Capítulo 30

Lilia observa a Adrián con temor y estupor, mientras que él aún le aprieta el cuello y la mira con ira.

—No tienes ningún derecho a exigirme nada, Adrián. Tú y yo ya no tenemos ninguna relación.

—Pero yo soy el padre de tu hijo. Aparte de que Alan vive contigo y de que me debes obediencia por los cuernos que me pusiste. ¡Quién te viera con esa carita de inocente! —Ríe con sorna—. Pero solo eres una perra que le abriste las piernas a ese playboy que nunca te tomará en serio.

—¿Me seguirás juzgando por el pasado? Por eso me divorcié de ti, porque no me merecía estar a tu lado después de lo que te hice. —Ella empieza a llorar.

—Y eso fue lo que más me dolió —admite con amargura—. Ni siquiera me pediste una oportunidad ni esperaste a que yo decidiera si te perdonaba o no. Me dejaste como si yo no tuviera ningún valor y ni siquiera lo intentaste conmigo.

Lilia se queda atónita ante sus palabras.

—Adrián, nuestra relación no tenía arreglo. Lo que sucedió con Bratt solo fue un reflejo de lo
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