Regresaron a casa antes de la medianoche, cuando terminaron de comerse todo el pollo frito que Lucca había llevado para ese momento tan personal e incomparable.Lucca llevó a Margarita hasta la puerta de su departamento y no la dejó ir cuando ella quiso meter las llaves en el cerrojo. La tomó con fuerza por la mejilla y le plantó un suave y apasionado beso en la boca.Habría querido resistir un poco más, pero no podía negar lo mucho que Margarita le enloquecía y, no podía quedarse con esa sensación en el cuerpo o no iba a poder dormir en toda la noche.—Lamento ser tan contradictorio, pero necesitaba besarte —susurró sobre su boca y la tomó por la nuca para sentirla cerca. Ella lo abrazó por la cintura y juntó sus cuerpos tibios—. Dije que te besaría cuando tocara tu corazón, pero me lo pones muy difícil, Margarita.—Tal vez ya tocaste mi corazón —musitó ella con los ojos cerrados y se rio tierna cuando él volvió a besarla.El beso fue tibio, lento y húmedo. A ella las piernas le temb
Al otro día, Margarita se levantó algunos minutos antes y se preparó a toda prisa. Estaba impaciente por llegar al trabajo y ver a Lucca. Su cuerpo le reclamaba con fuerza; deseaba verlo, sentirlo, olerlo, e incluso, moría por besarlo otra vez.Se despertó sintiéndose impaciente, pero también muy estúpida. ¿Por qué no lo había invitado a pasar? Se preguntó cientos de veces mientras se bañó, se secó el cabello y se vistió.¿Por qué había decidido, justo en ese momento, ser la nueva Margarita? La vieja Margarita habría despertado con un hombre sexy a su lado, satisfecha y feliz.¿Por qué? Se preguntó con rabia mientras se bebió una taza de café.Llegar a los viñedos fue difícil. Se encontró con una larga fila de personas y supo que algo importante estaba sucediendo.Sus ojos no tardaron en encontrarse con Lucca. El hombre conversaba con Américo, conforme Lidia participaba como espectadora.Margarita se acercó con discreción y saludó a los tres con un simple gesto con su cabeza.—Qué bue
Aunque Margarita resultaba una mujer tragona, dejó olvidada su comida y a su amiga y se marchó apurada por las escaleras de emergencia del edificio. Corrió agitada para entrar en la oficina y ver si Lucca había regresado de su comida con la víbora de Lidia, pero encontró el lugar solitario.Gruñó rabiosa bajo los curiosos ojos del Che y se echó a correr atemorizada antes de que el hombre se acercara otra vez para extorsionarla.Ya tenía suficiente con lo que Lucca le había pedido y, la cosa se ponía al peor al escuchar los chismes de Paula.Bajó por las escaleras y se alejó por la parte trasera. Buscó el camino postrero para caminar por los viñedos y se alejó a toda prisa. Los tacones bajos que usaba se le hundían en la tierra blanda, pero nada le importó hasta que llegó al final del terreno, donde la cúpula se localizaba instaurada.Como una vieja chismosa rodeó el lugar. Se escondió detrás de las gruesas parras de uva y miró entremedio de la fruta con grandes ojos.Desde la poca dis
Margarita lo vio con tristeza desde la puerta y el corazón se le apretó al ver lo pálido que estaba, aun cuando siempre conservaba ese bronceado bonito que lo hacía parecer más seductor.—De-Déjame ayudarte —titubeó y cerró la puerta detrás de ella.Margarita tomó el desinfectante y se limpió las manos. Luego miró su abdomen y arrugó el ceño con dolor al ver las nuevas marcas que enrojecían su piel; eligió una zona cercana al ombligo para desinfectar.El hombre se descompensó y cerró los ojos. Dejó caer la cabeza hacia atrás y respiró difícil, sintiéndose mareado y tembloroso.—Margarita —jadeó y tomó su hombro con fuerza.Ella tembló tanto como él al sentir lo débil que se hallaba. Aunque el hombre usaba toda su fuerza para apretarla, ella apenas podía sentir su tacto frío.Lo pinchó con prontitud, con un poco más de seguridad que la primera vez. Siempre iba a odiar las agujas, por muy pequeñas que fueran, pero en ese momento, se controló con raciocinio.—Tranquilo —susurró ella, pre
