La hechicera prometida
La hechicera prometida
Por: Nicole Zonlock
PREFACIO

Zarah aún recordaba la última noche en que habia visto a su esposo antes de que se marche a la guerra. No habían cruzado ni una palabra luego de la ceremonia nupcial. Ella lo siguió en silencio hasta la habitación donde lentamente se desató los cordeles del corset ante la mirada fría del hombre, que parecía mas interesado en la copa de vino que giraba entre sus dedos. Se recostó en la cama mirando el dosel, recitando las canciones que su nodriza le había enseñado sobre el Reino de los Dragones.

Todas las grandes bestias estaban extintas. Sólo sus huesos antiguos yacían dispersos por los terrenos linderos a los caminos. Los había observado a lo largo de su travesía en carruaje desde su hogar en el Reino del Sol Naciente.

Recordaba como la tensión invadió su cuerpo aquella noche al sentir las manos ásperas de Tabar en sus muslos. Y recordaba aún mas el aroma a bosque que la invadió cuando el hombre hundió el rostro en su cuello tembloroso.

Había existido un momento de placer antes del dolor excruciante. Las manos ásperas la recorrieron con intriga, acariciándola, obligandola a retorcerse levemente. La lengua de Tabar la había hecho estremecer y hasta sus besos desesperados la habían hechizado por un momento. Pero al penetrarla no había tenido piedad. Instintos puramente animales lo dominaron. Zarah tuvo que apretar los dientes para aguantar mientras su esposo la montaba dolorosamente. Las lágrimas corrían por sus mejillas en silencio mientras lo escuchaba resoplando sobre ella. Sintió el calor recorrerla por dentro cuando su esposo llegó al orgasmo.

Casi había pensado en perdonarlo cuando lo escuchó susurrar un "perdóname" antes de levantarse y empezar a vestirse. La guerra era inminentemente y él debia marchar. Pero aún sentía sus últimas palabras marcadas como una cicatriz en su orgullo.

—No hace falta que cumpla sus tareas de Señora de los Dragones en mi ausencia. Ada esta aquí para eso. También Fausto. No se sobrecargue, se que sus capacidades son limitadas.

Ella no contestó a esa declaración tan abierta de su inutilidad. Sabía que Tabar había marchado hasta el Reino del Sol Naciente en busca de la mano de su hermana Miriam, la promesa del reino, tan inteligente como bella. Pero su hermana se negaba a comprometerse con cualquier hombre. Tenía el poder para hacerlo. Era la mayor y la heredera. Su padre ofreció a Zarah en reemplazo de Miriam para obtener el favor del Señor del Reino de los Dragones. No le sorprendió saber que Tabar ni siquiera conocía la existencia de una hermana menor en la familia real Zabidih. Ella había pasado gran parte de su vida encerrada entre las paredes del castillo. Su padre la consideraba demasiado frágil para permitirle conocer el mundo.

Aun así le dolió que sin conocerla la considerará inadecuada para ser la Señora de su fortaleza ¿No era más que una herramienta para él? ¿Una cualquiera con la que aparearse y engendrar un heredero? El pensamiento le revolvió el estómago.

Un año había pasado desde que Tabar se había marchado a la guerra y ahora volvía victorioso. Por momentos Zarah había deseado su muerte. Esa muerte que habría significado para ella la libertad. Pero más tarde el arrepentimiento la carcomía por dentro. Que Tabar la despreciara no lo convertía en un mal hombre. En la fortaleza era considerado un Señor digno y piadoso. Parecia que solo a ella la trataba como basura.

Ahora, parada frente al gran ventanal de su habitación, en el último piso del castillo de piedra del que era prisionera, veía a lo lejos a los caballeros recorriendo el camino serpenteante que los regresaría a su hogar. Los estandartes del Reino de los Dragones encabezaban las filas.

Tomó una respiración profunda y se obligó a acallar las voces en su cabeza que la tentaban a encerrarse en ese cuarto hasta el fin de los tiempos. Durante un año había sido la Señora de esa fortaleza. No iba a dejarse intimidar por un salvaje como Tabar. Con una respiración profunda más encontró el coraje para llamar a sus doncellas. Planeaba estar lista e impoluta para cuando el Rey de los Dragones llegara a las puertas de la gran fortaleza negra.

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