No me interpondré entre ellos

Clara contempló con horror la prueba de lo que llevaba sospechando desde hace mucho. Sus ojos se llenaron de lágrimas y contuvo un sollozo.

—¿Estás bien, niña? ¿De quién es esa criatura que viene en camino?

Clara tragó saliva antes de negar con la cabeza.

—Y-yo…

Al ver la incomodidad de la loba, la mujer habló una vez más.

—Clara. A partir de ahora no puedes hacer trabajos pesados. Hablaré con el Beta para pedirle que te ponga trabajos más suaves. Ahora que estás preñada…

—¡No! Por favor, nana —ella apresuradamente tomó las manos de la mujer que la había cobijado después de la muerte de sus padres.

Nana había cuidado también de Román y Zakia cuando la madre de ambos había muerto. Clara había crecido con ambos en la casa de la manada bajo su ala.

Pero aunque sus acciones fueran nobles no eran las que Clara necesitaba en ese momento.

Si ella le comentaba al Beta este se lo diría a Román, entonces él se enteraría que ella estaba embarazada y rápidamente entendería que era suyo. No podía
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