Capítulo VIII

En medio del mal momento que atraviesa Victoria, se siente un poco consolada al saber que Miguel Ángel vendrá mañana.

Al terminar de firmar varios cheques, el doctor Néstor, y su hija salen de la oficina para tomar un café a dos manzanas de la empresa.

Padre e hija están felices, solo falta que doña Guadalupe llegue a Ciudad de México para completar esta felicidad.

En la cafetería, el doctor Néstor contempla el rostro de su amada hija. Su mirada está llena de amor y dulzura.

—Mi amor, eres tan hermosa como tu madre; tus ojos y sonrisa me recuerdan las primeras veces que salí con ella para invitarla a tomar un café.

— ¿En serio, papá? —Le pregunta ella.

—Así es, tal y como ahora lo estamos haciendo, Guadalupe y yo pasábamos largas horas conversando sobre los dos y nuestros futuros planes. Néstor se llena de nostalgia al recordar a su amada Guadalupe.

—Eres tan tierno, papá. Espero conocer a un hombre como tú cuando me case. Sara le sonríe.

—Yo sé que sí, mi amor. Espero que tu futuro e
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