Margarita lo vio con tristeza desde la puerta y el corazón se le apretó al ver lo pálido que estaba, aun cuando siempre conservaba ese bronceado bonito que lo hacía parecer más seductor.—De-Déjame ayudarte —titubeó y cerró la puerta detrás de ella.Margarita tomó el desinfectante y se limpió las manos. Luego miró su abdomen y arrugó el ceño con dolor al ver las nuevas marcas que enrojecían su piel; eligió una zona cercana al ombligo para desinfectar.El hombre se descompensó y cerró los ojos. Dejó caer la cabeza hacia atrás y respiró difícil, sintiéndose mareado y tembloroso.—Margarita —jadeó y tomó su hombro con fuerza.Ella tembló tanto como él al sentir lo débil que se hallaba. Aunque el hombre usaba toda su fuerza para apretarla, ella apenas podía sentir su tacto frío.Lo pinchó con prontitud, con un poco más de seguridad que la primera vez. Siempre iba a odiar las agujas, por muy pequeñas que fueran, pero en ese momento, se controló con raciocinio.—Tranquilo —susurró ella, pre
Salió del apretado espacio en el que estaba y se levantó del suelo con torpeza. Ya se había acalambrado y las piernas le dolían.—Solo para que sepas, Lucca Calentín, en cuanto el estúpido contrato se acabe, te daré el divorcio. —Se levantó con un gemido—. Ni loca me quedo casada contigo —gruñó.—¿Lucca Calentín? —preguntó él, encrespado.—¡Se te puso dura mientras yo estaba ahí! —gritó indignada, aunque feliz de ver que el amigo sí tenía vida—. ¡Casi me punzó el ojo! —Le escupió a la cara sin titubear, pero con un poco de exageración—. Eres un Calentín.Lucca se ruborizó y se sobó el miembro erecto con los ojos apretados.—¿Y qué quieres que haga? —le preguntó con fastidio y se levantó para plantarle cara—. Le gustas —certificó.Que se pusiera de pie solo empeoró las cosas. Margarita desvió la mirada por pocos segundos entre su entrepierna y sus ojos azules.—No lo sé —gimió ella y se lamió los labios con angustia—. Controla a tu serpiente.—¿Serpiente? —investigó Lucca y se rio. Ell
El camino de la joven pareja se dividió cuando la jornada laboral terminó. Los dos disimularon y no se volvieron a mirar hasta que ella caminó junto a su coche moderno y le ofreció una agraciada sonrisa, la que también le entregó a Lidia.La mujer, quien ya estaba enterada de sus planes y sospechaba de algo más, le miró con los ojos entrecerrados y frunció los labios cuando vio a Lucca no darle importancia a su secretaria.—¿Todo está bien? —preguntó Lidia y se subió al coche apurada cuando Lucca se preocupó más de su coche que de mirarle el culo a su secretaria.—Sí —respondió él con despreocupación y sintió la tensión de la mujer a su lado—. ¿Por qué? —preguntó—. ¿Te preocupa algo?Lidia negó y se puso el bolso elegante sobre las piernas. Se cerró el cinturón de seguridad y viajó hasta la propiedad de los Valentini con el ceño arrugado, confundida por la actitud de Lucca.El hombre se cambió de ropa, se encerró en el gimnasio privado de su padre y practicó boxeo en soledad, oyendo m
A Lucca le importaba más el desaire que le habían hecho a Margarita que, la caída de la empresa, las mentiras de su padre y su amorío con su futura esposa.—Margarita tenía razón —pensó en voz alta, queriendo comprender todo lo que estaba sucediendo a su alrededor.—Por favor, hijo, debes casarte con Lidia —pidió su madre otra vez y él le miró con aborrecimiento—. Debes casarte con ella lo más pronto posible y sacarla de aquí —imploró desesperada—. Quiero a mi esposo de vuelta y…Lucca apretó el ceño y se mordió la lengua para no decir nada. Dejó de oír las exigencias de su madre y se sintió superado por el egoísmo de su familia. Aunque quiso llorar por la rabia que lo dominaba en ese momento, se contuvo y se mantuvo calmo conforme su madre lloraba desconsolada sobre su pecho.Tuvo que mentirle. Así como ellos le habían mentido por años y, como en el presente, lo utilizaban para conseguir algo más, algo que él aun no descubría.—Sí, mamá —musitó mirándola a los ojos—. Me casaré con Li
