El lunes en la mañana, Margarita organizó su nueva casa y llevó a la perra de su marido al veterinario y a la peluquería canina.
Cuando regresaba a casa, en la camioneta de Lucca, sus ojos se encontraron con un nuevo instituto que impartía idiomas. Margarita aparcó al frente del edificio renovado y miró los carteles con grandes ojos.
Los primeros minutos estuvo en silencio, conforme trataba de tomar una decisión. Estaba confundida, pues no sabía sí sería capaz de aprender el idioma con tanta facilidad, pero luego recordó que debía responder ante los ingleses y que, si quería llegar lejos en el mundo del vino y las cepas especiales, debía conocer otros idiomas.
Se armó de valor, agarró a la perra, su cartera y se bajó de l
Cuando se perdieron entremedio de los viñedos, donde el aroma de las uvas frescas los embelesaba con su dulzura, su padre le reveló sus verdaderas intenciones para ese primer día de celebración.—Quiero proponerle matrimonio a tu madre… otra vez —afirmó nervioso. Lucca le miró de reojo y no dijo nada. Solo acarició una hoja verde con la yema de los dedos—. ¿Crees que acepte? —preguntó—. Sé que lo arruiné todo, pero podemos volver a empezar, yo sé que…—Papá… —interrumpió Lucca—. Viejo, no puedo mentirte, lo siento —expresó—, yo no sé lo que piensa ni siente la mamá, así que tendrás que averiguarlo tu mismo —le dijo seguro y su padre le miró con los ojos vidri
Se sentaron en la mesa y los miraron sonrientes.—¿Y los enanos? —preguntó Margarita, refiriéndose a sus vivarachos hermanos menores.—La vecina va a cuidarlos —dijo su padre y olió su copa con vino.—¿Y se han divertido? —preguntó Lucca y los padres de su esposa le miraron con los ojos brillantes.—Claro que sí, hijo —dijo su suegra—. Ha sido maravilloso. Todo me ha robado muchas lágrimas y me ha regresado hermosos recuerdos. Muchas gracias.—No tiene que agradecer —respondió Lucca y Margarita le miró con enamoramiento—. Solo quería que el pueblo recuperara esta tradición, que Margarita pudiera tener otra fiesta de la
A pocos meses del inicio de clases, Margarita mostró grandes avances para con el idioma que deseaba aprender. Su esposo fue un maestro firme y la ayudó cada vez que ella lo requirió, también sus suegros, quienes fueron profesores pacientes y divertidos.Su suegra no regresó a trabajar para Santa Marta y decidió conservar su puesto en Santa Margarita, junto a su único hijo y su hermosa esposa, además, estaba impaciente porque los nietos llegaran y quería ser la primera en conocer la gran noticia.Su esposo, claro, tuvo que respetar sus decisiones. Si bien, volvieron a vivir juntos como en los viejos tiempos, sus caminos se dividían cada día al despertar, pero aquello resultó positivo para los dos, puesto que la distancia por largas horas les ayudaba a extrañarse, aunque fuese en lo más
Esa noche, tras cenar y bailar con sus colegas, Margarita llegó al hotel en el que se hospedaba arrastrando los pies. Cayó rendida en un profundo sueño en cuanto su cuerpo tocó el colchón y, al otro día se despertó agitada, lista para continuar con una segunda jornada.Ese día era más apretado que el anterior y su asistente ingresó a su cuarto con el desayuno. No tendrían tiempo de desayunar tranquilas y debían alistarse para participar de la esperada cosecha.Margarita pensó que había bebido mucho la noche anterior y se sintió mareada en cuanto se levantó de la cama. Se dio un par de tumbos por los muros del dormitorio y se encerró en el baño para bañarse y recomponerse.Mientras el agua caliente le tocaba la nuca
Margarita tuvo un embarazo de lo más normal. Apenas sufrió de todas esas complicaciones que las otras mujeres decían haber padecido y, todas las advertencias de su médico sobre posibles pérdidas o partos prematuros quedaron en nada cuando logró llegar al segundo trimestre con una sonrisa feliz en sus labios, y una prominente panza que destacaba sobre su flacucho cuerpo.Ella no dejó que su embarazo le restara puntos para con su trabajo y caminó con tacones de quince centímetros hasta los nueve meses. Margarita se encargó de especializar un tercer idioma para destacar en las ferias de vinos que tanto le apasionaban y, mientras su primer hijo crecía en su interior, usó vestidos elegantes que la hacían lucir la mujer más hermosa de todo el lugar.Asistió a ferias dentro del pa&iacu
Margarita usó su mejor vestido y sus zapatos más altos.Quería verse más estilizada en las fotografías cuando el Gerente General dijera su nombre frente a todos los empleados y ella flotara como una bailarina de ballet por la alfombra para estrechar su mano y besar su arrugada mejilla.Pretendía verse brillante cuando agradeciera a todos por su apoyo y comprensión, conforme sonreía y posaba para la cámara. Estaba lista para compartir todas las historias de Instagram en las que sería etiquetada e incluso se había inventado un propio hashtag que moría por viralizar.—¡Hoy es el día! —Le gritó Paula cuando salió del baño y la detalló de pies a cabeza con una amplia sonrisa—. Te ves radiante.—Me siento radiante —dijo Margarita con una voz delicada.Se movió por la cocina estrecha y tomó uno de los muffins de chocolate que Julia, su otra amiga, traía desde la cafetería en la que trababa los fines de semana.Las tres vivían juntas desde hacía algunos años; arrendaban un pequeño departament
Todos se reunieron en la sala de juntas y tras cerras las puertas, el Gerente General, el Señor Valentini, tomó la palabra y entregó un discurso motivador referente a las ventas bajas del último mes.Sabía que pasaban por una mala racha, pero que todo mejoraría dentro de poco.—Vamos a comenzar un nuevo ciclo en pocos meses y queremos lanzar nuevos productos que impacten el mercado.El Gerente se levantó de su puesto y se movió con calma detrás de ella. Margarita pensó que tocaría sus hombros para presentarla ante todos, pero las cosas dieron un giro muy brutal a su parecer.»Pascual ha jubilado, como ya saben y nos ha dejado grandes enseñanzas.La joven tembló cuando el Gerente General puso su mano en su hombro izquierdo y ella le miró con los ojos brillantes desde su puesto.»Sé que muchos vamos a extrañarlo —dijo y ella asintió ansiosa. Casi podía adelantarse a sus palabras—. Su puesto será ocupado por alguien más joven; alguien que promete entregarle frescura a su trabajo —explicó
Las mujeres se encerraron en el iluminado cuarto de baño y se miraron a las caras con horror.Margarita se veía falta, algo totalmente opuesto a lo que Paula había visto en la mañana y la mujer con su sinceridad por delante no tuvo tacto para decírselo.—¿Te acuerdas cuándo nos emborrachamos en la fiesta de navidad? —le preguntó. Margarita asintió aguantándose los sollozos—. Te ves peor que ese día, peor, mucho peor —afirmó y la joven tomó una toalla de papel del dispensador para limpiarle la cara—. ¿Qué pasó? —curioseó con voz dulce.Llevó a Margarita hasta uno de los divanes alargados junto a una de las ventanas y tras humedecer la toalla de papel con agua, le limpió la máscara de pestañas que le escurría por las mejillas, también el labial rosa brillante que le manchaba el mentón y el bigote.—Me mintió —suspiró ella con los hombros caídos. Se apreciaba más derrotada que nunca—. Pascual me mintió —repitió y Paula puso muecas tristes cuando la oyó—. Me dijo que el puesto era mío, me