victoria, en quien me complazco. —Dice el doctor Néstor con regocijo.
—Es un gusto conocerla, Victoria. —Le dice Sara con una cálida sonrisa.
—Tío Néstor, ¿quién es esta naca? —Le dice con aires de superioridad.
—Victoria, ten un poco más de consideración con mi hija Sara. Es mi anhelo que las dos se lleven bien, es lo más preciado que tengo en mi vida. —Le contesta con una sonrisa.
—Esa naca es tu hija. ¿De dónde salió? ¿Acaso es una chiquilla que solo quiere sacarte dinero? —Le responde con palabras despectivas.
—Es una historia larga de contar, pero ahora quiero que sean como hermanas, ya que a las dos las estimo mucho. —Néstor le contesta con el semblante serio.
En su interior, Victoria está enfadada porque sabe que ha llegado a su vida una peligrosa enemiga. Ella quiere heredar todo de su tío y no va a permitir que una desconocida se salga con la suya.
—Hola, Sara. —Victoria le saluda con su hipócrita sonrisa.
—Buen día, señorita Victoria. Espero que podamos ser buenas amigas y primas al mismo tiempo. —Le contesta con amabilidad y respeto.
—Lo que tú digas, primita. —Ella le da un beso en la mejilla, pero siente repugnancia.
El doctor Néstor se alegra al ver la aparente buena relación entre ambas primas, sin embargo, desde un principio, Sara se da cuenta de que su prima tiene celos de ella, pero tiene la esperanza de que con el paso de los días puedan llevarse mejor y evitar así cualquier malentendido.
En los días siguientes, Sara ingresa en la prestigiosa y reconocida Universidad Autónoma de México (UNAM), catalogada como la mayor universidad de México y considerada uno de los centros de estudios más prestigiosos de América y del mundo por la calidad de su enseñanza, su nivel de investigación y su internacionalización.
«Este es mi nuevo lugar de estudios, cursando la carrera de Ingeniería en Comercio Exterior». Dice con alegría Sara.
En su primera clase como alumna nueva, los chicos y chicas aquí son un tanto diferentes a los españoles en su forma de hablar y vestir, pero su jactancia por ser hijos de acaudalados capitalistas es idéntica.
De entre todos ellos, hay uno que destaca por su altura y buena presencia: Miguel Ángel Martínez. Tiene el cabello rubio corto, ojos azules del cielo, la piel blanca y una sonrisa que derretía a cualquier chica.
Es vanidoso, serio y soberbio, pero también un poco molestoso. Es hijo de una de las familias más adineradas de México y es conocido por ser el galán de los galanes en todas partes donde va; a innumerables chicas ha roto su corazón.
Este es el hombre con quien menos se pensaría tener al lado de Sara; esos engreídos hijos de millonarios no se hacen caer bien, mucho menos si son conocidos por ser muy mujeriegos.
Miguel Ángel es un verdadero casanova, va de flor en flor bebiendo todo su néctar hasta que se cansa y va a un nuevo jardín en busca de nuevas y delicadas flores.
Para su mala fortuna, él es compañero de clase desde el primer semestre. Sara se siente incómoda, pero se centra en sus estudios para que ningún inmaduro como Miguel Ángel la distraiga.
Luego de presentarse todos los alumnos, la doctora de Finanzas les manda hacer un trabajo grupal y la designación de los grupos se hace por sorteo. ¡Sara no lo puede creer!: justamente el hombre más detestable del aula tiene que salir como compañero de su grupo.
Con disgusto, acepta que Miguel Ángel forme parte del equipo. Las clases continúan y, desde el asiento trasero del aula, él la observa disimuladamente.
Durante todo el día no la deja de echar un vistazo. Sara está nerviosa y, a la vez, molesta por las miradas seductoras de Miguel Ángel.
Al finalizar la clase, él se acerca a ella.
— ¿Al parecer no te agrado, extranjera? —Dice Miguel Ángel con vanidad y cierto cinismo.
—Chaval, dedícate a estudiar, que el trabajo en grupo tenemos que presentar la próxima clase. —Ella le contesta seriamente.
—Te estás haciendo la rogada conmigo, pues te equivocas. Tarde o temprano seré yo quien te tenga. —Sus palabras son seguras y llenas de arrogancia.
— ¡Déjame en paz! No me conoces y te atreves a hablarme de esa manera, típico de los ricachones mexicanos como tú. —Su voz se torna grave, fuerte y profunda.
—La española ha resultado muy atrevida. Tarde o temprano caerás, de eso te lo aseguro.
Tras decir esas palabras soberbias, se da la media vuelta y se va.
Sara está a punto de explotar de ira cuando una de sus compañeras de clase, vestida con una minifalda corta y mostrando casi en su totalidad sus pechos, se acerca a Miguel Ángel para que la folle, y luego se besan descaradamente delante de ella.
—Como te das cuenta, española, las tengo muertas a todas por estar un instante conmigo; si quiero, puedo tener sexo en cualquier momento. —Le responde alardeando el macho alfa que se cree.
