40

Las horas se eternizaron en ese día interminable. Cada vez que Hazel renovaba las compresas en el abdomen de Risa, el hematoma parecía aclararse y reducirse. Aunque la sanadora me mostró que en realidad estaba desplazándose hacia abajo, y ya casi le cubría la pelvis.

—Seguirá yendo con sangre hasta que termine de expulsar todo —explicó—. Lo bueno es que no se ha extendido. Significa que la hemorragia interna ha cesado.

—¿Cuándo podremos moverla? —inquirí—. Quiero llevarla a casa cuanto antes.

Hazel meneó la cabeza con una mueca.

—El traqueteo constante de una carreta agravaría su condición.

—¿Entonces? ¿Cuándo?

—No lo sé, Mael. Al menos varios días. Depende de cómo siga evolucionando. Tienes mi palabra que te lo diré tan pronto sea posible.

Me

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