BLAIRFue cosa de un milisegundo, pero sentí que la vida me pasó ante los ojos, todo lo que hice y dejé de hacer, el frío y el terror mientras caía; sin embargo, de repente, fui tacleada por algo desde un costado, y terminé rebotando contra un cuerpo grande que soltó un quejido cuando pegó contra la pared, aunque me apretó con todas sus fuerzas.Un ligero malestar se regó en mi costado y miré hacia arriba por instinto. Fue entonces cuando lo vi: semblante sereno, pero en sus ojos brillaba la auténtica preocupación.—¿Estás bien?Su pregunta bailó en mi cabeza por larguísimos segundos, y sentí que la cabeza me daba muchas vueltas.—Me duele el tobillo —murmuré apenas—, sentí que se torció…Apreté los labios y de repente empecé a temblar. Dominik asintió y tiró la vista abajo, donde un instructor se preparaba para subir y varios empleados y clientes ayudaban a sostener la cuerda que nos mantenía arriba.—¡Se torció el tobillo! —exclamó el pelirrojo—. ¿Pueden soltar poco a poco el anclaj
BLAIRRaymond era una hermosura de niño. Tras llegar a casa, se quedó conmigo e hizo de todo para hacerme sentir cómoda, e incluso dijo que me cuidaría esa noche, pero se quedó dormido como media hora más tarde, aunque fue muy tierno verlo cabecear y luchar por quedarse despierto.Era tan lindo verlo dormir que incluso me olvidé un poco del dolor de mi pierna.Pero no pude pegar ojo en toda la noche. ¡Esa estúpida de Helen me las pagaría! ¿Cómo se le ocurría tratar de matarme?A la mañana, a eso de las seis y media, me encontré con haber dormido apenas como cinco minutos, y con Ray pegado a mí como si yo fuera su osito favorito, dormido como un tronco. Era domingo, así que no hacía falta prepararse para la escuela.Escuché unos pasos fuertes por el pasillo y pensé que era el abuelo, y llamaron a mi puerta.—Adelante —murmuré.Al abrirse la puerta, se filtró la luz y fruncí el ceño. La silueta que vislumbré no era de mi abuelo, sino de…—¿Dominik? ¿qué haces aquí?Él pareció darse cuen
BLAIR¿Y qué demonios le pasaba a este hombre?No dejaba de preguntarme eso cada que lo veía. Dominik iba a mi casa temprano en la mañana y tras salir del trabajo.Por las mañanas ayudaba a Ray a alistarse para ir a la escuela, cosa que yo solía hacer a diario, y luego me asistía para lavarme y vestirme, e incluso tendía la cama y me ayudaba a bajar las escaleras. Se comportaba como todo un novio perfecto y eso me molestaba. Desde que dijo que solo era por ganar puntos con el abuelo, me fastidiaba.¿Por qué? No sé. Teníamos una relación basada en el interés, ¿por qué me molestaba que él pensara solo en eso?Esa noche de jueves, después de la cena y de que acomodáramos todo, es decir, él acomodar y yo ver, decidí ir abajo.—¿Segura que quieres bajar con tu brazo lastimado?Me había lastimado el brazo más temprano al intentar caminar un poco, incluso tenía un feo raspón.—Estoy cansada de estar en prisión, señor Engel. Soy un ave que necesita estirar sus alas y volar un poco para sentir
KRISTENComo todas las mañanas desde que la idiota de la jirafa se cayó de la montaña, Dominik aparecía por la casa casi como si tuviera un cronómetro, aunque al ser sábado venía un poco más tarde de lo normal.Sabiendo que vendría, me levanté temprano y me arreglé, pero él apenas me hizo caso y fue directo a hacer sus tareas. Blair estaba dormida, eso dijo el insufrible de Raymond cuando salió tallándose los ojos, pero él saldría con papá a su estúpido viaje de hombres del fin de semana.Suspiré con aburrimiento al verlos entrar al cuarto del pequeño, y él le preguntó si iría con ellos con una ilusión que casi me hizo vomitar.Me daba hasta asco la forma en la que lo llamaba. ¿Por qué parecía que todo se había arreglado alrededor de Blair en un segundo? ¡Blair tenía a papá comiendo de su mano, la muy desgraciada!—No. Tengo que cuidar de la tía Blair y su pie herido mientras tú no estás, ¿entiendes?El nene asintió repetidas veces con la cabeza y le dijo que cuidara bien de su «tía B
