Él de repente la sorprendió apartando su mano de su pecho fulminándola con la mirada de manera gélida.—No sé a qué te refieres. No vuelvas a tocarme así.Kieran comenzó a tirar de ella en dirección a otro lugar mientras que Alison lloraba en silencio por su padre. Ella haría lo que fuera por él, incluso con lo obstinado y rústico que era ella sabía que la amaba. Siempre había cuidado de ella.Kieran por su parte no pudo evitar pensar en lo que había sentido con el toque de aquella chica. —¿Volverás a encerrarme otra vez?Él no le respondió absolutamente nada hasta que se detuvo frente a una celda.—Tienes cinco minutos. No vas a escapar, estaré justo aquí —gruñó en advertencia señalándole la celda con la cabeza y Alison lo miró con los ojos bien abiertos como si no creyera que él la había llevado con su padre.—¿De verdad? —preguntó con un hilo de voz.El cachorro bufó por lo bajo.No iba a traicionar a su madre, pero él sabía lo que se sentía estar solo. No pasaría nada con que ella
Dana vio el momento exacto en el que el Alfa del Este había llegado junto a una hermosa loba joven del brazo. Sus ojos se encontraron mientras se acercaban lentamente a ella con una sonrisa misteriosa en la cara.Por suerte Devanie había interceptado a Kian llamando su atención y ahora este miraba el intercambio de ambos con recelo.El Alfa estaba cada vez más furioso. No solo por la cercanía del Alfa del Sur sino también por la llegada del Alfa del Norte.—¿Cuándo empezamos los entrenamientos? Kian trató de fingir y volvió su atención a su hija quien lo observaba con curiosidad analizando cada detalle de su rostro. Devanie estaba eufórica por el claro interés de su padre hacia su madre.—Mañana si es posible.—¿A que fue una buena idea que inventara todo ese lío para que mamá se acercara a ti?Kian ahora la observó con verdadera sorpresa antes de que su boca se ladeara en una sonrisa. Devanie sabía que el Alfa del Norte no era conocido por sonreír así que su corazón se llenó de fel
Dana nota con curiosidad como la acompañante del Alfa Alessandro se detiene en seco palideciendo notablemente al ver en su dirección, pero no era a ella a quien observaba, sino al macho a su lado.Dana dio una mirada de reojo a Román y notó que este le devolvía la mirada de manera atenta aunque estaba tratando de mantener la cólera a raya, Dana podía ver a través de él. Durante esos años se habían convertido en buenos amigos, así que podía leerlo. Sus manos se habían convertido en puños deslizando una mirada mortal a Alessandro como si quisiera asesinarlo en ese mismo momento.—¿Román, qué está mal?Dana posó una mano en el brazo de Román llamando su atención. —Dana…Él se calló cuando ambos vimos que la mujer le decía algo a Alessandro y se apartaba yendo en dirección a los baños.“Ella me parece conocida. Tiene que ser del Sur. ¿Cómo si no la conocería Román?”Dana quiso retomar la conversación pero en ese momento llegó Alessandro. Muchas mujeres mantenían la atención en él por su
Dana podía escuchar los pasos y risas al otro lado de la pared. Las charlas no paraban.Todos estaban ajenos a lo que estaba sucediendo detrás de la pared.—Kian… —su protesta sonó ahogada cuando los labios del macho se arrastraron por su cuello erizándole la piel.Ella tuvo que morderse el labio inferior para no dejar salir aquel gemido que amenazaba con escapar de su boca.—¿Recuerdas por qué me llaman monstruo, dulce Omega? Estuve en diferentes guerras, todas ellas las gané, puede haber hecho treguas de paz pero era por mi favor. Todos esos estúpidos que están pululando a tu alrededor no tienen ni idea de lo que les pasará si se atreven a tocarte. Los mataré Dana, no tendré piedad y sus muertes serán dolorosas por acercarse a lo que es mío.—No soy tu propiedad —se quejó ella a punto de apartarse pero Kian metió sus dedos por el dobladillo de su vestido introduciendo su mano para frotar sus bragas.Dana se estremeció al escuchar el gruñido posesivo de Kian al tocar lo húmeda que es
