Capítulo 32

Edmond.

La mentira tiene patas cortas, era el refrán que decía mi abuelo cuando; tarde o temprano la verdad termina flotando para bien o para mal. Permanezco oculto en la habitación de al lado. Oigo sus pasos cuando dejan la de Ingrid. La estuve buscando, fui a la fogata, caminé por toda la orilla de la playa, pregunté a los demás si la habían visto, fue en vano; parecía que las olas del mar se la habían llevado consigo. Siempre es así, ella sale corriendo de mis manos, yo la persigo preocupado, porque sé que algo no anda bien con Simone. Lo he intentado todo para ganarme su afecto, su confianza y lo que recibo a cambio es escucharla llorar con su amiga; hablar sobre mí y cargas que no me corresponden. Es incorrecto apresurarme, pues hay pedazos de información que no logré a escuchar, pero lo que sí quedó claro es que ella no confía en mí; cree que soy capaz de llevar a la cama a cualquier mujer porque no intimamos. Estoy decepcionado, de ella, de mí, ya que su juicio es parte de lo q
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