Início / Romance / La falsa esposa del Billonario / Capítulo 3: Gigantes del pasado
Capítulo 3: Gigantes del pasado

BLAIR

Se me enfrió hasta el alma y me aterroricé.

Sus manos se apretaron en mi cintura y me pegaron a él; un cierto aroma a canela y algo más llegó a mi nariz y me embriagó, y los recuerdos del pasado volvieron.

Él era…

—¿Cómo es que tú…?

Una siniestra y cínica sonrisa me hizo palidecer, aterida y desenfocada, y tragué con dureza.

Era guapo, pero con ese gesto oscuro y malicioso lucía exquisito.

¿Por qué a las mujeres solían atraerle los tipos malos?

Sin embargo, enseguida despejé mi mente, preguntándome cómo es que ese hombre era el prostituto de la otra vez.

—No te creo —espeté, aún bajo el dominio de unas manos que se negaron a soltarme.

Y su sonrisa no hizo más que crecer.

—¿Qué tal sigue ese enorme chupetón que me rogaste te hiciera sobre el seno derecho? —cuestionó con malicia y total conocimiento de causa.

En ese momento me morí y volví a la vida. Perdí el balance, y de no ser por él, que me sostuvo y apretujó contra su cuerpo, habría caído.

Puse las manos en su pecho y mi memoria muscular hizo el resto.

Eran sus pectorales y, al ir a los lados, sus brazos… sí.

Era él.

En ese mismo instante deseé que me tragara la tierra y me escupiera al otro lado del mundo.

El pánico me llenó y, al darse cuenta de eso, él sonrió satisfecho.

—¿Cómo es que tú…?

—¿…Terminé metido en un trío contigo y tu mejor amiga? —completó él—. Es muy simple: jet lag, unos tragos de más, y una oportunidad que no podía desperdiciar.

»Entonces, ¿me dejarás hacerlo? Fuiste muy pasional al decirme que lo harías aquella noche en la cama. «¡La próxima vez que nos veamos, te dejaré que lo metas a gusto!», lo recuerdo muy bien y…

La vergüenza se me subió de golpe y me apresuré para taparle la boca con ambas manos, mirando a los lados nerviosa. ¡¿De dónde había salido este pervertido?!

El regocijo lo bañó y tomó mis manos, las separó y apretó con ligereza, perforándome con unos ojos lujuriosos que me tomaron por sorpresa.

Forcejeé y di un salto atrás, tal cual una gata queriendo protegerse de un depredador, y lo fulminé con la mirada.

—¡Aléjate de mí, no quiero tener nada que ver contigo! —exclamé y retrocedí otro paso.

—Hmm… no decías eso aquella noche… —se burló.

El muy maldito lo disfrutaba… ¿es que yo no era más que un juguete justo ahora? Pero no podía quedarme callada. No me iba a dejar intimidar por este desgraciado.

—¡Estaba borracha y deprimida!, pude haberlo hecho con cualquiera y no me habría importado. ¡No te des tanta importancia! —espeté iracunda.

Él ladeó la cabeza y se metió las manos en los bolsillos del pantalón con un movimiento tan medido que hasta me pareció un actor en medio de una escena dramática.

—Puedes decir lo que quieras, porque sé lo que vi… Los niños y los borrachos son las personas más sinceras, señorita Blair, téngalo presente. Sin embargo, como creo que ya me he divertido suficiente esta noche, la dejaré en paz. No es bueno que un caballero acose a una señorita por algo que pasó en uno de sus más bajos momentos.

Fruncí el ceño y me crucé de brazos delante del pecho.

—¡Ay sí, ahora sí eres un caballero! —protesté—, ¡Eres un aprovechado sinvergüenza, eso es lo que eres! ¡Pobre de la mujer que se enamore de ti, acosador pervertido!

Zapateé fuerte para darme mi lugar, no podía dejarlo someterme, pero él apenas sonrió, una mueca diferente, suave y extraña, casi hasta tierna que me dejó atónita por un segundo.

De repente, su semblante se serenó, pero no tardó en volver a ser el serio de antes.

—En fin… que tenga buenas noches, señorita Blair. Fue bueno encontrarla aquí. Hizo un poco más divertida esta noche de m****a.

Acto seguido, todavía con las manos en los bolsillos, se dio media vuelta y se marchó por donde vino.

No muy lejos vi a Grace quien, al pasar al lado de Dominik, lo miró con sorpresa y corrió mucho más rápido hacia mí con los ojos saltones.

—Blair, ¡¿acaso ese no es…?!

El miedo palpitó en sus orbes, y solo pude asentir.

—Es él… no lo recordaba, pero me lo confirmó.

Al instante, mi mejor amiga se llevó ambas manos a la boca y me miró con terror.

—Dios mío… ¿cómo es posible que te encontraras con él, de todo el mundo, en esta enorme ciudad? Además, ¿cómo es que un sujeto tan respetable terminó en ese club?

—Bueno, nosotras estábamos ahí —solté y resoplé.

—¡Solo fuimos porque lo necesitabas! ¡El malnacido de Benjamin tiene la culpa! —Se detuvo de golpe y caminó hacia mí para tomarme de los brazos—. Dios, Blair, ¡¿y si dice lo que pasó?! Nuestra reputación.

Abrió los ojos de par en par, pero enseguida negué con la cabeza.

—No creo que diga nada, no si quiere seguir manteniendo esa facha de hombre pulcro con la que se presentó. Sin embargo, tú puedes relajarte. Estabas tan borracha y dormida que no te llegó ni a tocar.

La vergüenza pintó enseguida su rostro de un sonroso gracioso, y enterró su cara con la vista al suelo.

—¡No me lo recuerdes! No quiero recordar que soy tan estúpida que ni siquiera pude mantenerme despierta para acostarme con ese papasito… ¡Soy una desgracia para esta sociedad!

Mientras me crucificaba por emborracharme tanto, no pude evitar ver la espalda de aquel hombre alejarse al interior del salón.

El mundo era demasiado pequeño; no obstante, no podía detenerme por él. A fin de cuentas, ese tipo seguiría con su camino y con lo que vino a hacer al país y luego se marcharía. Yo debía concentrarme en mi próxima entrevista y en dar lo mejor para obtener el trabajo de mis sueños.

Pero, tal cual el karma, la vida me enseñaría no muy lejos en el futuro que, mientras no cortes de raíz con los gigantes de tu pasado, estos eventualmente volverán a ti.

Continue lendo no Buenovela
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Digitalize o código para ler no App