BLAIRBajamos en un pequeño parque con columpios y toboganes, y vi a Dominik quitarse el saco y quitárselo a Ray antes de dejarlo correr a libertad. Me daba la impresión de que tenía la mente en otra parte, pues su mirada parecía distante aunque no la despegaba del niño, y me aventuré.—¿Ray te recuerda algo? —inquirí mientras veíamos al niño subir a una estructura a una distancia segura.Él volteó a verme, aunque yo no despegué mis ojos del nene, y sonrió.—Un poco. Me recuerda a mí a su edad.—¿Alguno de tus padres murió? Pero pensé que tus padres…Volteé de nuevo hacia él, medio impresionada, y lo vi negar con la cabeza.—Mis padres están vivos, ambos. Es solo que mi padre era un poco duro conmigo cuando era niño. Él no era amoroso, no daba abrazos ni caricias, sino que educaba con disciplina. Un día vi a los papás de mis amigos tratarlos con mucho amor, y colapsé y tuve una crisis donde le grité que no me quería y muchas cosas más. —Soltó una risita, sus palabras me dejaron impres
BLAIRLa inquietud se quedó en mí todo ese día, y sí, fui presa de las miradas de todos esos idiotas, pero no me importó. Al final no es como si mi falsa relación con Dominik no se fuese a hacer pública tarde o temprano. El abuelo quería que así fuera, y resultaba más conveniente para todos también. ¿Tendría que lidiar con los rumores? Sí, pero poco importaba.Salí de la oficina más tarde de lo normal, a eso de las seis, y bajé en ascensor hasta la entrada. Dominik estaba ocupado con otros asuntos por fuera, así que hoy me iba a casa por mi cuenta. Mientras revisaba el celular, me dispuse a pedir un taxi, y me dije que debía empezar a pensar en comprarme un auto; sin embargo, no tardé en ver la figura de mi jefe, quien se encontraba apoyado con aparente despreocupación en su auto mientras veía algo en su celular.Alzó la vista y nuestras miradas se encontraron, esbozó una sonrisa y me hizo una seña para que me acercara.Alrededor había algunos empleados, quienes adrede alentaron sus p
BLAIRSolo fui al club a distraerme con mi mejor amiga, pero todo acabó en desastre.Ahí estaba, Benjamin Blackburn, empiernado con aquella muchachita rubia que semanas atrás presentó como su nueva subordinada. Los dos se comían las bocas y se metían mano sin importarles que estuvieran en un lugar público, y se lanzaban miraditas cada que se separaban dos centímetros.Eso por sí mismo no sería malo. Indecente, sí, pero no malo; sin embargo, había un problema: Benjamin era mi prometido.—Blair, ¿ese que está ahí no es Ben…?—Sí, es él —espeté con rabia contenida y apreté el vaso que tenía en la mano—. Ese maldito…—Bueno, ¿qué tal si nos que…?Pero, antes de que Grace pudiera decir nada, salí como alma que lleva el diablo, directo hacia el par y, al llegar junto a ellos, agarré a la mujer del pelo y la tiré a un lado con todas mis fuerzas.—¡¿Así que esta es tu «importante reunión» por la que tenías que hacer horas extras, Ben?!El hombre, un rubio delgado, abrió los ojos de par en par
BLAIREl suave sonido del grupo de jazz que tocaba en vivo llenaba todos los espacios de aquel enorme salón, junto a un persistente aroma a canela que no me molestaba, pero tampoco me parecía lo mejor del mundo.—Blair, ¡qué bueno que llegas!Grace se apareció, vestida de punta en blanco, y abrió los ojos de par en par al verme.—Amiga, ¡te ves estupenda! ¡Pareces una princesa! No… ¡Una Reina! Estás regia como una Reina.Sonreí sin poder evitarlo y no lo negué, pues por primera vez en mucho tiempo me sentía como tal, como una Reina en el centro de todas las miradas.Sacudí apenas la oscura falda de mi vestido, que se ceñía en cintura imperio y escote palabra de honor, y sonreí más.—Siento que hoy me veo muy bien.—¡Lo haces! De seguro conquistarás a todos los hombres. Es buen momento para que pesques a uno de los tantos millonarios que tu abuelo invitó el día de hoy. Estoy segura de que les encantarás.Me llené de orgullo y confianza, pero negué con la cabeza, pues no estaba aquí par
