Durante toda la reunión, el estoicismo de Kira lo hizo sentir inquieto, en descontrol. Ella se desenvolvía con absoluta tranquilidad y profesionalismo, como si de verdad nada hubiese ocurrido entre ellos. Incluso, hubo un momento en el que hizo reír a los inversionistas con un chiste bastante apropiado y estos asintieron entre sí, como si se dijesen con la mirada que esta chica tenía potencial. Y sí, maldición, lo tenía, pero además de eso, gozaba de un poder natural para capturar miradas, porque si bien la suya no la había podido apartar de sus caderas, el resto tampoco, y eso, aunque odiaba reconocerlo, era una afrenta personal que le fastidiaba. Para el final de la presentación, Miller también participó con un par de ideas que reforzaron la estrategia de Kira, y a las que Jack aprobó como buenas; también ella, aunque creía que necesitaban un poco más de propósito y se lo hizo saber de manera amable, cosa que a Miller no le gustó y e intercambiaron un par de diferencias verbales cu
Jack sujetó la cabeza de Kira y la reclamó con decisión.Ella se permitió saborearlo con todo el ardor que le exigía su cuerpo en ese momento y se dejó arrastrar a palpas contra el escritorio. Objetos cayeron y papeles volaron. Gimió de gusto, de placer. Jamás había sido besada de esa forma tan intensa, tan pasional… tan urgente.El beso de Jack era más de lo que hubiese esperado de un hombre. Era simplemente primitivo, ardiente y decisivo. Era todo aquello de lo que quería gozar.Con agilidad, Jack la subió sobre el escritorio, le elevó la falda y se acomodó en medio de sus piernas mientras se hacía de la cremallera de su pantalón. Le hubiese encantado desvestirse completamente y desvestirla, pero no había tiempo y tampoco estaban en el lugar más adecuado para ello.Kira no podía pensar con claridad; parecía haber comenzado a perder toda perspectiva de la realidad. Él tampoco podía, pues un sentimiento primitivo se había apoderado de él y no tenía intención de dejarlo en paz, no hast
Por supuesto que había una mujer en su vida. ¿Qué creía? ¿Qué un hombre cómo él no frecuentaba con nadie más?La tal Becca era una mujer despampanante, esbelta y con curvas pequeñas, casi rayaba la perfección la condenada. Su juicio se había nublado por un segundo y tuvo que tomar una profunda inhalación discretamente.Lo que acababa de compartir con ese hombre había sido solo sexo, sí, sexo y nada más, algo sin importancia, algo que, definitivamente, no podía volver a repetirse, así que debía tomar decisión inteligente y evitar, a toda costa, que estuviese basada en las emociones.— Gracias por permitirme usar su baño, señor Akerman, con permiso — logró decir, buscando lucir relajada e indiferente ante la situación.Jack asintió mientras la mujer enganchada a su cuello la miraba con una sonrisa de suficiencia.Salió de allí con el corazón latiéndole a toda máquina; aunque lo ocultase muy bien. Solo quería llegar a casa, refugiarse en ese cálido espacio y olvidar todo aquello que cons
Se había quedado tonteando un rato con el móvil cuando vio la hora y saltó como un resorte.Escoger un vestido formal no supuso un problema, al contrario, no era de las chicas que se complicaban tanto, y en menos de una hora, no solo estaba lista, sino que también el auto había llegado por ella y una notificación en su teléfono le hizo saber que el chofer no era el único en acompañarla durante su trayecto a la reunión.Jack se sentía más ansioso que de costumbre, y esa sensación no hizo más que intensificarse cuando vio a Kira atravesar las puertas de cristales de su edificio.Esa noche iba enfundada en un entallado vestido rojo capaz de acaparar todas las miradas, pequeños pendientes dorados y el cabello atado en una coleta alta eran parte de su atuendo.Perfecta. No pudo evitar reconocer.— Señor Akerman, buenas noches, no sabía que compartiríamos el taxi — su femenina voz lo inquietó. Era como escuchar algo dulce y adictivo… y eso que él no era de ningún tipo de adicciones que no f