Salió del apretado espacio en el que estaba y se levantó del suelo con torpeza. Ya se había acalambrado y las piernas le dolían.—Solo para que sepas, Lucca Calentín, en cuanto el estúpido contrato se acabe, te daré el divorcio. —Se levantó con un gemido—. Ni loca me quedo casada contigo —gruñó.—¿Lucca Calentín? —preguntó él, encrespado.—¡Se te puso dura mientras yo estaba ahí! —gritó indignada, aunque feliz de ver que el amigo sí tenía vida—. ¡Casi me punzó el ojo! —Le escupió a la cara sin titubear, pero con un poco de exageración—. Eres un Calentín.Lucca se ruborizó y se sobó el miembro erecto con los ojos apretados.—¿Y qué quieres que haga? —le preguntó con fastidio y se levantó para plantarle cara—. Le gustas —certificó.Que se pusiera de pie solo empeoró las cosas. Margarita desvió la mirada por pocos segundos entre su entrepierna y sus ojos azules.—No lo sé —gimió ella y se lamió los labios con angustia—. Controla a tu serpiente.—¿Serpiente? —investigó Lucca y se rio. Ell
El camino de la joven pareja se dividió cuando la jornada laboral terminó. Los dos disimularon y no se volvieron a mirar hasta que ella caminó junto a su coche moderno y le ofreció una agraciada sonrisa, la que también le entregó a Lidia.La mujer, quien ya estaba enterada de sus planes y sospechaba de algo más, le miró con los ojos entrecerrados y frunció los labios cuando vio a Lucca no darle importancia a su secretaria.—¿Todo está bien? —preguntó Lidia y se subió al coche apurada cuando Lucca se preocupó más de su coche que de mirarle el culo a su secretaria.—Sí —respondió él con despreocupación y sintió la tensión de la mujer a su lado—. ¿Por qué? —preguntó—. ¿Te preocupa algo?Lidia negó y se puso el bolso elegante sobre las piernas. Se cerró el cinturón de seguridad y viajó hasta la propiedad de los Valentini con el ceño arrugado, confundida por la actitud de Lucca.El hombre se cambió de ropa, se encerró en el gimnasio privado de su padre y practicó boxeo en soledad, oyendo m
A Lucca le importaba más el desaire que le habían hecho a Margarita que, la caída de la empresa, las mentiras de su padre y su amorío con su futura esposa.—Margarita tenía razón —pensó en voz alta, queriendo comprender todo lo que estaba sucediendo a su alrededor.—Por favor, hijo, debes casarte con Lidia —pidió su madre otra vez y él le miró con aborrecimiento—. Debes casarte con ella lo más pronto posible y sacarla de aquí —imploró desesperada—. Quiero a mi esposo de vuelta y…Lucca apretó el ceño y se mordió la lengua para no decir nada. Dejó de oír las exigencias de su madre y se sintió superado por el egoísmo de su familia. Aunque quiso llorar por la rabia que lo dominaba en ese momento, se contuvo y se mantuvo calmo conforme su madre lloraba desconsolada sobre su pecho.Tuvo que mentirle. Así como ellos le habían mentido por años y, como en el presente, lo utilizaban para conseguir algo más, algo que él aun no descubría.—Sí, mamá —musitó mirándola a los ojos—. Me casaré con Li
Como Paula era la que mejor gusto tenía para la ropa, eligió uno de sus lindos atuendos blancos para preparar a Margarita. Desafortunadamente, no tenía un vestido blanco para que fuera al altar junto a su precipitado novio, pero si un traje de dos piezas muy femenino y que se ajustó a sus curvas de una forma perfecta.July poseía todo tipo de habilidades y con un poco de velo blanco, pegamento caliente y un accesorio para el cabello, le confeccionó un lindo y sobrio velo que lució perfecto sobre su cabellera dorada. No obstante, Paula y July querían que el maquillaje fuera llamativo: labios rojos y ojos difuminados con colores plateados, Kun fue más sensato y asertivo cuando dijo que él esperaba el beso final al terminar la ceremonia y que no era correcto ensuciar al novio con lápiz labial.—Pero que novio tan eficiente tienes, July —burló Margarita cuando le pusieron un suave brillo labial y ondularon las puntas de su cabello con cuidado.—Es el mejor —susurró July y le ofreció una c