Como Paula era la que mejor gusto tenía para la ropa, eligió uno de sus lindos atuendos blancos para preparar a Margarita. Desafortunadamente, no tenía un vestido blanco para que fuera al altar junto a su precipitado novio, pero si un traje de dos piezas muy femenino y que se ajustó a sus curvas de una forma perfecta.July poseía todo tipo de habilidades y con un poco de velo blanco, pegamento caliente y un accesorio para el cabello, le confeccionó un lindo y sobrio velo que lució perfecto sobre su cabellera dorada. No obstante, Paula y July querían que el maquillaje fuera llamativo: labios rojos y ojos difuminados con colores plateados, Kun fue más sensato y asertivo cuando dijo que él esperaba el beso final al terminar la ceremonia y que no era correcto ensuciar al novio con lápiz labial.—Pero que novio tan eficiente tienes, July —burló Margarita cuando le pusieron un suave brillo labial y ondularon las puntas de su cabello con cuidado.—Es el mejor —susurró July y le ofreció una c
Así que la encaró.—¿En qué lo estás ayudando? —preguntó y le miró de reojo.—No entiendo —dijo Margarita.—Sé qué se casan porque necesitan esconder algo —especuló con el ceño arrugado y con seguridad—, pero no sé qué —confirmó después y miró a Margarita con severidad, a la espera de su respuesta y la verdad.Ella suspiró y se rascó el puente de la nariz antes de hablar.—Lucca cree que perderán la empresa contra los Valdivieso y quiere que tenga acceso a sus bienes para negociar con uno de los herederos y comprar un porcentaje de la empresa —dijo todo, a tanta que velocidad que, Paula apenas pudo respirar.Se quedó callada algunos segundos, mientras siguieron caminando por las oscuras calles del pueblo y cuando el silencio se tornó incómodo, Margarita la miró de reojo para analizar su rostro.—¿Y eso es legal? —preguntó Paula, preocupada por su seguridad.Solo quería que ella estuviera a salvo.—Seré su esposa —musitó Margarita y se puso triste al vislumbrar eso que tanto le dolía.
Llegaron a la capital a las siete de la mañana. La ciudad ya estaba en movimiento y Kun se detuvo antes de que ingresaran a las autopistas centrales. Margarita despertó en ese momento, al oír el ruido de la ciudad y cuando las luces de la mañana la obligaron a despertar.Amaneció sobre el pecho de Lucca. Le dolía la espalda por lo torcida que había dormido, pero todo dolor se compensó cuando sintió el aroma del hombre clavado en la punta de su nariz.Kun y July bajaron para cambiar puestos con Lucca y Margarita.Lucca recuperó el control de su coche otra vez y se movió apresurado por las calles de la agitada ciudad. Los amigos de Margarita ofrecieron comida para que disfrutaran antes de llegar a las oficinas del registro civil.Todos comieron por los nervios que sentían y la cosa se puso peor cuando llegaron a la oficina de registro más cercana y se prepararon para tan especial momento.Paula vio un supermercado cerca y caminó apurada para comprar un ramo de flores. Sabía que era impo
El juez leyó los derechos y deberes con un ritmo rápido. Margarita trató de seguir sus palabras con el mejor compás, pero la cabeza le palpitaba y el corazón le golpeaba fuerte dentro del pecho. Por alguna razón, aunque sabía que esa boda apresurada estaba mal, la deseaba. Las testigos entregaron su afirmación con seguridad. Margarita sonrió cuando sus amigas participaron de forma activa y la ceremonia continuó con normalidad.Cuando el momento de aceptar al otro llegó, la pareja volteó ligeramente para mirarse a los ojos y los dos se sonrojaron cuando vislumbraron que, era cierto, estaba sucediendo.Se estaban casando.—Ahora, les pregunto. Margarita Ossandón, ¿quieres contraer matrimonio con Lucca Valentini? —preguntó el Juez y le miró con agudeza.—Sí —dijo ella con firmeza y sus labios dibujaron una delicada sonrisa.—Lucca Valentini, ¿quieres contraer matrimonio con Margarita Ossandón? —preguntó el Juez y esperó su respuesta.—Sí, por supuesto que sí —contestó él y se acercó par