Antes de marcharse, Sara le da una fuerte bofetada en la mejilla. Sin embargo, pese a lo indecoroso y arrogante, no ha dejado de pensarlo durante toda la noche.
A la mañana siguiente, después de clase, Sara, Miguel Ángel y sus compañeros van a la mansión del padre de esta. Están preparando la lección que deben exponer en la clase de finanzas.
Al entrar por la puerta principal, Victoria, la prima de Sara, se detiene por un momento al mirar el atractivo rostro de Miguel Ángel.
—Hola, joven, ¿eres algo para mi prima Sara? —Le dice con tono de aires de grandeza.
— ¡Buenos días, bella dama! Es un gusto conocer a una mujer tan refinada y elegante como tú. —Le dice Miguel Ángel haciendo un acto de caballerosidad, mientras le coge la mano y le besa mirándole fijamente a los ojos.
— ¡Eres todo un caballero! ¿Cómo te llamas, joven galán? —Victoria tiene un brillo intenso en los ojos.
—Me llamo Miguel Ángel Martínez, hijo del ingeniero Armando Martínez, dueño de la Concesionaria Internacional de Autos «Apolo». —Le contesta con presunción y altivez.
—Me complace conocer a tan distinguido joven. Victoria se muerde los labios, mostrando ciertos deseos lujuriosos por Miguel Ángel.
—El gusto es mío, espero que nos volvamos a ver. —Le contesta expresando con su irresistible sonrisa.
Mientras tanto, Sara escucha la conversación y nota en los dos cierta afinidad: son atractivos, hijos de millonarios, jactanciosos, ambiciosos y presumidos. Son perfectos el uno para el otro, por lo que Sara preferiría que estos dos se hicieran pareja y la dejaran en paz.Sara y sus compañeros empiezan a hacer el trabajo de Finanzas; Miguel Ángel aún se demora un poco porque sigue conversando con Victoria.Sara está algo incómoda y para no hacer notar, se adelanta con sus compañeros de grupo para empezar la tarea; pasan varios minutos hasta que Miguel viene con sus aires de conquistador.— ¡Es una hembra espectacular tu querida prima!, ni en lo más mínimo te pareces a ella. —Miguel esboza una sonrisa cruel.— ¡Chaval, dedícate a dirigir al grupo para acabar la tarea de una vez! ¡Majadero! ¿Quieres que te dé otra bofetada? —Sara al tener tanta rabia, sus mejillas se ponen rojas.Una de las compañeras de Sara le advierte que no le siga la corriente, que se está portando así con su nuev
—Hola, buenas tardes. —Saluda Sara con cierta timidez.Sara, que se siente incómoda por la mirada penetrante de Diego, le dice a su padre que está cansada y que quiere volver a casa.Antes de irse, el doctor Néstor y Diego charlan un par de minutos. Sara intenta acercarse disimuladamente para escuchar la conversación, pero se despiden con un caluroso abrazo.Mientras padre e hija se suben a la limusina, él le dice:—Sarita, ¿qué te parece la compañía petrolera de tu padre?—No encuentro las palabras para describir lo asombrada que estoy por ver un edificio tan inmenso y tanta gente en todos los departamentos. —Contesta ella expresando admiración en su semblante.—Es un gran esfuerzo por parte de tu padre y sus colaboradores, han sido décadas para convertirnos en una gran petrolera, no solo en México, sino también en Latinoamérica. —Él le expresa con una sonrisa.—Te admiro, papá, eres una persona muy trabajadora, inteligente y responsable. Ella le devuelve la sonrisa.—Hija mía, mejor
—Sarita, mi amor, ¿cómo te fue en la universidad?—Hola, papá. Me fue muy bien. Las clases fueron emocionantes. —Le responde ella.—Me alegro mucho por ti, porque a partir de la próxima semana te voy a poner en el área comercial para que puedas estar ocupada por las tardes. —Le comenta.—Es una excelente idea, ya que prefiero estar más en la empresa que en la universidad. —Le contesta Sara.— ¿Y por qué, hija, prefieres estar aquí y no en la universidad? —El semblante de su padre se pone serio.—Me gusta la universidad, pero he decidido cambiarme de horario, concretamente los sábados. —Le aclara Sara.—Está bien, si esa es tu decisión, hija mía, la respeto. Te adoro, mi amor. Él la besa tiernamente en la frente.—También te quiero mucho, eres el mejor papá del mundo. Sara le abraza calurosamente.El doctor Néstor no es consciente de la difícil situación que está atravesando su hija. Además, ella no quiere preocuparlo hablando de su vida sentimental, y mucho menos de Miguel Ángel.A p
