37. ¿Quién realmente es quién?
Altagracia se arregla el cabello falso luego de bajarse del caballo. Le entrega las riendas del caballo a uno de los empleados con un "gracias" de por medio.

—Hija —Altagracia se gira ante la voz de la señora Aleida. Se sorprende de que la llame así justo ahora—, gracias a Dios.

—Abuela, no puedes decirme así en público —Altagracia recibe el abrazo con los ojos cerrados. Un abrazo de su abuela arregla todo su descontrol. Al soltarse, sonríe—, ¿Cómo está Azucena? ¿Está adentro?

La señora Aleida suelta un suspiro desganado.

—¿Qué? ¿Qué pasa? —coloca la mano en la mejilla de su abuela.

—No adivinarás quién acaba de llegar hace unos momentos —Aleida murmura—, por favor, una vez la veas no armes un escándalo. Sé lo mucho que tú y tu prima se odian, y siempre les he dicho que deben quererse, son primas hermanas. Pero, ahora en tu situación no puedes tentar a tu suerte, ¿Cierto, mi niña?

Altagracia abre los ojos, pero por la rabia. Se lleva la mano hacia la frente.

—Te ruego por favor
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