Mientras tanto, Sara escucha la conversación y nota en los dos cierta afinidad: son atractivos, hijos de millonarios, jactanciosos, ambiciosos y presumidos. Son perfectos el uno para el otro, por lo que Sara preferiría que estos dos se hicieran pareja y la dejaran en paz.
Sara y sus compañeros empiezan a hacer el trabajo de Finanzas; Miguel Ángel aún se demora un poco porque sigue conversando con Victoria.
Sara está algo incómoda y para no hacer notar, se adelanta con sus compañeros de grupo para empezar la tarea; pasan varios minutos hasta que Miguel viene con sus aires de conquistador.
— ¡Es una hembra espectacular tu querida prima!, ni en lo más mínimo te pareces a ella. —Miguel esboza una sonrisa cruel.
— ¡Chaval, dedícate a dirigir al grupo para acabar la tarea de una vez! ¡Majadero! ¿Quieres que te dé otra bofetada? —Sara al tener tanta rabia, sus mejillas se ponen rojas.
Una de las compañeras de Sara le advierte que no le siga la corriente, que se está portando así con su nueva víctima.
Las va ganando poco a poco y se las va apropiando. Sara le agradece la información sobre lo astuto y desfachatado que es este presumido hijo de millonarios.
El grupo tarda hasta casi las dos de la madrugada en acabar la tarea, menos mal que llegan al final.
Sara no soporta ni un segundo más tener a Miguel Ángel cerca de ella. Indudablemente, este joven es inteligente y astuto; no se puede negar que hizo la mayor parte de la introducción, los objetivos y el marco teórico del trabajo.
Las compañeras de equipo admiran a Miguel Ángel a pesar de todo, lo felicitan por el talento innato que tiene para hacer las tareas de forma eficiente y eficaz.
En el momento de despedirse, Victoria llega cansada del trabajo, se le nota en su rostro, y se encuentra con los chicos en la puerta de afuera. Ella entra en su coche Mercedes Benz negro, acompañada de su chófer.
Luego se acerca a Miguel Ángel para proponerle una jugosa oferta de trabajo. Él acepta amablemente y, luego de despedirse de ella, va donde está Sara y le dice estas palabras arrogantes.
— ¡Soy el mejor! Los trabajos me llegan sin hacer nada. Voy a trabajar con tu prima, Sara. ¿No tienes envidia? ¿No te sientes mal porque tu prima es más lista que tú? ¿Por qué no me has dicho nada? ¿Se te han comido la lengua los ratones? —Ja, ja, ja —se ríe sarcásticamente.
— ¡Vale! Te felicito, chaval. Te deseo éxitos. —Contesta Sara con desgano.
—Tan fría te has puesto al darme las gracias. ¿Acaso quieres que te caliente con un apasionado beso de mis irresistibles labios? —Miguel sigue mofándose.
Sara está a punto de perder los estribos, pero justo a tiempo llega el doctor Néstor. Él saluda respetuosamente a todos, menos mal, si no, Sara habría armado un tremendo escándalo en la entrada de la sala.
Al día siguiente, Sara baja temprano a desayunar. Ella es la primera en sentarse en el asiento de la mesa, luego lo hace el doctor Néstor y, por último, Victoria.
El doctor les pregunta con su alegre sonrisa: “¿Cómo les fue el día anterior?, ¿hay novedades?, ¿todo está en orden?”
—Fue una noche bastante cansada por el trabajo en grupo con los chicos de la universidad. —Sara le contesta bostezando y con los ojos que se le cierran de sueño.
—Sírvete una buena taza de café caliente, mi amor, eso te va a poner mejor, date un duchazo y seguro que te sentirás como nueva. —Le dice su padre mientras le acaricia con ternura sus delicadas mejillas.
Victoria, al sentir celos, corta la conversación entre padre e hija.
— ¡Querido tío, tengo buenas noticias! —Le dice Victoria con entusiasmo y emoción.
—Dime, Victoria, ¿qué gran noticia te hace estar tan alegre?
—Voy a contratar una persona para que me ayude a dirigir la subgerencia financiera de la petrolera. —Le comenta mientras regresa a ver a Sara con mirada dominante.
Sara se siente incómoda por la forma de expresarse de su prima y trata de llevarse bien, pero se da cuenta de que no es posible. Victoria es una mujer codiciosa, odiosa y envidiosa.
