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El eco de sus tacones resonaba en el pasillo del hotel, un lujo que hasta hace poco le había parecido inalcanzable. Lilia deslizó la tarjeta de la habitación y empujó la puerta con un suspiro cansado.

París era hermoso, su nueva vida brillaba como una fantasía y los cincuenta millones en su cuenta eran suficientes para no mirar atrás. O al menos, eso quería creer.

Pero algo estaba mal. Las luces estaban tenues, demasiado, y un aroma ahumado flotaba en el aire. Whisky. El miedo le recorrió la espalda como un golpe helado. Y entonces lo vio. Nikolai estaba allí, sentado en el sofá con las piernas abiertas y un vaso de cristal entre los dedos. La camisa negra arremangada hasta los antebrazos, la chaqueta descansando en el respaldo. Pero lo que más la hizo temblar fue su mirada. Oscura. Fría. Hambrienta.

—¿Pensaste que podías huir de mí? —preguntó con voz calmada, pero cada palabra fue un veneno lento que se le metió bajo la piel.

Lilia retrocedió. No llegó lejos. En dos pasos él estaba so
Glenmarts

Nikolai ha recuperado a si lilia otra vez, pero su actitud es muy diferente...

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