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3. Bienvenida al grupo Akerman

Tonto, idiota, arrogante…

Kira se había quedado con todas las ganas de seguir insultandolo, pero habría sido ridículo y en vano, además de gastar la energía que debía usar esa misma mañana en el debate, porque si pensaba fastidiarla y seguir poniéndole piedras en el camino por la idea machista que tenía sobre las mujeres, estaba muy equivocado, y le demostraría cuánto.

En su silla ejecutiva, Jack no dejaba de pensar en que esa mujer lo tentada de maneras desproporcionales, y reconocerse a sí mismo que ella de verdad tenía el temple para trabajar en su equipo, lo alteraba más.

— Te noto ansioso — le dijo Harry en voz baja, ya estaban en la sala de reuniones.

— Tú tienes la culpa, todavía sigo creyendo que la idea de esa mujer aquí no traerá nada bueno, es tan… temperamental — soltó, recordando la escena de hace unos minutos.

Harry colocó una mano en su hombre y lo miró divertido.

— Lo que te molesta es que ella no sea como el resto de tus empleados y camine fuera de la línea, que haga y diga lo contrario a lo que tú deseas, ¿no es así?

— Es lo que se supone debería hacer un empleado, obedecer a su jefe.

— Quizás lo que necesites, a partir de ahora, son ideas realmente competitivas, no unas marionetas que te hagan creer que siempre tienes la razón por miedo a que les despidas.

Jack volteó a mirarlo con gesto furtivo.

— ¿Estás tratando de decir que doy miedo a mis empleados?

— ¿Quieres que te responda? 

— Tonterías — bufó — no sé cómo te he aguantado todos estos años.

El hombre soltó una pequeña carcajada.

— Porque soy el único que ha sabido llevarte el ritmo.

— Precisamente por eso no creo que esa mujer  vaya a… — un pequeño silencio se hizo de pronto, y al mismo tiempo, su mirada se perdía en un punto fijo a través del cristal de la sala.

Harry notó que ese punto fijo se trataba de Kira, y sorprendido, enarcó las cejas. Jamás, en los años de conocerlo, había visto en su rostro una expresión que se le comparara. Ella también correspondió al encuentro a medida que, a paso ligero, se acercaba. Y notó, desde su propia perspectiva, que las chispas entre ambos jóvenes, emanaban.

Suspiró, solo esperaba que nada mal saliese de allí, pues los conocía a los dos, y si tuviese que definirlos a ambos en una sola palabra, era la terquedad. Jack tenía trece años cuando lo conoció, siempre había sido extrovertido y apasionado, pero desde que su madre lo abandonó a él y a su padre, se volvió arrogante, frío y sin apegos emocionales. Y Kira… sonrió para sí mismo; esa jovencita siempre había sido luz, un alma pura, entregada y amorosa desde la infancia, no dejaba nada a la mitad, le gustaba vivir, aferrarse, amar con intensidad, y a pesar de que su matrimonio de tres años resultó ser un fracaso, vivió su duelo de manera optimista, dispuesta a volver a empezar.

Jack sacudió la cabeza y apartó discretamente la mirada, ocultándose bajo esa capa de frialdad que siempre usaba con los demás, y la misma con la que dio la reunión por iniciada.

El debate estuvo cargado de tensión e ideas divididas. Pocas veces él intervenía, en realidad, casi nada; pues prefería reparar en detalles como la forma en la que los postulantes se desenvolvían o defendían su punto. Harry no se equivocó cuando le dijo que Kira era buena en su elemento, no se dejaba intimidar por los años de experiencia de los demás y siempre tenía algo que argumentar con sólida seguridad. Incluso hubo un momento en el que él tuvo que hacer varias preguntas y ella respondió cada una sin titubear, segura su propio conocimiento, y a diferencia del resto, que era importante resaltar, tenía un manejo del lenguaje corporal que parecía casi natural.

— Disculpa que te interrumpa, Kira, pero lo que propones se aleja de la esencia del grupo Akerman — un joven, que Jack sabía era un excelente estratega y estaba peleando por el puesto, se removió incómodo sobre su silla, encontrando una clara competencia en ella.

