Así que la encaró.—¿En qué lo estás ayudando? —preguntó y le miró de reojo.—No entiendo —dijo Margarita.—Sé qué se casan porque necesitan esconder algo —especuló con el ceño arrugado y con seguridad—, pero no sé qué —confirmó después y miró a Margarita con severidad, a la espera de su respuesta y la verdad.Ella suspiró y se rascó el puente de la nariz antes de hablar.—Lucca cree que perderán la empresa contra los Valdivieso y quiere que tenga acceso a sus bienes para negociar con uno de los herederos y comprar un porcentaje de la empresa —dijo todo, a tanta que velocidad que, Paula apenas pudo respirar.Se quedó callada algunos segundos, mientras siguieron caminando por las oscuras calles del pueblo y cuando el silencio se tornó incómodo, Margarita la miró de reojo para analizar su rostro.—¿Y eso es legal? —preguntó Paula, preocupada por su seguridad.Solo quería que ella estuviera a salvo.—Seré su esposa —musitó Margarita y se puso triste al vislumbrar eso que tanto le dolía.
Llegaron a la capital a las siete de la mañana. La ciudad ya estaba en movimiento y Kun se detuvo antes de que ingresaran a las autopistas centrales. Margarita despertó en ese momento, al oír el ruido de la ciudad y cuando las luces de la mañana la obligaron a despertar.Amaneció sobre el pecho de Lucca. Le dolía la espalda por lo torcida que había dormido, pero todo dolor se compensó cuando sintió el aroma del hombre clavado en la punta de su nariz.Kun y July bajaron para cambiar puestos con Lucca y Margarita.Lucca recuperó el control de su coche otra vez y se movió apresurado por las calles de la agitada ciudad. Los amigos de Margarita ofrecieron comida para que disfrutaran antes de llegar a las oficinas del registro civil.Todos comieron por los nervios que sentían y la cosa se puso peor cuando llegaron a la oficina de registro más cercana y se prepararon para tan especial momento.Paula vio un supermercado cerca y caminó apurada para comprar un ramo de flores. Sabía que era impo
El juez leyó los derechos y deberes con un ritmo rápido. Margarita trató de seguir sus palabras con el mejor compás, pero la cabeza le palpitaba y el corazón le golpeaba fuerte dentro del pecho. Por alguna razón, aunque sabía que esa boda apresurada estaba mal, la deseaba. Las testigos entregaron su afirmación con seguridad. Margarita sonrió cuando sus amigas participaron de forma activa y la ceremonia continuó con normalidad.Cuando el momento de aceptar al otro llegó, la pareja volteó ligeramente para mirarse a los ojos y los dos se sonrojaron cuando vislumbraron que, era cierto, estaba sucediendo.Se estaban casando.—Ahora, les pregunto. Margarita Ossandón, ¿quieres contraer matrimonio con Lucca Valentini? —preguntó el Juez y le miró con agudeza.—Sí —dijo ella con firmeza y sus labios dibujaron una delicada sonrisa.—Lucca Valentini, ¿quieres contraer matrimonio con Margarita Ossandón? —preguntó el Juez y esperó su respuesta.—Sí, por supuesto que sí —contestó él y se acercó par
Los amigos caminaron hasta una de las pizzerías más cercanas y buscaron una mesa para almorzar. Aun no era el mediodía y ellos ya querían celebrar, pero debían regresar al pueblo del que venían y tenían que hacerlo en tiempo récord para no levantar sospechas.Margarita y Paula aprovecharon del tiempo para comprar ropa bonita en las muchas tiendas que la gran ciudad disponía y, por otro lado, July y Kun visitaron esas tiendas chinas que tanto necesitaban.Lucca aprovechó de descansar en el estacionamiento y se encargó de llamar a sus abogados para informarles que ya estaba casado y que, ahora, Margarita era también la dueña de todas sus acciones y grandes inversiones. Sus abogados le explicaron que habían conseguido invitar al heredero a la degustación de la noche y que sería la oportunidad perfecta para que Margarita lo convenciera de venderle su porcentaje.Calentín llamó también a Américo, el jefe de recursos humanos y excusó la ausencia de las trabajadoras.—Boludo, ¡tu vieja está