BLAIRPoco más de dos semanas y por fin era libre… más o menos.Después de que me quitaran el yeso el viernes anterior, y un fin de semana tratando de caminar lo justo y necesario, se hizo lunes y decidí volver al trabajo, aunque aún tendría que mantener el pie en alto y no usar tacones, así que me armé de mis tenis suavecitos y un banquito plegable de los bajitos, sí, lo llevaba, y bajé las escaleras.Como esperaba, abajo estaban Dominik y un curioso Ray que parecía muy alegre de que su tía por fin pudiera volver al trabajo.Él canturreaba, feliz de que partiríamos, mientras caminaba hasta el auto de Dominik, quien se había tomado la responsabilidad de llevarlo casi todos los días a la escuela cuando se iba a la empresa.Por lo general yo lo llevaba con algún chofer antes de ir a mi trabajo.De pronto, el pequeño exclamó algo en alemán desde el asiento trasero apenas arrancar el auto, algo que por supuesto yo no entendí, y fruncí el ceño.—¿Qué estás diciendo?—Dice que estás sana.—
BLAIRSolo fui al club a distraerme con mi mejor amiga, pero todo acabó en desastre.Ahí estaba, Benjamin Blackburn, empiernado con aquella muchachita rubia que semanas atrás presentó como su nueva subordinada. Los dos se comían las bocas y se metían mano sin importarles que estuvieran en un lugar público, y se lanzaban miraditas cada que se separaban dos centímetros.Eso por sí mismo no sería malo. Indecente, sí, pero no malo; sin embargo, había un problema: Benjamin era mi prometido.—Blair, ¿ese que está ahí no es Ben…?—Sí, es él —espeté con rabia contenida y apreté el vaso que tenía en la mano—. Ese maldito…—Bueno, ¿qué tal si nos que…?Pero, antes de que Grace pudiera decir nada, salí como alma que lleva el diablo, directo hacia el par y, al llegar junto a ellos, agarré a la mujer del pelo y la tiré a un lado con todas mis fuerzas.—¡¿Así que esta es tu «importante reunión» por la que tenías que hacer horas extras, Ben?!El hombre, un rubio delgado, abrió los ojos de par en par
BLAIREl suave sonido del grupo de jazz que tocaba en vivo llenaba todos los espacios de aquel enorme salón, junto a un persistente aroma a canela que no me molestaba, pero tampoco me parecía lo mejor del mundo.—Blair, ¡qué bueno que llegas!Grace se apareció, vestida de punta en blanco, y abrió los ojos de par en par al verme.—Amiga, ¡te ves estupenda! ¡Pareces una princesa! No… ¡Una Reina! Estás regia como una Reina.Sonreí sin poder evitarlo y no lo negué, pues por primera vez en mucho tiempo me sentía como tal, como una Reina en el centro de todas las miradas.Sacudí apenas la oscura falda de mi vestido, que se ceñía en cintura imperio y escote palabra de honor, y sonreí más.—Siento que hoy me veo muy bien.—¡Lo haces! De seguro conquistarás a todos los hombres. Es buen momento para que pesques a uno de los tantos millonarios que tu abuelo invitó el día de hoy. Estoy segura de que les encantarás.Me llené de orgullo y confianza, pero negué con la cabeza, pues no estaba aquí par
BLAIR Kristen siempre fue una maleducada, y se comportaba de la peor forma en los momentos más inoportunos. No perdí de vista a Dominik, y noté cómo frunció el ceño, medio incrédulo y con desprecio, y negó con la cabeza. —No hace falta, señorita Rymer, mi asistente se ocupará de ayudarme; sin embargo, señor Rymer. —Dirigió su atención hacia mi abuelo y le dio una diligente sonrisa antes de continuar—: De verdad agradezco su preocupación. Este le devolvió la sonrisa y asintió. —Entiendo, señor Engel. —No quiero que piense que es un desplante de mi parte; es solo que prefiero ir a los lugares puntuales con uno de mis empleados. —No se preocupe, puedo entenderlo. A veces los hombres de negocios debemos cuidar muy bien nuestra imagen, en especial si se tienen menos de treinta años y un palmarés como el suyo. Al abuelo le brillaban los ojos con una admiración que pocas veces le había visto, lo que me inquietó; sin embargo, como poco tenía que ver yo con ese hombre y la situación, a