73. Confundida por unos nuevos labios

Por un efímero instante Altagracia observa como todo lo que ha creado para recuperarlo todo se derrumba. Con su padre aquí, Roberto, nada volverá a ser igual. Teme. Su cuerpo se inmoviliza.

Roberto Reyes tiene estirada su mano como señal de saludo. Altagracia sale de su ensoñación para mirar la mano delante de ella. Sólo ha pasado un par de segundos y cree que es una eternidad.

Mirándolo otra vez, Altagracia toma la mano de su padre en un intento de creer que todo está bien y no dejarse influenciar por su miedo.

—Es un placer conocerla.

Mientras lo oye Altagracia percata de la normalidad en el rostro de su padre. Suelta la mano de Roberto, aún sorprendida de que quizás todo cambie si se atreve a abrir la boca. Pero será más sospechoso si se sigue comportándose así.

—Señor Reyes —finalmente carraspea—. El placer es todo mío. ¿En qué puedo ayudarlo? —vuelve a su secretaria—. Puedes dejarnos solos, Gabriela. Muchas gracias.

—Si necesita algo sólo avísame, señorita Serrano —la joven cierr
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