Simone.La felicidad huele a rosas, claveles y violetas, todas mezcladas con la fragancia de Edmond, con cada beso cargado de amor. Es dicha lo que recorre mi cuerpo, lo que activa mi mente y me recuerda que a pesar de contarle la verdad, él me eligió; dispuesto a quererme a reparar mis grietas, a amarme como soy. No deseo más en esta vida. Solo a él, y lo que provoca cuando estamos juntos. Rodamos sobre los pétalos, entre besos y caricias, sonreímos como niños, disfrutamos el momento como si este fuera el juramento de hacernos felices por el resto de nuestras vidas, solamente ruego al destino que esta sea mi verdad, que estreteja los hilos al lado de Edmond, que no se escape de mis manos.—Deja que te coloque el anillo —pide él.—Prefiero seguirte besando.Él sonríe, besa mi frente y me ayuda a incorporarme, pone el anillo en mi dedo anular, la piedra resplandece tan roja como los pétalos que yacen en el suelo. Besa la joya, luego mi mano; mi corazón no ha dejado de saltar con vigoro
Simone.Hace meses estuve en estas oficinas, luciendo un traje barato y alquilado, dispuesta a suplicar por el empleo de secretaria; hoy entro por la puerta principal junto al jefe, es de esperar que todos los empleados se fijen en mí. Camino al lado de Edmond, algo en su semblante ha cambiado; si pensaba que no podía ser más serio estaba equivocada, la superioridad emana por encima de su ropa; te obliga a bajar la cabeza mientras esté en tu presencia. Imagino cuán duro tuvo trabajar para ganar el puesto que luce ahora. Tengo entendido que la empresa la fundó su abuelo, luego pasó a Oscar, su padre; pero fue Edmond quien colocó el apellido Arnaud entre los mejores productores de perfumes de Francia y luego del mundo; fue él quien no vio la profesión como un simple pasatiempo comercial; él hizo arte de cada fragancia. No puedo evitar sentirme orgullosa y a la vez insegura de si seré capaz de cumplir sus expectativas. Subimos al elevador, vamos solos; él sostiene mi mano fuertemente; s
Simone.Lavo otra vez el rostro, vuelvo a secarlo, el resultado es el mismo; párpados hinchados, nariz colorada, ojeras negras. Coloco cremas alrededor de las mismas, con esperanzas de mejorar mi aspecto antes de que Éline y Edmond me vean. No cené con ellos, me sentía demasiado indispuesta; no quería que vieran el estado deplorable en el que me encuentro. La primera sesión fue muy dura, contar todo a una completa extraña, lloré, temblé, en ocasiones mi voz ni siquiera salía de la garganta; pero a pesar de todo di el primer paso para recibir ayuda profesional. La doctora admite que el trauma es severo, pero que sin dudas podré superarlo poco a poco si sigo sus consejos. Es lo que más deseo, ser libre de tal terror, poder entregarme sin problemas al placer, a la intimidad junto al hombre que me gusta.Salgo del cuarto de baño, planeo descansar un poco la vista, pero la personita que espera en mi cama precisa que será imposible. Éline me sonríe ampliamente, trae su pijama rosa, y todo s
Simone.Dejo que los besos de Edmond acunen en mi boca, nuestras lenguas pelean por llevar la voz cantante; se siente tan bien, tan excitante sentirme deseada por este hombre. Sus manos se pierden en mis curvas; las mías sueltan los botones de su camisa, me muero por percibir el delicioso calor que desprende su torso musculoso. Hace mucho no teníamos un momento así desde aquel catastrófico viaje a la playa. Todo ha sido trabajo, y citas escalonadas con la psicóloga. Él me estaba dando el tiempo necesario antes de que le permitiera tocarme otra vez. Nunca imaginé que un impulso de celos sería la clave para lanzarme a él con tanta intensidad. Esta vez todo es diferente, y no solo las sensaciones altamente lujuriosas que me causan sus caricias, si no la forma en la que lo veo, ya no es un hombre desconocido, uno que ignoraba la parte gris de mi pasado; no; es mi hombre, mi futuro esposo, quien se ha empeñado a hacerme feliz; quien nunca me haría daño y quien es capaz de encender un fogaj
