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Como era de esperar, el cuervo intentó arrancarme los dedos cuando quise tocarlo.

—Ya, Bardo —lo regañé, como si me entendiera—. Risa necesita que lleves este mensaje.

—¡Risa! —chilló, extendiendo las alas sobre la cabeza de mi pequeña para protegerla.

—¡Shhh! Sí, Risa. —Le mostré el rollito de papel en mi mano—. Mensaje de Risa para Enyd.

—¡Risa!

Traté de tocarle el pico para silenciarlo y me asestó un picotazo que me arrancó sangre del dedo.

—¡Maldición! —mascullé llevándomelo a la boca—. ¡Bardo!

Entonces una mano vendada surgió de debajo de la manta. Risa volvió apenas la cara hacia el cuervo, sin abrir los ojos. No me atreví a moverme ni hablar. El cuervo se aquietó de inmediato, estirando la cabeza para frotarla

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