Capítulo 23: Su ayudante

BLAIR

Raymond era una hermosura de niño. Tras llegar a casa, se quedó conmigo e hizo de todo para hacerme sentir cómoda, e incluso dijo que me cuidaría esa noche, pero se quedó dormido como media hora más tarde, aunque fue muy tierno verlo cabecear y luchar por quedarse despierto.

Era tan lindo verlo dormir que incluso me olvidé un poco del dolor de mi pierna.

Pero no pude pegar ojo en toda la noche. ¡Esa estúpida de Helen me las pagaría! ¿Cómo se le ocurría tratar de matarme?

A la mañana, a eso de las seis y media, me encontré con haber dormido apenas como cinco minutos, y con Ray pegado a mí como si yo fuera su osito favorito, dormido como un tronco. Era domingo, así que no hacía falta prepararse para la escuela.

Escuché unos pasos fuertes por el pasillo y pensé que era el abuelo, y llamaron a mi puerta.

—Adelante —murmuré.

Al abrirse la puerta, se filtró la luz y fruncí el ceño. La silueta que vislumbré no era de mi abuelo, sino de…

—¿Dominik? ¿qué haces aquí?

Él pareció darse cuen
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