Kira recargó las manos sobre la superficie del amplio escritorio de vidrio templado y mostró con seguridad una sonrisa que rayaba la intimidación. Jack negó y miró a Harry,  sorprendido. ¿Cómo podía caber tanta entereza en un cuerpo tan pequeño… y jodidamente atractivo?

— Señor Miller, la próxima vez me gustaría que se dirigiese a mí, como lo ha venido haciendo con todos los hombres de esta sala — le pidió con asombrosa tranquilidad.

El joven pasó un trago amargo y miró brevemente a Jack como si buscara respaldo, pero este simplemente se recargó contra el respaldo de su silla y se cruzó de brazos, decidiéndose por el silencio y obligándolo a que se defendiera a sí mismo como el hombrecito que era.

Por otro lado, reconoció que Kira tenía razón. Todo el tiempo había estado refiriéndose a los demás con respeto y a ella simplemente la tuteaba como si no estuviese a la altura del debate, y pues aunque a él mismo le pesara reconocerlo, ella de verdad estaba preparada.

— Lo siento, señorita Raleigh — gruñó Miller con indiferencia — pero reafirmo lo que dije, lo que usted propone nos aleja de lo que ha mantenido al grupo Akerman en los primeros lugares de la pirámide empresarial, se lo digo por si no le dio tiempo investigar lo suficiente.

— Y lleva razón, señor Miller; aunque creo que esa información es de conocimiento público. ¿Tuvo usted que investigarla? — apuntó con ironía y Jack y se tuvo que guardar una sonrisa, meneando la cabeza. ¡Qué mujer! — Pero regresando a lo que de verdad nos interesa, sabrá, a través de su ardua investigación, que las ventas de estos últimos años se han mantenido en los mismos números — explicó, al frente — Y aunque es lógico que se quiera apostar siempre por lo seguro, ¿por qué no aspirar a más? Pienso que la expansión y acaparar posibles nuevos clientes siempre será una excelente opción, por eso, lo mejor en estos tiempos, es hacer uno de las herramientas que nos brinda la tecnología, y explorar, a través de las redes sociales y creadores de contenido, un área que el grupo Akerman todavía no ha alcanzado, pero al que yo los puedo llevar con mi vasta experiencia.

Jack se irguió completamente asombrado y miró a Harry, quien no dudó en lanzarle un “te lo dije” en voz baja. El asunto de las redes sociales y los creadores de contenido se había tocado antes en la empresa, pero, nunca, de la forma tan convincente y profesional en lo que ella lo había hecho.

— Entiendo, señorita Raleigh, lo que está tratando de decir es que dejemos en manos de las celebridades de internet, lo que comúnmente se llama “influencers” — apuntó con comillas y en tono de burla — el prestigio de una empresa de este calibre.

Kira esbozó una sonrisa de suficiencia; estaba más que capacitada para lidiar con esa clase de tipos.

— ¿Qué es lo que le molesta, señor Miller? ¿Qué no se le haya ocurrido a usted primero o que su idea, que ya no rinde frutos como antes, sea solo para impresionar al director ejecutivo de esta empresa?

Miller apretó los puños bajo la mesa y se levantó con chispas que emanaban de sus puros.

— ¡Suficiente! — intervino Jack. No iba a consentir una disputa entre dos posibles empleados de la empresa. No había sucedido antes y no lo consentiría ahora. Miró con seriedad a ambos postulantes —. Señor Miller, señorita Raleigh — se dirigió a ambos respectivamente — Como director ejecutivo del equipo Akerman, estoy muy agradecido de que le hayan puesto verdadero empeño a cada una de sus propuestas; ambas son buenas, pero necesito resultados eficientes, y sea cual sea la estrategia; no me importa cuál, todo el mundo tiene que estar hablando del grupo Akerman en los próximos meses. El puesto de asesor personal, como sabrán, es solo uno, pero me gustaría pedirles, a ambos, si es posible, que trabajen de la mano en algo que nos beneficie a todos, por eso, con el hasta ahora director de estrategias del grupo, hemos decidido que la señorita Raleigh ocupará su lugar en la dirección, y usted, señor Miller, la secundará como su asesor de estrategia, pero mi pregunta es: ¿están dispuestos a colaborar por el bien de la empresa?

