Manipulación

El camino de la joven pareja se dividió cuando la jornada laboral terminó. Los dos disimularon y no se volvieron a mirar hasta que ella caminó junto a su coche moderno y le ofreció una agraciada sonrisa, la que también le entregó a Lidia.

La mujer, quien ya estaba enterada de sus planes y sospechaba de algo más, le miró con los ojos entrecerrados y frunció los labios cuando vio a Lucca no darle importancia a su secretaria.

—¿Todo está bien? —preguntó Lidia y se subió al coche apurada cuando Lucca se preocupó más de su coche que de mirarle el culo a su secretaria.

—Sí —respondió él con despreocupación y sintió la tensión de la mujer a su lado—. ¿Por qué? —preguntó—. ¿Te preocupa algo?

Lidia negó y se puso el bolso elegante sobre las piernas. Se cerró el cinturón de seguridad y viajó hasta la propiedad de los Valentini con el ceño arrugado, confundida por la actitud de Lucca.

El hombre se cambió de ropa, se encerró en el gimnasio privado de su padre y practicó boxeo en soledad, oyendo m
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