Con el paso del tiempo, la rivalidad entre ambas crecerá, sobre todo cuando tengan que pelear por el amor de un hombre.
Todos acaban de desayunar; el doctor Néstor se siente tranquilo al creer que su hija y su sobrina se llevan bien. Si conociera las malas intenciones de Victoria, seguro que se moriría de un infarto.
Ese día, después de clase y tras presentar el trabajo en grupo con éxito, gracias a la excelente exposición de Miguel Ángel, Sara reconoce que es un buen expositor.
En ese instante, el doctor Néstor le llama por teléfono para invitarla a conocer la petrolera; ella acepta encantada.
La imponente y prestigiosa Petrolera «Pemex», cuyo accionista principal es el doctor en ingeniería petrolera Néstor de la Torre, ha trabajado durante muchos años para situar a la compañía entre las mejores de Latinoamérica y, ¿por qué no?, del mundo. Se siente honrado con su gente y su trabajo.
Cuando Sara llega al imponente edificio de 60 pisos de altura, se queda realmente impresionada: su estructura exterior está hecha de vidrios cristalinos de color negro combinado con blanco y por dentro está pintado totalmente de un verde claro. Tiene figuras de mármol, cuadros victorianos colgados en los pasadizos y centenas de empleados moviéndose por doquier.
Mientras Sara sigue observando asombrada, su padre le dice con una sonrisa:
—Mi amor, todo esto es tuyo y de Victoria. Espero que obtengas el título de ingeniera en la universidad y ubicarte en el departamento de relaciones exteriores como directora ejecutiva.
— ¡Gracias, papá! Voy a hacer todo el esfuerzo posible para merecer ese puesto importante en la petrolera. —Le dice con cierta timidez.
Mientras siguen charlando, Victoria llega a la compañía. Al entrar por la puerta principal, todos los empleados, incluso los ejecutivos, la reciben como si fuera la dueña. Todos la tratan con temor y respeto. Al acercarse al doctor Néstor, lo saluda dándole un beso en la mejilla; luego, al acercarse a Sara, solo le tiende la mano con cierta frialdad.
Sara desea ganarse el aprecio de su prima, pero es casi imposible, ¡nadie sabe por qué es tan fría y calculadora!
Es evidente su ambición desmedida por poseer todo para ella sola. Desea con toda su alma ser la heredera de la petrolera y las demás empresas de su tío.
Es lamentable conocer a personas así: aman el lujo, el poder, el dinero, los privilegios, pero se olvidan de lo más hermoso, que es el amor, lo sencillo que es poner en práctica un sentimiento tan maravilloso.
Aquella tarde, todos los directivos, ejecutivos y gerentes se reúnen en el pent-house. Néstor lleva a su hija. Ambos suben en el ascensor privado hasta el piso más alto, donde todos esperan al principal accionista. La reunión comienza y Sara se sienta al lado de su padre. Por fortuna, Victoria no está, ya que está ocupada con cosas importantes.
Los directivos empiezan a hablar de negocios, estrategias y fusiones con otras importantes entidades petroleras de Venezuela y Rusia.
Todos están atentos a las palabras del doctor Néstor, posteriormente presentan sus diferentes puntos de vista y objeciones hasta que alcanzan un acuerdo. Antes de finalizar la reunión, los meseros sirven el vino con deliciosos bocadillos a cada uno de los presentes y el doctor Néstor brinda agradeciendo la completa colaboración de sus empleados.
Terminada la reunión, un hombre de mediana estatura, de ojos marrones y cabello azabache, vestido con terno azul, camisa negra y un chaleco del mismo color, saluda al doctor Néstor. Él se presenta: su nombre es Diego Brindissi, es uno de los principales accionistas de la petrolera y ahijado de Néstor, es su mano derecha.
Él mira coquetamente a Sara, parece que le gusta; pero esta no niega que es atractivo y apuesto. Sin embargo, no se fía de los hombres, aunque sean grandes ejecutivos o CEO; al final todos son los mismos: traidores, mentirosos, manipuladores, groseros...
— ¡Hola Sara, es un gusto, mi nombre es Diego Brindissi uno de los colaboradores principales de tu padre! Espero conocernos mejor en una pronta ocasión. —Diego expresa su radiante sonrisa, mientras le mira fijamente a los ojos.
