50. Súplica. Odio. Lujuria

Esto no puede estar pasando. Es más, se suponía que ella misma lo llamaría como Ximena para hacer exactamente lo que le dijo a Gilberto por celular.

¿Y ahora está aquí? ¿Qué quiere hablar con Ximena?

¿Gerardo perdió la cabeza? Él tiene abierta la camisa manga larga, y no tiene ropa para el campo. Lo más probable es que salió directo de su oficina hacia Villalmar, pero, ¿Cómo sabe que Ximena está aquí?

Altagracia quiere gritar de la rabia cada vez que lo ve. Como había dicho, el hombre de ahora es muy diferente al hombre que estaba anoche junto a ella. Gerardo está aquí, frenético, y no deja de gritar para que salga.

Altagracia divisa el suelo, como si pensara en algo, aferrada aún detrás del árbol. Se observa su ropa, observa al caballo, observa el teléfono en su bolsillo.

La única manera de enfrentar a Gerardo…

Es siendo Altagracia.

De lo contrario, quizás su plan fracase. Y no está dispuesta a dejarlo en libertad. Y luego de lo que se enteró hoy, mucho menos.

Es una idea descabellad
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