BLAIR Kristen siempre fue una maleducada, y se comportaba de la peor forma en los momentos más inoportunos. No perdí de vista a Dominik, y noté cómo frunció el ceño, medio incrédulo y con desprecio, y negó con la cabeza. —No hace falta, señorita Rymer, mi asistente se ocupará de ayudarme; sin embargo, señor Rymer. —Dirigió su atención hacia mi abuelo y le dio una diligente sonrisa antes de continuar—: De verdad agradezco su preocupación. Este le devolvió la sonrisa y asintió. —Entiendo, señor Engel. —No quiero que piense que es un desplante de mi parte; es solo que prefiero ir a los lugares puntuales con uno de mis empleados. —No se preocupe, puedo entenderlo. A veces los hombres de negocios debemos cuidar muy bien nuestra imagen, en especial si se tienen menos de treinta años y un palmarés como el suyo. Al abuelo le brillaban los ojos con una admiración que pocas veces le había visto, lo que me inquietó; sin embargo, como poco tenía que ver yo con ese hombre y la situación, a
BLAIRSe me enfrió hasta el alma y me aterroricé.Sus manos se apretaron en mi cintura y me pegaron a él; un cierto aroma a canela y algo más llegó a mi nariz y me embriagó, y los recuerdos del pasado volvieron.Él era…—¿Cómo es que tú…?Una siniestra y cínica sonrisa me hizo palidecer, aterida y desenfocada, y tragué con dureza.Era guapo, pero con ese gesto oscuro y malicioso lucía exquisito.¿Por qué a las mujeres solían atraerle los tipos malos?Sin embargo, enseguida despejé mi mente, preguntándome cómo es que ese hombre era el prostituto de la otra vez.—No te creo —espeté, aún bajo el dominio de unas manos que se negaron a soltarme.Y su sonrisa no hizo más que crecer.—¿Qué tal sigue ese enorme chupetón que me rogaste te hiciera sobre el seno derecho? —cuestionó con malicia y total conocimiento de causa.En ese momento me morí y volví a la vida. Perdí el balance, y de no ser por él, que me sostuvo y apretujó contra su cuerpo, habría caído.Puse las manos en su pecho y mi memo
BLAIRSan Francisco era enorme, ¿qué probabilidad tenía de encontrarme con ese tipo de nuevo? Lo mejor era dejar el pasado atrás y seguir adelante.Por eso, esa mañana iba recia, con mi traje azul marino, tacones y rebosante de presencia. Llegué a la sede de la Corporación Weltraum, una empresa de investigación y exploración espacial en el área privada que, sin embargo, tenía convenios y conexiones con el gobierno.Hoy era el día de mi entrevista para entrar al grupo del proyecto VON55, uno que, según los rumores, esperaba crear nueva tecnología para minimizar los riesgos en la exploración del espacio amplio con costos y recursos sostenibles.Si lograba entrar, el sueño de mi vida estaría completo.Sonriente, ingresé al edificio, imponente, ancho y con vidrio por todas partes, y me presenté para mi cita, siendo enviada al quinto piso casi enseguida.Una mujer, la gerente de operaciones, era quien me entrevistaría.—Por norma debería ser el jefe del proyecto quien hiciera esto, pero aú
BLAIRAl pasar a la oficina, me encontró con la sonrisa de suficiencia del maldito de Benjamin, a sabiendas de lo que quería.—Blair, así que conseguiste el empleo, qué fascinante.Fruncí un poco el ceño, pero no dije nada.—No sabía que tú estabas buscando un nuevo empleo. Claro, mi flamante otrora prometido ni siquiera me había dicho que buscaba otro empleo, y mucho menos en el mismo lugar que yo. Era obvio que no renunciabas a tu trabajo y decidías por otro en un par de semanas, sobre todo porque el proceso de selección de esta empresa duraba al menos un mes.—Estamos en la oficina, Blair, así que tienes que dirigirte a mí con respecto, ¿de acuerdo? Llámame señor Blackburn.Fruncí el ceño, sintiendo un escozor ácido en la garganta, y solté una risita.—Oh, lo siento, señor Blackburn, entonces por favor tenga la decencia de no tutearme; después de todo, ahora no somos más que jefe y empleada —espeté con sarcasmo.Él entornó los ojos y se levantó de su silla, rodeó el escritorio y s