—Hola, buenas tardes. —Saluda Sara con cierta timidez.Sara, que se siente incómoda por la mirada penetrante de Diego, le dice a su padre que está cansada y que quiere volver a casa.Antes de irse, el doctor Néstor y Diego charlan un par de minutos. Sara intenta acercarse disimuladamente para escuchar la conversación, pero se despiden con un caluroso abrazo.Mientras padre e hija se suben a la limusina, él le dice:—Sarita, ¿qué te parece la compañía petrolera de tu padre?—No encuentro las palabras para describir lo asombrada que estoy por ver un edificio tan inmenso y tanta gente en todos los departamentos. —Contesta ella expresando admiración en su semblante.—Es un gran esfuerzo por parte de tu padre y sus colaboradores, han sido décadas para convertirnos en una gran petrolera, no solo en México, sino también en Latinoamérica. —Él le expresa con una sonrisa.—Te admiro, papá, eres una persona muy trabajadora, inteligente y responsable. Ella le devuelve la sonrisa.—Hija mía, mejor
—Sarita, mi amor, ¿cómo te fue en la universidad?—Hola, papá. Me fue muy bien. Las clases fueron emocionantes. —Le responde ella.—Me alegro mucho por ti, porque a partir de la próxima semana te voy a poner en el área comercial para que puedas estar ocupada por las tardes. —Le comenta.—Es una excelente idea, ya que prefiero estar más en la empresa que en la universidad. —Le contesta Sara.— ¿Y por qué, hija, prefieres estar aquí y no en la universidad? —El semblante de su padre se pone serio.—Me gusta la universidad, pero he decidido cambiarme de horario, concretamente los sábados. —Le aclara Sara.—Está bien, si esa es tu decisión, hija mía, la respeto. Te adoro, mi amor. Él la besa tiernamente en la frente.—También te quiero mucho, eres el mejor papá del mundo. Sara le abraza calurosamente.El doctor Néstor no es consciente de la difícil situación que está atravesando su hija. Además, ella no quiere preocuparlo hablando de su vida sentimental, y mucho menos de Miguel Ángel.A p
— ¡Vaya! ¡Vaya! Tú hiciste esta reserva para dos. —Le dice Miguel a Victoria.—Así es, mi querido Miguel. Tenemos una noche agradable con una buena comida. —Le responde ella.—Supuestamente, esto debería ser una cena para hablar de negocios, no tanto para una cita romántica. —Él le replica.—Claro que es de negocios, pero me gustan los ambientes románticos y privados como este lugar. —Ella le guiña el ojo seductoramente.Mientras se sirven la cena y toman unas copas de vino, celebran el nuevo puesto de Miguel Ángel en la petrolera. Ambos se ríen, se coquetean, se cogen de la mano y se besan con pasión.Sin embargo, Victoria, tan calculadora como siempre, evita acostarse con Miguel Ángel por el momento.Tras aquella agradable velada, Miguel Ángel conduce a la mansión de Victoria. Al llegar, los dos se quedan conversando en la puerta de entrada, se vuelven a besar y se despiden.Pero desde la parte superior de la mansión, Sara observa en silencio aquella escena, que desde ese instante
En medio del mal momento que atraviesa Victoria, se siente un poco consolada al saber que Miguel Ángel vendrá mañana.Al terminar de firmar varios cheques, el doctor Néstor, y su hija salen de la oficina para tomar un café a dos manzanas de la empresa.Padre e hija están felices, solo falta que doña Guadalupe llegue a Ciudad de México para completar esta felicidad.En la cafetería, el doctor Néstor contempla el rostro de su amada hija. Su mirada está llena de amor y dulzura.—Mi amor, eres tan hermosa como tu madre; tus ojos y sonrisa me recuerdan las primeras veces que salí con ella para invitarla a tomar un café.— ¿En serio, papá? —Le pregunta ella.—Así es, tal y como ahora lo estamos haciendo, Guadalupe y yo pasábamos largas horas conversando sobre los dos y nuestros futuros planes. Néstor se llena de nostalgia al recordar a su amada Guadalupe.—Eres tan tierno, papá. Espero conocer a un hombre como tú cuando me case. Sara le sonríe.—Yo sé que sí, mi amor. Espero que tu futuro e
