La falsa esposa del Billonario
La falsa esposa del Billonario
Por: SHI.
Prefacio: El sujeto del club

BLAIR

Solo fui al club a distraerme con mi mejor amiga, pero todo acabó en desastre.

Ahí estaba, Benjamin Blackburn, empiernado con aquella muchachita rubia que semanas atrás presentó como su nueva subordinada. Los dos se comían las bocas y se metían mano sin importarles que estuvieran en un lugar público, y se lanzaban miraditas cada que se separaban dos centímetros.

Eso por sí mismo no sería malo. Indecente, sí, pero no malo; sin embargo, había un problema: Benjamin era mi prometido.

—Blair, ¿ese que está ahí no es Ben…?

—Sí, es él —espeté con rabia contenida y apreté el vaso que tenía en la mano—. Ese maldito…

—Bueno, ¿qué tal si nos que…?

Pero, antes de que Grace pudiera decir nada, salí como alma que lleva el diablo, directo hacia el par y, al llegar junto a ellos, agarré a la mujer del pelo y la tiré a un lado con todas mis fuerzas.

—¡¿Así que esta es tu «importante reunión» por la que tenías que hacer horas extras, Ben?!

El hombre, un rubio delgado, abrió los ojos de par en par, asustado.

—Blair, no es…

—¡Qué te pasa, perra! ¡¿Quién te crees que eres para interrumpirnos, ah?! —chilló la chiquilla a la que había empujado recién, viniéndoseme encima.

Pero la volví a empujar con gesto furioso.

—¡Soy la m*****a prometida de este desgraciado, ¿te suena?! —Miré a un Benjamin que parecía asustado—. O era. Jamás me casaría con un maldito como este.

El corazón se me aceleró y se me fue a la garganta, la cabeza me latía y sentí que todo por dentro se me revolvía.

Alrededor, los clientes del establecimiento oyeron la conmoción y no pudieron evitar curiosear, y algunos incluso empezaron a grabar con sus celulares.

—¡Blair, puedo explicarlo! Hemos bebido, todo es la conmoción del momento. —El maldito se levantó tambaleante, era obvio que tenía más de dos copas encima, y se adelantó para agarrarme por los brazos—. ¡Te amo, Blair, quiero casarme contigo! ¡Esto es…!

Dios, qué asco… ¡Qué asco!

Lo empujé por instinto y le lancé una fuerte bofetada. Agarré el anillo que me había dado el día que me propuso matrimonio y se lo lancé a la cara.

—¡Toma tu estúpido anillo, cómetelo si te da la gana o dáselo a esa chiquilla desabrida!

—¡Blair!

—¡Déjame en paz, Benjamin! ¡Se acabó!

Me giré y salí furiosa de ahí. La escena impresionó tanto que la gente hasta me abrió camino, y salí del local en compañía de mi mejor amiga.

—¡Maldito desgraciado! —espeté al salir y empecé a lanzar manotazos al viento— ¡Ese sinvergüenza, ¿cómo se atreve?!

Sin embargo, Grace me tomó del brazo y me instó a calmarme.

—Conozco un lugar donde podrás deshacerte de tus frustraciones en paz, vamos.

Me jaló y terminamos en un taxi hasta un club de acompañantes a unas cuadras. Al entrar, el desenfreno y la bebida iban y venían, y decidí hacerle caso a Grace y empecé a beber como poseída.

—Ese maldito… lo amo y él… me hace esto… —Bebí más del vaso y suspiré, sentía un revoltijo de emociones por dentro—. No puedo creer que me pasara esto, Grace… no puedo creerlo.

—Cariño, si pasa en las películas pasa en la vida real. Pero no te preocupes, me encargaré de que pasemos una buena noche. —Se levantó y me jaló—. Ven, vamos, vamos a los descansos, nuestra sorpresa llegará pronto.

Más borracha que racional, aunque con un mal presentimiento, la seguí a los cuartos de descanso del nivel superior con un par de botellas entre manos, y una vez ahí seguimos bebiendo hasta que Grace no pudo más y se quedó dormida en el sofá; sin embargo, yo me encontraba tan molesta que no podía sucumbir al cansancio.

—Ese maldito… ¡ese bastardo! —clamaba entre trago y trago.

Sentía la garganta áspera y medio quemada, y me tendí al borde de la cama. De pronto oí el crujir de la puerta al abrirse y no pude evitar preguntarme si era la sorpresa que mi amiga mencionó.

La miré, estaba muerta para el mundo, y suspiré fastidiada.

—¿De qué sirve si no la vas a disfrutar?

Me quedé viendo a la entrada, y abrí de más los ojos al observar cómo un alto y fornido pelirrojo en traje entraba. Su andar era un poco errático, quizá estaba borracho o bebido, pero no disminuía ese porte y esa aura dominante que me hizo estremecerme.

Sin embargo, él frunció el ceño al darse cuenta de mi presencia y la de Grace.

—Señorita, ¿qué hace aquí? —preguntó.

Su voz era grave, y por su forma de hablar se hacía evidente que no era estadounidense; sin embargo, la cadencia de su tono me hizo temblar, y trastabillé hacia él sonriente y dispuesta.

—Eres el del servicio, ¿no? Estás buenísimo. —Me lo comí de arriba abajo.

Él arrugó más la cara.

—No… no sé de qué habla. Vine a descansar porque bebí de más, pero…

Se me fue el corazón a la garganta y me apreté contra su torso, ajena a todo lo demás, y de pronto sentí los ojos calientes, como llenos de lágrimas. Su cuerpo se tensó y alcé la cara para verlo, encontrándome con sus orbes, de un hermoso tono turquesa, completamente impresionados.

—No… no me rechaces, por favor. —Rogué, demasiado borracha para controlarme, y sollocé. Lo agarré de la chaqueta con ambas manos—. Por favor… hazme olvidar a ese malnacido, por favor… —Pegué la cabeza de su pecho e inspiré su aroma.

El olor me embriagó todavía más y, antes de que él pudiera reaccionar, asalté sus labios, medio desesperada, y me agarré con todo a pesar de su reticencia.

—Por favor, por favor… estás borracho, yo estoy borracha, ¿qué más importa? —La súplica inundaba mi tono, un estado que en mi normalidad detestaría, y volví a besarlo.

No sé si me tuvo lástima o pensó que era hermosa, pero cedió. Cerró la puerta, me tomó de las caderas y me llevó a la cama, y solo las sábanas y las paredes fueron testigos de lo que hicimos ahí, pero… Dios mío, ese hombre era fantástico.

Y pensé que no lo volvería a ver; después de todo, no fue más que un rollo de una noche, y estaba bien con eso, hasta que…

—Me gustaría presentarles al Doctor Dominik Engel. Él es el presidente del Grupo Grenze, que se dedica a la innovación en tecnología y exploración espacial.

Al alzar la vista, me fijé en un alto y fornido pelirrojo, y la mente se me quedó por completo en blanco.

¿Qué hacía ahí el sujeto de la otra noche en el club?

•  •  •

¡Hola! Bienvenido a esta nueva historia. Si has leído alguna de mis novelas antes, esta es la historia de Dominik, que aparece en La asistente del Rey y Una hija para el CEO solitario (ambas completas en mi perfil). Espero que la disfrutes ♥

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