BLAIREl delirio de la incertidumbre me llenó, junto a un persistente miedo al saber presa de sus arrebatos. ¿Qué le pasaba al tío? ¿Por qué su expresión parecía la de alguien afectado por alguna sustancia? ¿Acaso se había drogado?Tenía los ojos saltones y perdidos, y alrededor todos parecían asustados. Encontré a Celia pegada al abuelo, que miraba a su hijo sin entender nada, y el personal de seguridad que se acercaba, ¿aunque qué podían hacer? El tío era hijo del abuelo, ¿le dispararían?Todo eso se me pasó por la cabeza al segundo de verlo caminar hacia mí, pero enseguida terminé siendo puesta tras un cuerpo firme, una mano que no soltó la mía, y apenas pude ver por el rabillo lo que pasaba.Dominik se paró delante de mí como una barrera protectora.—Alto, ¿qué hace, señor Rymer? —dijo con calma pero firmeza, y fue entonces donde caí en cuenta.El tío hacía esto en el séptimo cumpleaños de su hijo.—¡Largo todos, largo! ¡¿De qué sirvió hacer todo esto?! ¡¿De qué sirvieron los años
BLAIRNo sabía qué hora era cuando me desperté, pero al voltear encontré a un Dominik plácidamente dormido a mi lado, recostado sobre su costado izquierdo.El cuarto no se hallaba por completo a oscuras porque las cortinas estaban abiertas, lo que me permitió ver el perfil de su rostro envuelto en parsimonia. No era un hombre feo, ¿quién podría decir eso? Pero poseía un atractivo que no conseguía explicar en palabras. ¿Se trataba de ser pelirrojo? No era el primero que conocía en mi vida; ¿tal vez era su chulería o que no me menospreciaba? Quién sabe.Antes de darme cuenta, mi mano se acercó a su rostro, y mi índice empezó a delinear su nariz hasta la punta, ida y vuelta y de regreso. Respiraba con calma, lo que quería decir que estaba en confianza. ¿Cómo podía estar tan tranquilo con una extraña en casa? Era muy raro. Apenas nos conocíamos, pero ya estábamos así. Él era un dolor en mi trasero, pero tampoco era idiota, sabía bien que no me subestimaba.Eso quizá daba un poco de miedo.
BLAIR—Ray está durmiendo. Lloró demasiado y se quedó dormido —murmuró el abuelo.No veía ni a Celia ni a Kristen por ninguna parte.—¿Qué pasó? —inquirí mientras Dominik y yo nos sentábamos en el sofá en la sala de estar.—Esta mañana empezó a gritar como loca y dijo que se iba. Cuando la confronté estaba aterrorizada. Me dijo que recibió varios mensajes y correos que decían lo mismo: «Si no quieres ser la siguiente, será mejor que te vayas. Sola». Enloqueció y dijo que se iba, que se iba sin Raymond, que hiciéramos lo que quisiéramos con él y… no lo sé.El abuelo parecía preocupado, ¿y cómo no?—¿Podría tratarse de un mensaje de broma? —inquirí.—Considerando lo que pasó ayer… entiendo por qué se lo tomó en serio y su terror, pero Ray es su hijo y ella… —Tuvo que guardar silencio, y vi la rabia pintada en su cara—. Solo lo dejó.Tragué entero ante esa certeza. También entendía la causa del estado mental actual de Shirley, pero no podías solo dejar a tu hijo atrás como si fuera basur
BLAIRBajamos en un pequeño parque con columpios y toboganes, y vi a Dominik quitarse el saco y quitárselo a Ray antes de dejarlo correr a libertad. Me daba la impresión de que tenía la mente en otra parte, pues su mirada parecía distante aunque no la despegaba del niño, y me aventuré.—¿Ray te recuerda algo? —inquirí mientras veíamos al niño subir a una estructura a una distancia segura.Él volteó a verme, aunque yo no despegué mis ojos del nene, y sonrió.—Un poco. Me recuerda a mí a su edad.—¿Alguno de tus padres murió? Pero pensé que tus padres…Volteé de nuevo hacia él, medio impresionada, y lo vi negar con la cabeza.—Mis padres están vivos, ambos. Es solo que mi padre era un poco duro conmigo cuando era niño. Él no era amoroso, no daba abrazos ni caricias, sino que educaba con disciplina. Un día vi a los papás de mis amigos tratarlos con mucho amor, y colapsé y tuve una crisis donde le grité que no me quería y muchas cosas más. —Soltó una risita, sus palabras me dejaron impres