Kira y Miller se miraron. Ella nunca había tenido problemas para trabajar en equipo, y aunque no era lo que esperaba, no dudó en tomarlo, en cambio, Miller, siempre había ido por todo o nada, no se quedaba con los puestos pequeños, al contrario, se proponía escalar, y si debía enfrentarse laboralmente a la “señorita Raleigh” — pensó con sorna en su mente — lo haría.

Los dos terminaron por asentir.

— Bien, el resto puede retirarse — ordenó.

Harry se acercó a Kira para felicitarla por tan increíble debate y después aceptó ir por el café que le había ofrecido Sophie, como acostumbraba.

— Es buena en su elemento, señorita Raleigh. Bienvenida al grupo Akerman — ella terminaba de apilar sus carpetas cuando escuchó la poderosísima voz de Jack en su espalda, erizándola de pies a cabeza.

— Gracias, señor Akerman — dijo al girarse — aunque le confieso que no esperé un ascenso tan pronto.

Jack la miró una con leve sonrisa.

— Estoy apostando por las referencias que tengo de usted — le dijo — y por su talento también, por supuesto, soy un hombre correcto y debo aceptar que se ha defendido su punto bastante bien, pero dígame, señorita Raleigh, ¿es consciente de lo que implica un cargo como este?

Ella le sostuvo la mirada, segura de sí.

— Lo estoy.

— ¿Y está dispuesta a asumirlo?

Un inequívoco brillo de aventura bailó en sus ojos.

— Siempre y cuando usted no me ponga piedras en el camino — bromeó.

Jack soltó una leve carcajada y negó con la cabeza.

— Tiene vía libre, señorita Raleigh — se aventuró a decir — para lo que quiera…

La forma tan implícita en la que Jack murmuró esas palabras, hizo que una corriente eléctrica sacudiera partes de ella que hasta ese momento no sabía que existían.

— En ese caso, le prometo que estaré a la altura del cargo.

— Bien. ¿Cómo sigue su pie? — quiso saber

La había estado observando durante toda la reunión, y aunque era evidente que estaba soportando el dolor como una hembra, su forma de caminar, por lo mismo, era muy pausada.

— Sobreviviré — bromeó.

Jack asintió con una sonrisa.

Esa mujer no tenía remedio, e iba a ser bastante interesante trabajar a su lado.

— Recupérese pronto — le dijo él con voz profunda. Ella asintió levemente e iba a hacerse su propio camino cuando volvieron a tropezarse — le dije que se fijara por donde caminaba, señorita Raleigh, ¿o debería decirle señorita tropiezo?

— Usted se metió en mi camino — murmuró quedamente, todavía cerca de él… demasiado, y con las mejillas calientes… mucho.

Jack se humedeció los labios y la miró con esos ojos pintados de azul cobalto.

— Y parece no molestarle.

— ¿Le molesta a usted?

Sus rostros estaban tan cerca del otro, que podían incluso respirarse. Jack la miró con los ojos pintados de azul cobalto y abrió la boca para decir algo, pero, de pronto, la alarma en el móvil de ella rompió la tensión que entre ambos se habían generado.

Kira se alejó sintiendo que fuego vivo recorría sin compasión cada una de sus vértebras. Sacó el móvil del bolsillo de su falda y lo apagó sin mirarlo.

Sin embargo, Jack, que parecía tener ojo de inteligencia avanzada, alcanzó a leer que se trataba de una alarma programada para la toma de pastillas anticonceptivas, y de pronto, sin saber por qué diablos, no le agradó la idea de que un hombre estuviese en su vida.

— Hasta mañana, señorita Raleigh — dijo de forma abrupta, ahora otra vez con su típico humor, y salió de allí con rabia contenida, con una sensación extraña en el pecho, con… ¿celos?

¡Semejante tontería! Pensó al tiempo que su jefe de seguridad lo seguía a quien sabe qué lugar.

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