Al transcurrir el día, ambas van a almorzar, pero, para sorpresa de Sara, Diego Brindissi entra en la oficina con un ramo de flores y una caja de bombones.—Hola, mi querida Sara. Estás radiante y hermosa como siempre. Diego le besa suavemente la mano.—Hola, Diego. Gracias. ¿Tú cómo estás? —Le saluda cordialmente.—Estoy muy bien, de hecho, he traído este ramo de flores y estos chocolates, espero que te gusten. Diego sonríe.—Muchas gracias, no es necesario que te molestes por estos lindos detalles. Sara se sonroja.—Me gustas, Sara, y voy a hacer todo lo posible para ganarme tu aprecio y la aprobación de tu padre. Perdóname por ser tan directo, pero es mi manera de ser. —Le dice Diego con firmeza.Sara guarda silencio por unos instantes hasta que con una tímida voz responde:—No sé qué decirte, Diego. Me has cogido de sorpresa de verdad. De todas maneras, te agradezco las flores y los bombones.—No te preocupes, tenemos todo el tiempo del mundo para que las cosas fluyan por sí solas
—Sí, el mismo. Ese hombre no es lo que parece, es un seductor y un miserable egocéntrico que se complace causando daño a los demás. —Su voz es suave, lenta y vacía.— ¿Tuviste algo con él? El rostro de Pamela expresa asombro.—Gracias a Dios no, pero desde la universidad no ha dejado de hacerme la vida imposible. Ahora quiere seguir atormentándome en el trabajo.— ¡No puedo creer lo que me acabas de decir! Pensé que Miguel Ángel era un caballero respetuoso y gentil con las mujeres.— ¿Conoces a Miguel? —Pregunta Sara, mostrando sorpresa en su semblante.Hace un par de días lo conocí, cuando la directora del área de finanzas lo presentó a los demás directores. —Le dice.—Me imagino que también pretendió hechizarte con su elocuencia y su vana hermosura externa. —Le responde.—La verdad es que me has dejado impactada con lo que me acabas de decir. Me resulta difícil creer que un hombre tan simpático fuera una ilusión. —Pamela se apena al saber la verdad.—No quiero seguir hablando de Mig
En la mesa del comedor, Victoria espera con ansias a su tío y a Sara para que se deleite en sus adentros la reprimenda que su prima va a recibir por llegar borracha a la madrugada.Cuando se percata que ambos bajan por las escaleras bien abrazados y llenos de felicidad, su rostro cambia radicalmente. Victoria no esperaba esa inesperada escena.Sin decir palabra alguna, pide a la empleada que le traiga el desayuno. En su rabia, vota contra el piso el charol con la leche, los huevos revueltos, el tocino y vaso de jugo.— ¿Qué sucede Victoria? —Le pregunta su tío al ver tal extraña actitud.—No pasa nada tío. Me disculpo por votar el charol al piso. —Ella contiene su ira.Sara se limita a observar la actitud hipócrita de su prima, ella sabe que todo es un mero montaje.Todos terminan de desayunar, excepto Victoria. Ella se despide solo de su tío. Sara, por su parte, no tiene ganas de ir ni al gimnasio ni al trabajo. Quiere quedarse en su habitación, acostada en la cama y viendo películas
Toda la tarde la pasaron charlando, viendo películas, comiendo golosinas y riéndose un poco. Menos mal que Sara tiene una amiga que realmente le aprecia y que está dispuesta a hacer todo lo posible para verla bien.Al final de la tarde, Estefany se despide con un caluroso abrazo y le dice a su mejor amiga que siga yendo al gimnasio donde va Diego.El deseo de Estefany es que Sara salga con Diego y se olvide de Miguel Ángel.Ese mismo día por la noche, Victoria sale de nuevo con Miguel Ángel, pero esta vez no es una cita de negocios, sino una invitación a tomar algo e ir a un hotel a tener intimidad.Por suerte, Victoria no sabe que Miguel Ángel está tratando de llevar a la cama a su prima Sara. Si ella se entera de este secreto, no cabe duda de que su odio irá en aumento día a día.«Espero con ansias a mi futuro amante, ahora ha llegado el momento de hacer el amor con Miguel Ángel». Dice Victoria mientras se fuma el cuarto cigarrillo en su oficina.Miguel, como de costumbre, tarda med