Margarita lo observó desde la puerta y se quedó callada algunos segundos, a la espera de que el hombre volviera a mirarla a los ojos.—Lo lamento —susurró la mujer, pero el hombre cada vez se hacía más inmune a la frialdad de su familia.—No lo lamentes, no es tu culpa —musitó él y se acercó a la puerta para asegurarse de que estuvieran a solas. Miró a todos lados y se preparó para hablar—. Esta noche, el hijo de Jacinto vendrá y es tu oportunidad de tomar lo que necesitamos.Las ilusiones de Margarita se hicieron triza en ese instante. Había creído que se acercaba a ella por algo más, pero solo lo hacía para entregarle la información de la empresa y las acciones que debía comprar antes de que fuera demasiado tarde.Lucca le dijo lo que debía decir ante el heredero de Vera y ella se preparó en repetidas ocasiones antes de bajar al primer piso del lugar.La fiesta había comenzado y una elegante degustación se llevaba a cabo entre los viñedos de Santa Marta. El lugar se hallaba lleno de
Paula bajó corriendo por las escaleras. No le importó mojarse y mancharse con el vino y se acercó a socorrer a su amiga, esa que tenía cara de vergüenza y de “yo no hice nada”.Le ofreció ayuda para salir de la poza en la que estaba hundida y miró a Lucca de forma aprensiva, pero ni siquiera él sabía que había sucedido, así que no pudo defenderse en ese momento tan complicado. En sus recuerdos solo podía vislumbrar y sentir ese momento tan especial que habían compartido. Después, la llave de acceso había explotado y todo se había ido a la mierda.Los invitados fotografiaron la gran fuga y se burlaron de la situación, conforme los afectados abandonaban la bodega subterránea y se abrieron paso a través de todos los ojos curiosos para escapar y secarse.Para su suerte, Margarita tuvo el respaldo de Paula, quien la sacó a toda prisa del lugar, pero Lucca no, él tuvo que enfrentarse a sus padres y a Lidia, quien le miraba con enfado.La fiesta se dio por terminada y los empleados acompañar
Se quedó de pie en una esquina del cuarto, analizando todo lo que sentía y tomó su teléfono móvil, sus medicamentos, sus zapatillas de deporte, una capucha negra y abandonó la propiedad a paso lento.Pisó suave para que nadie lo oyera y agarró una de las bicicletas familiares para escapar.Se sintió tan libre pedaleando por la carretera en la madrugada que la adrenalina lo revitalizó entero. Nunca se detuvo y avanzó tan rápido que no tardó ni media hora en llegar a la zona central del pueblo. Las calles estaban iluminadas y llenas de vida por el agitado verano.Encontró los bares repletos de turistas. La música juvenil se oía en cada esquina y el aroma a marihuana inundaba el ambiente, pero él ignoró todo y pedaleó hasta el departamento en el que Margarita y sus amigas vivían.Desde la vereda del frente miró el balcón que el departamento poseía y detalló las ventanas. Encontró una de las luces encendidas y se bajó de la bicicleta con apuro. Caminó hasta la entrada del edifico, saludó
Cuando Margarita se despertó otra vez, se encontró sola en la cama y se reincorporó asustada. No sabía si había tenido un increíble sueño o si de verdad Lucca la había abandonado en la mitad de la noche, después de tener sexo y en su primera noche de bodas.Dobló las rodillas contra su pecho y se tocó la cara con las dos manos cuando entendió que el hombre si la había abandonado. Podía sentir la humedad de su centro, el dolor en las caderas por el efectivo sexo y la vergüenza.Tal vez, la vergüenza era la peor parte de toda sensación que la anegaba en ese momento.Ahora que estaba un poco más lucida y cuerda, se sentía terrible al entender que se había casado con un hombre con un contrato de fondo en el que aseguraba un divorcio, y todo para salvar una empresa que, no solo le había mentido en su ascenso laboral, sino también que nunca le había valorado.Cuando su mama se enterara, ¡iba a matarla!Una risotada masculina la sacó de sus pensamientos trágicos y agarró lo primero que encon