—Dana, te conozco mejor. Estás mintiendo —gruñó él tomando el brazo de ella para acercarla a su firme pecho pero ella se liberó observándolo con ojos ardientes—. Tú me amas, lo sé.Dana soltó una risa suave y si él lo hubiera entendido mejor, dolida.—Te pude amar, pero la traición es algo que nunca podré olvidar. Querías a tu madre y no lo discuto, sin embargo, podía haber otra manera. Podías confiar en mí pero tomaste el camino de hacerme sufrir, es obvio que para ti fue más fácil. Ya no siento nada por ti —mintió descaradamente—. Tuviste razón Kian, te encargaste de que nunca me olvidara de ti. Pero no fue porque quisiera recordarte, sino porque no tenía opción.Finalizó haciendo referencia a lo más importante que ellos compartían, sus cachorros.Kian jamás había sentido que algo le hubiera dolido tan profundamente como las palabras de Dana.Ella creyó ver el dolor en su mirada pero no podía confiar en un hombre que “supuestamente la amaba” y había elegido hacerla sufrir. Incluso a
LA MANADA DEL OESTE—Antes de morir, ¿Cuáles son tus últimas palabras, mi querida sobrina?Veo ese brillo asesino en sus pupilas mientras levanta sus garras tratando de encajarlas en mi piel para robarme mi último suspiro, como lo hizo con mis padres. Y pronto, una sonrisa maliciosa se extiende por su cara.—¡Vas a pagar por esto, haré que te arrepientas!—¿De verdad?Está burlándose de mí, pero no le respondo. Sin que lo espere, levanto mi pierna golpeándolo fuerte con mi pie justo en la garganta logrando dejarlo sin respiración por unos segundos. Enseguida ruedo mi cuerpo por la tierra apartándome de él mientras me pongo de pie en el acto sin volver a mirar en su dirección.Esta puede ser mi última oportunidad y no voy a perderla.Estás cerca de tu destino, Dana.—¡Voy a matarte!El vello se me eriza sabiendo lo cerca que está.Soy débil en comparación a él. Un Omega que ha ido a la guerra más veces de las que soy capaz de contar mientras que yo ni siquiera tengo a mi loba aún. Sin
El Alfa completamente tenso por aquel atrevido toque y todos se congelaron mirando las manos que agarraban con fuerza la bota del Alfa.Todos sintieron pena por el atrevido intruso.Pues nadie podía tocar a su peligroso líder, ni siquiera una bota, y mucho menos una mujer.El Beta fue el primero en reaccionar, agachándose para retirar las manos de la mujer y comprobar sus constantes vitales, pero pronto negó con la cabeza.—Alfa, se está muriendo.Alfa Kian bajó los ojos mientras escrutaba fríamente a la intrusa, una mujer moribunda que había cruzado sus límites.Levantó la mano dispuesto a que el Beta se deshiciera de ella, pero con la mano congelada en el aire se quedó inmóvil al notar que aún inconsciente ella se movió y su cabello se apartó de su rostro mostrando sus rasgos femeninos.Los machos que lo acompañaban quedaron paralizados ante la belleza majestuosa de la hembra, pero el Alfa frunció ligeramente el ceño sin apartar aquellos ojos de la intrusa.No era la primera vez que
—Ni siquiera pudiste defenderte de un lobo de clase baja y aún así planeas gobernar —bufa las palabras deslizándose detrás de mí.Después de que me trajera a esta habitación es lo único que ha dicho, estoy frustrada pues sé que tiene algo de razón.La tensión entre nosotros es palpable pero aumenta de nivel al sentirlo rozar la piel de mi espalda. Intento girarme para mirarlo. El siguiente movimiento de su parte me eriza la piel provocando que me detenga en el acto. Rompe mi vestido dejando mi espalda desnuda ante sus ojos.—No te muevas —ordenó con voz de Alfa.Está acostumbrado a mandar y por más que yo sea una Omega no estoy acostumbrada a obedecer pues crecí en la realeza Omega, alejada de los Alfas. Sin embargo, estoy paralizada tal y como si él hubiera puesto un hechizo sobre mí.Siento su poder y es inquietante.La yema de sus dedos roza mi carne vulnerable por el ataque de Owen y luego siento que vierte algo en mis heridas.—¿Alfa? ¿Estás curándome?La sangre de Alfa era curat