BLAIRBenjamin se fue frustrado y yo seguí con mi trabajo.Por la tarde, al salir de la oficina, me encontré a mi jefe en el pasillo, cosa extraña.—Señorita Blair, ¿le gustaría ir a cenar conmigo? —inquirió él, lo que me sorprendió.—¿Conmigo? ¿Por qué querría salir a cenar con su humilde empleada, señor Engel? —espeté condescendiente y él me miró con cierta ironía antes de reír.—No la estoy invitando en calidad de empleada, señorita Blair… —Se acercó y susurró—: ¿Qué le parece una cena con alguien con quien compartió cama? Algo casual.Fruncí el ceño y apreté los labios.—¿En qué demonios piensas? —Lo tuteé y di un paso atrás, revirando los ojos, para oír su risa—. Ni te creas que volveré a estar contigo solo por eso.¿Quién se creía que era? ¿Podía considerar esto como acoso laboral? Tenía que informarme.Él soltó una risita, con su secretario viendo todo algo sorprendido, quizá no acostumbrado a ver a ese portento de hombre de lengua suelta.Estuve a punto de dar la vuelta e irme
BLAIR—¿Tío Robert? ¿Cuándo volviste? No sabía que habías regresado al país.Miré al rubio delante, espigado y bien vestido, y sonreí, aunque más por costumbre, porque no era que nos lleváramos muy bien.—Llegué ayer, pero no he ido a casa a visitarlos. También me sorprende verte por aquí, lo último que supe de ti era que estabas por… ¿Texas?Robert aparentaba ser afable, quizá por la presencia de un tercero, pero era transparente tras su acto.—Sí, estaba en Houston, pero ahora trabajo aquí —comenté simpática.Una vocecita medio fina resonó llamándome de repente, y un niño bien vestido salió de detrás de Robert y se lanzó a abrazarme. Me agaché entusiasmada y correspondí.—¡Ray, qué gusto verte! ¿Cómo has estado?El niño, de cabellera castaña rojiza y ojos claros, me sonrió, y nos pusimos a hablar como si nada, con él bastante emocionado por verme.Detrás de Robert se detuvo Shirley, la esposa de este, que contempló la escena con cierto fastidio, pero no pudo evitar mirar a Dominik c
BLAIRTras la cena, el tío y su familia se fueron, y yo fui conducida al auto de Dominik en compañía de su chofer, y no tardé en darme cuenta de que no nos dirigíamos a mi casa.—¿A dónde vamos?—La noche es joven, ¿qué tal un paseo?Las noches eran frescas en esta época del año, quizá hasta frías, pero decidí aceptar su ofrecimiento porque necesitaba hacerle algunas preguntas. Tenía que conocer mejor a mi nuevo novio si quería aparentar ser una buena novia, ¿verdad?Terminamos en un paseo con vista al río, Paul se quedó en el auto, y Dominik y yo empezamos a caminar a lo largo. Por alguna razón, siendo como era siempre, me sentía un poco aprensiva ahora que estábamos a solas.La vista alrededor era linda, acogedora si se quiere: a un lado el río, un lugar de reuniones más abajo y, luego de la carretera, mansiones de los ricos más antiguos de la ciudad, terreno que se extendía hasta más allá de los terrenos que eran propiedad de mi abuelo.De pronto sentí que me tomaban la mano, y me
BLAIREl calor se me regó por todo el cuerpo y fui incapaz de dejarlo ir. Sus labios bordearon los míos, y el frío de la noche desapareció.Tras unos segundos, con las mejillas ardiéndome, nos separamos, y en ese momento no pude verlo a los ojos. ¿Por qué me había dejado llevar? Yo era una idiota.—Eso está bien. Es normal que las parejas compartan besos. Además, tu abuelo es un hombre inteligente, ¿no? Se dará cuenta de que esto es falso si no tenemos cierta familiaridad. —Él se separó y, de la nada, me dio unas palmaditas en la cabeza—. Vamos al auto, es hora de llevarte a casa, Isi.Percibí la diversión al decir ese mote, pero pretendí ignorarla y solo me dejé conducir al auto.El camino de vuelta fue silencioso, y cuando el auto se detuvo frente a la casa, divisé a mi abuelo observando por la ventana, lo que llamó mi atención porque no era para nada tarde.Entonces, Dominik bajó y me extendió la mano para salir, con una curiosa sonrisa en los labios que me dijo se estaba divirtien