— ¡Vaya! ¡Vaya! Tú hiciste esta reserva para dos. —Le dice Miguel a Victoria.—Así es, mi querido Miguel. Tenemos una noche agradable con una buena comida. —Le responde ella.—Supuestamente, esto debería ser una cena para hablar de negocios, no tanto para una cita romántica. —Él le replica.—Claro que es de negocios, pero me gustan los ambientes románticos y privados como este lugar. —Ella le guiña el ojo seductoramente.Mientras se sirven la cena y toman unas copas de vino, celebran el nuevo puesto de Miguel Ángel en la petrolera. Ambos se ríen, se coquetean, se cogen de la mano y se besan con pasión.Sin embargo, Victoria, tan calculadora como siempre, evita acostarse con Miguel Ángel por el momento.Tras aquella agradable velada, Miguel Ángel conduce a la mansión de Victoria. Al llegar, los dos se quedan conversando en la puerta de entrada, se vuelven a besar y se despiden.Pero desde la parte superior de la mansión, Sara observa en silencio aquella escena, que desde ese instante
En medio del mal momento que atraviesa Victoria, se siente un poco consolada al saber que Miguel Ángel vendrá mañana.Al terminar de firmar varios cheques, el doctor Néstor, y su hija salen de la oficina para tomar un café a dos manzanas de la empresa.Padre e hija están felices, solo falta que doña Guadalupe llegue a Ciudad de México para completar esta felicidad.En la cafetería, el doctor Néstor contempla el rostro de su amada hija. Su mirada está llena de amor y dulzura.—Mi amor, eres tan hermosa como tu madre; tus ojos y sonrisa me recuerdan las primeras veces que salí con ella para invitarla a tomar un café.— ¿En serio, papá? —Le pregunta ella.—Así es, tal y como ahora lo estamos haciendo, Guadalupe y yo pasábamos largas horas conversando sobre los dos y nuestros futuros planes. Néstor se llena de nostalgia al recordar a su amada Guadalupe.—Eres tan tierno, papá. Espero conocer a un hombre como tú cuando me case. Sara le sonríe.—Yo sé que sí, mi amor. Espero que tu futuro e
Al transcurrir el día, ambas van a almorzar, pero, para sorpresa de Sara, Diego Brindissi entra en la oficina con un ramo de flores y una caja de bombones.—Hola, mi querida Sara. Estás radiante y hermosa como siempre. Diego le besa suavemente la mano.—Hola, Diego. Gracias. ¿Tú cómo estás? —Le saluda cordialmente.—Estoy muy bien, de hecho, he traído este ramo de flores y estos chocolates, espero que te gusten. Diego sonríe.—Muchas gracias, no es necesario que te molestes por estos lindos detalles. Sara se sonroja.—Me gustas, Sara, y voy a hacer todo lo posible para ganarme tu aprecio y la aprobación de tu padre. Perdóname por ser tan directo, pero es mi manera de ser. —Le dice Diego con firmeza.Sara guarda silencio por unos instantes hasta que con una tímida voz responde:—No sé qué decirte, Diego. Me has cogido de sorpresa de verdad. De todas maneras, te agradezco las flores y los bombones.—No te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo para que las cosas fluyan por sí solas
—Sí, el mismo. Ese hombre no es lo que parece, es un seductor y un miserable egocéntrico que se complace causando daño a los demás. —Su voz es suave, lenta y vacía.— ¿Tuviste algo con él? El rostro de Pamela expresa asombro.—Gracias a Dios no, pero desde la universidad no ha dejado de hacerme la vida imposible. Ahora quiere seguir atormentándome en el trabajo.— ¡No puedo creer lo que me acabas de decir! Pensé que Miguel Ángel era un caballero respetuoso y gentil con las mujeres.— ¿Conoces a Miguel? —Pregunta Sara, mostrando sorpresa en su semblante.Hace un par de días lo conocí, cuando la directora del área de finanzas lo presentó a los demás directores. —Le dice.—Me imagino que también pretendió hechizarte con su elocuencia y su vana hermosura externa. —Le responde.—La verdad es que me has dejado impactada con lo que me acabas de decir. Me resulta difícil creer que un hombre tan simpático fuera una ilusión. —Pamela se apena al saber la verdad.—No quiero seguir hablando de Mig
En la mesa del comedor, Victoria espera con ansias a su tío y a Sara para que se deleite en sus adentros la reprimenda que su prima va a recibir por llegar borracha a la madrugada.Cuando se percata que ambos bajan por las escaleras bien abrazados y llenos de felicidad, su rostro cambia radicalmente. Victoria no esperaba esa inesperada escena.Sin decir palabra alguna, pide a la empleada que le traiga el desayuno. En su rabia, vota contra el piso el charol con la leche, los huevos revueltos, el tocino y vaso de jugo.— ¿Qué sucede Victoria? —Le pregunta su tío al ver tal extraña actitud.—No pasa nada tío. Me disculpo por votar el charol al piso. —Ella contiene su ira.Sara se limita a observar la actitud hipócrita de su prima, ella sabe que todo es un mero montaje.Todos terminan de desayunar, excepto Victoria. Ella se despide solo de su tío. Sara, por su parte, no tiene ganas de ir ni al gimnasio ni al trabajo. Quiere quedarse en su habitación, acostada en la cama y viendo películas