Simone.Nunca han sido de mi interés las secciones de chismes que hay en las revistas o diarios, me parecen banales, ya que utilizan la privacidad de los demás para su propio veneficio. Tampoco imaginé aparecer en una, que toda una columna se dedicada a mi persona y a suponer aspectos de mi vida. Siento vergüenza, todo es culpa de Edmond y el anuncio que hizo ayer delante de sus trabajadores; para los medios soy una pobretona que se metió en la cama de su jefe. Incluso hay especulaciones sobre la firma del contrato de madre, aunque eso no logran asegurarlo. Hay fotos mías con la niña, con él saliendo de su empresa. Mi nombre completo resalta en letras rojizas, odio que me expongan así, que mi rostro circule por todo la ciudad, tal vez hasta el país; hay personas que no deseo que recuerden mi existencia. «Tengo miedo.»—No te preocupes, este tipo de artículos son normales en el tipo de vida que llevamos —me mantengo en silencio, desde el espectáculo de ayer no le hablo—. ¿Vas a seguir
Edmond.“Arnaud Arômes” es un lugar donde la pulcritud resalta, la decoración es blanca y plateada, los empleados siguen reglas de vestimenta y etiqueta; además de los disímiles olores que rondan cada uno de sus pasillos, esta es mi fortaleza, es mi segundo hogar, por lo que sé reconocer muy bien cuando se ha colado una alimaña. Ese tipo que conversaba con Simone, mi mujer, con tanta familiaridad, se reía de forma sátira, vacilaba su cuerpo con descaro; ¡todo en mi propia cara! Intento tener la paciencia suficiente para que ella me responda; se toma su tiempo, no quiero presionarla, nuestros encuentros no pasan de un momento de tensión a otro.—Era mi exnovio —contesta al fin.No puedo evitar que el enojo recorra mi piel. «¿Qué hace ese bastardo aquí?» Respiro profundo, sé que ella percibe mi estado. Su cuerpo ha cambiado de postura, la noto más pequeña, más indefensa, no quiero que me tema, o me considere un monstruo que podría arremeter contra ella en cualquier momento.—¿Podemos ch
Edmond.Todo a su alrededor está muy turbio, está claro que alguien se tomó muchas molestias para borrar sus huellas; sé que el acto fue premeditado, lo peor es que en este tipo de crímenes siempre se guardan trofeos, estoy seguro de que la evidencia que necesito está más cerca de lo que imagino. Vuelven a llamar a mi móvil, es mi madre; suspiro antes de contestar. Me regaña por mantener mi teléfono siempre ocupado, además por hacer mi compromiso público a la prensa antes que a toda la familia. Los parientes está molestos, por lo que tendremos una fiesta de compromiso mañana en la noche; intento negarme, pero ella vuelve a regañarme por imprudente; no tendremos más opción que asistir; aunque dudo que sea un buen momento para ambos.Simone termina de arreglar su vestido frente al espejo, por más hermosa que se vea, su aspecto carece de ese brillo que me enamoró hace meses; está apagada. Me acerco a su espalda, beso su hombro desnudo sin pedir permiso, y le muestro el collar de oro bla
Edmond.El salón reservado para el evento está en un quinto piso, el suelo de mármol pulido hace que las luces de los candelabros reflejen sobre este. La vista a la noche parisina es exquisita, La Torre Eiffel se alza en todo su esplendor adornando el paisaje. Este tipo de reunión se realiza para que tanto empresarios como inversionistas se familiaricen en un ambiente informal, así ya se van trazando estrategias con futuros socios comerciales. Nunca he tenido que mendigar por la atención de nadie, siempre son ellos los que vienen a mí con sus propuestas de ventas y esparcimiento, sin embargo; hoy planeo arrastrarme frente a los Fontaine; quiero saber qué tipo de personas son, o si conocen a Simone. Observo la multitud, por las fotos que tengo de ellos, no han llegado aún. Al cavo de media hora diviso a una mujer alta y rubia, trae un vestido rojo y largo pegado a su cuerpo, sus ojos se fijan en mí, le sonrío; Estelle Fontaine y su esposo han llegado. Hugo es un hombre cuya edad debe