— Lo que he querido decir es… — Jack se aclaró la garganta y de inmediato pensó en lo impulsivo y gran idiota que había sido. ¿Cómo que no, Jack? ¿Cómo diablos qué no? No tienes derecho a nada que la concierne, a su vida privada, a nada de ella… sobre todo porque es tu asesora y nada más. Jodido imbécil. Se dijo, furiosísimo — La señorita Raleigh debe estar exhausta y seguro querrá descansar, además, mañana le espera una larga e intensa jornada laboral.Kira lo fulminó con aquellos ojos amielados que parecían querer convertirse en dagas muy filosas para así poder aniquilarlo silenciosamente. ¿Cómo se atrevía? ¿Exhausta? ¿Intensa jornada laboral? Ja, faltaba más.— De hecho, señor Akerman, mañana es sábado y agotada, no estoy — una pequeña sonrisa afloró de la boca femenina y regresó la vista al hombre. Jack se tensó en su sitio — Señor Lancaster, ¿le parece si el primer trago lo invito yo?Jack apretó los puños con impotencia y deseó que la tierra se lo tragara para así no tener que p
Minutos antes… — Por favor, mujer, aceptaste una cita — se burló Lancaster. — Exacto, una cita, no que me besara, mucho menos que me propusiera llevarme a la cama. — Es lo que quieren todas las mujeres. Ella esbozó una sonrisa sin alegría, resignada. Bravo, un patán más. — Yo no soy cualquier mujer. — Por supuesto que no, sé que eres diferente, vales un anillo de compromiso en tu dedo, pero eso no quita que estés lo suficiente buena para llevarte a la cama la primera cita — se acercó a ella —. Sé que quieres esto tanto como yo. — Se equivoca — tomó su bolso y dejó un billete sobre la barra —. Para que no crea que por un par de Cosmopolitan le debo una noche en el hotel más exclusivo de Manhattan. Empujó cuerpos que bailaban y buscó salir de allí cuando, de pronto, un leve mareo hizo que se aferrara al antebrazo de un camarero para no caer. Sudor frío perló su frente y un latigazo de escalofrío recorrió su espina dorsal. — Señorita, ¿se encuentra bien? Ella negó y se llevó las
La noche anterior, después de velar el sueño de Kira hasta que el alba rayó en el horizonte de Manhattan, Jack tomó una ducha y decidió salir a trotar — lo necesitaba para despejar su mente —, pero, antes, dejó órdenes específicas a sus empleados para cuando la señorita que dormía en su cama despertara. Su sorpresa fue llegar, entrando las seis, y descubrir que ella ya no estaba. Sabor amargo se arremolinó en su boca cuando una de las mujeres del servicio le entregó una pequeña nota. “No debió pasar” Kira. Jack negó con la cabeza y se secó con una toalla el sudor. ¿No debió pasar qué, mujer? ¿Qué evitara que el idiota de Lancaster te hiciera cosas de las que hoy te sentirías aborrecida? ¿Qué te trajera a mi pent-house, cuidara de ti, incluso sujetara tu cabello a mitad de la madrugada porque casi te ahogas en tu propio vómito y, no conforme con todo eso… luchara contra la urgente necesidad de hacerte el amor como nunca antes nadie te lo había hecho solo porque no estabas del todo c
Para cuando él volvió con lo que creyó necesario, ella ya se encontraba dormida. Saberla enferma no le gustó para nada, o peor aún, que los efectos secundarios de la droga que había puesto Lancaster en su bebida estuviese haciendo estragos. Colocó sobre la mesilla de noche un vaso de agua con un par de medicamentos que esperaba le sentaran bien y cerró la puerta para entonces dirigirse a la cocina. Con su jefe de seguridad en el supermercado, había escogido la cantidad suficiente de alimentos para prepararle un desayuno alto en nutrientes. No era el mejor cocinero, pero se defendía, así que una hora más tarde, después de batallar un poco, un suculento plato de sopa estaba servido sobre la barra. Sonrió con satisfacción por un par de segundos para posteriormente darse cuenta de lo que había hecho. No solo era la primera vez que llevaba a una mujer a su pent-house, sino que ella también era la primera por la que se le ocurría meterse a la cocina. ¿Qué es lo que estás haciendo conmig