BLAIRLa inquietud se quedó en mí todo ese día, y sí, fui presa de las miradas de todos esos idiotas, pero no me importó. Al final no es como si mi falsa relación con Dominik no se fuese a hacer pública tarde o temprano. El abuelo quería que así fuera, y resultaba más conveniente para todos también. ¿Tendría que lidiar con los rumores? Sí, pero poco importaba.Salí de la oficina más tarde de lo normal, a eso de las seis, y bajé en ascensor hasta la entrada. Dominik estaba ocupado con otros asuntos por fuera, así que hoy me iba a casa por mi cuenta. Mientras revisaba el celular, me dispuse a pedir un taxi, y me dije que debía empezar a pensar en comprarme un auto; sin embargo, no tardé en ver la figura de mi jefe, quien se encontraba apoyado con aparente despreocupación en su auto mientras veía algo en su celular.Alzó la vista y nuestras miradas se encontraron, esbozó una sonrisa y me hizo una seña para que me acercara.Alrededor había algunos empleados, quienes adrede alentaron sus p
BLAIRSolo fui al club a distraerme con mi mejor amiga, pero todo acabó en desastre.Ahí estaba, Benjamin Blackburn, empiernado con aquella muchachita rubia que semanas atrás presentó como su nueva subordinada. Los dos se comían las bocas y se metían mano sin importarles que estuvieran en un lugar público, y se lanzaban miraditas cada que se separaban dos centímetros.Eso por sí mismo no sería malo. Indecente, sí, pero no malo; sin embargo, había un problema: Benjamin era mi prometido.—Blair, ¿ese que está ahí no es Ben…?—Sí, es él —espeté con rabia contenida y apreté el vaso que tenía en la mano—. Ese maldito…—Bueno, ¿qué tal si nos que…?Pero, antes de que Grace pudiera decir nada, salí como alma que lleva el diablo, directo hacia el par y, al llegar junto a ellos, agarré a la mujer del pelo y la tiré a un lado con todas mis fuerzas.—¡¿Así que esta es tu «importante reunión» por la que tenías que hacer horas extras, Ben?!El hombre, un rubio delgado, abrió los ojos de par en par
BLAIREl suave sonido del grupo de jazz que tocaba en vivo llenaba todos los espacios de aquel enorme salón, junto a un persistente aroma a canela que no me molestaba, pero tampoco me parecía lo mejor del mundo.—Blair, ¡qué bueno que llegas!Grace se apareció, vestida de punta en blanco, y abrió los ojos de par en par al verme.—Amiga, ¡te ves estupenda! ¡Pareces una princesa! No… ¡Una Reina! Estás regia como una Reina.Sonreí sin poder evitarlo y no lo negué, pues por primera vez en mucho tiempo me sentía como tal, como una Reina en el centro de todas las miradas.Sacudí apenas la oscura falda de mi vestido, que se ceñía en cintura imperio y escote palabra de honor, y sonreí más.—Siento que hoy me veo muy bien.—¡Lo haces! De seguro conquistarás a todos los hombres. Es buen momento para que pesques a uno de los tantos millonarios que tu abuelo invitó el día de hoy. Estoy segura de que les encantarás.Me llené de orgullo y confianza, pero negué con la cabeza, pues no estaba aquí par
BLAIR Kristen siempre fue una maleducada, y se comportaba de la peor forma en los momentos más inoportunos. No perdí de vista a Dominik, y noté cómo frunció el ceño, medio incrédulo y con desprecio, y negó con la cabeza. —No hace falta, señorita Rymer, mi asistente se ocupará de ayudarme; sin embargo, señor Rymer. —Dirigió su atención hacia mi abuelo y le dio una diligente sonrisa antes de continuar—: De verdad agradezco su preocupación. Este le devolvió la sonrisa y asintió. —Entiendo, señor Engel. —No quiero que piense que es un desplante de mi parte; es solo que prefiero ir a los lugares puntuales con uno de mis empleados. —No se preocupe, puedo entenderlo. A veces los hombres de negocios debemos cuidar muy bien nuestra imagen, en especial si se tienen menos de treinta años y un palmarés como el suyo. Al abuelo le brillaban los ojos con una admiración que pocas veces le había visto, lo que me inquietó; sin embargo, como poco tenía que ver yo con ese hombre y la situación, a