BLAIRMantener separados lo profesional de lo privado era complicado, pero me las ingeniaba para hacerlo.Ese sábado llegué a la empresa temprano porque debía trabajar hasta más o menos las tres de la tarde. La fiesta de Ray era a las cuatro y ya tenía más o menos todo visto.Me quedé un poco después de las tres a que todos se fueran porque se suponía que debía irme con Dominik a la casa, pero primero tocaba hacer algunas cosas antes.Al salir del departamento pasé de Benjamin, que últimamente me estaba fastidiando la paciencia desde que despidieron a Helen, y salí de la oficina. Caminé con calma hasta que un auto se detuvo a mi lado, y al voltear encontré a Dominik en el asiento del conductor. Hoy vestía de forma mucho más casual que de costumbre.—¿Va a alguna parte, señorita?Su chulería ya se me hacía costumbre, esa sonrisita complaciente y de que lo tenía todo bajo control. Miré alrededor, viendo que no hubiera nadie que nos viera, y rodeé el auto para subir al asiento del pasaje
BLAIR—Quítate la camisa y la chaqueta, haré que las laven.—No te preocupes, puedo llevarlas a la tintorería.Por suerte no le había caído nada en los pantalones, o sería más complicado. Subimos hasta mi cuarto, y al pasar me di cuenta de que observó el lugar con calma.—No es nada del otro mundo… no he tenido tiempo de volver a hacerlo mío.Él sonrió.—Pero se ve la historia de tu vida aquí. —Señaló un estante con algunos peluches a un lado y sonrió.—Fueron regalos de mis padres. Son especiales.Él asintió y empezó a desvestirse sin más, como si no le importara nada, lo que se me hizo curioso.—Tengo algunas prendas oversize. Como soy alta, puede que te queden de alguna forma, te sacaré unas para que te las pruebes. —Fui hasta mi armario y saqué una de las más grandes que tenía, que solía usar como un camisón, pues originalmente era una camisa de hombre.Él volteó a verme con una sonrisita curiosa mientras permanecía sentado a la orilla de la cama.—¿Quieres que use una de tus cami
BLAIREl delirio de la incertidumbre me llenó, junto a un persistente miedo al saber presa de sus arrebatos. ¿Qué le pasaba al tío? ¿Por qué su expresión parecía la de alguien afectado por alguna sustancia? ¿Acaso se había drogado?Tenía los ojos saltones y perdidos, y alrededor todos parecían asustados. Encontré a Celia pegada al abuelo, que miraba a su hijo sin entender nada, y el personal de seguridad que se acercaba, ¿aunque qué podían hacer? El tío era hijo del abuelo, ¿le dispararían?Todo eso se me pasó por la cabeza al segundo de verlo caminar hacia mí, pero enseguida terminé siendo puesta tras un cuerpo firme, una mano que no soltó la mía, y apenas pude ver por el rabillo lo que pasaba.Dominik se paró delante de mí como una barrera protectora.—Alto, ¿qué hace, señor Rymer? —dijo con calma pero firmeza, y fue entonces donde caí en cuenta.El tío hacía esto en el séptimo cumpleaños de su hijo.—¡Largo todos, largo! ¡¿De qué sirvió hacer todo esto?! ¡¿De qué sirvieron los años
BLAIRNo sabía qué hora era cuando me desperté, pero al voltear encontré a un Dominik plácidamente dormido a mi lado, recostado sobre su costado izquierdo.El cuarto no se hallaba por completo a oscuras porque las cortinas estaban abiertas, lo que me permitió ver el perfil de su rostro envuelto en parsimonia. No era un hombre feo, ¿quién podría decir eso? Pero poseía un atractivo que no conseguía explicar en palabras. ¿Se trataba de ser pelirrojo? No era el primero que conocía en mi vida; ¿tal vez era su chulería o que no me menospreciaba? Quién sabe.Antes de darme cuenta, mi mano se acercó a su rostro, y mi índice empezó a delinear su nariz hasta la punta, ida y vuelta y de regreso. Respiraba con calma, lo que quería decir que estaba en confianza. ¿Cómo podía estar tan tranquilo con una extraña en casa? Era muy raro. Apenas nos conocíamos, pero ya estábamos así. Él era un dolor en mi trasero, pero tampoco era idiota, sabía bien que no me subestimaba.Eso quizá daba un poco de miedo.