El sol de la mañana entra por la ventana, el nuevo día ha comenzado y me levanto antes de que suene la alarma. Hoy es un gran día para mí, estoy muy emocionada además de nerviosa, puesto que hoy voy a ser entrevistada para trabajar en la universidad de Oxford para ser maestra de literatura. Esto es algo por lo que he luchado toda mi vida. A pesar de tener veintisiete años, tengo todo lo requerido para el puesto, ya que, durante mi vida laboral, he logrado alcanzar la experiencia para poder aplicar a este trabajo.
Mi compañera de piso, Sandra, está en la sala haciendo aeróbicos con un programa de televisión y me saluda con voz jadeante:–He preparado café – dice sin aliento.
Le agradezco y voy a la cocina por una taza para recargar energías. Regreso a mi habitación para prepararme. Anoche me encargué de todos los detalles. En mi escritorio tengo los documentos necesarios colocados estratégicamente en una carpeta, junto a mi bolso, que funge de portafolio, digno de una maestra que carga a diarios ensayos para evaluar. Del armario, saco mi traje de falda y chaqueta gris oscuro, que he decido combinar con una blusa de seda blanca, junto a mis tacones negros. Al atuendo añado unos pendientes pequeños y un collar también sencillo.
Nunca creí que llegaría este momento. Enseñar ha sido mi sueño desde que era una niña, y cuando crecí, enseñar en la universidad que fue mi alma máter, se convirtió en el logro de mi vida adulta. Por eso, tan pronto terminé en la universidad, busqué un trabajo como maestra, y a la vez me inscribí en un post grado y aquí estoy hoy. Cuando han convocado para una vacante de mi área, no dudé ni un segundo en aplicar. El hecho de que me llamara la asistente del decano de la facultad de humanidades, me ha emocionado sobremanera, así que debo verlo hoy, a las diez de la mañana en su oficina.
En el reloj de mi mesa de noche marcan las siete cincuenta de la mañana, aún tengo mucho tiempo para prepararme, pero quiero estar a tiempo por si se presenta algún imprevisto, no llegar tarde. Ese sería el colmo, perder la oportunidad por no presentarme a tiempo.
Voy al baño, me lavo el pelo, me ducho y una vez estoy fuera, lo seco a consciencia para quedar lo más estilizada posible. Me maquillo suavemente, me visto y una vez estoy lista, me examino en el espejo asegurándome que me veo bien. Salgo de mi habitación a las nueve y cuarto. En la cocina veo que Sandra está preparando huevos revueltos. Me ofrece por educación, porque sabe que no me gusta comer cuando estoy nerviosa.- No, gracias. Mejor me voy ahora antes de que se haga más tarde – le digo tomando mis llaves de la mesa, con mi bolso/maletín en mano.
- Buena suerte, Ámbar. ¡Vas a lograrlo! – me grita mientras yo salgo de casa.
Sandra ha vivido conmigo desde que inicié la carrera de educación, con tan solo diecisiete años, hoy, diez años más tarde, más que compañera de piso, se ha convertido en una muy buena amiga. El recinto donde he sido convocada queda a unos treinta minutos de mi apartamento, contando con cualquier imprevisto en el tráfico. Por eso, voy con tiempo suficiente para no demorarme.
Llego al campus y me dirijo a las oficinas administrativas. El verano casi termina, así que el campus está vacío temporalmente, hasta que el nuevo semestre inicie. Estar aquí me trae recuerdos de cuando era estudiante y me emociona saber que quizás yo pueda compartir todo lo que aprendí en esas aulas con los nuevos alumnos.
Una vez llego a recepción, una señora con grandes anteojos y rictus serio me saluda, seguido de indicarme dónde debo dirigirme. Aún faltan quince minutos para las diez, así que me dirijo despacio hacia la oficina del decano. En el escritorio de la entrada no hay nadie, por lo que tomo asiento en una de las butacas de la estancia externa. Es imposible dejar mi pierna tranquila, los nervios aumentan con el paso del tiempo. De la oficina sale una joven que parece ser secretaria, con varias carpetas en sus brazos, debe de rondar por los cuarenta. No se ha percatado de mi presencia y espero que esté sentada en su escritorio para abordarla:
- Buenos días, mi nombre es Ámbar Shein, tengo una cita con el doctor Williams.
- Por supuesto, el señor Williams puede recibirla ahora – me informa levantándose de su asiento y guiándome hacia la oficina. Toca la puerta suavemente, entra y me anuncia:
- La señorita Shein está aquí.
Me indica que pase y cuando estoy dentro, contemplo la estancia, rodeada de libros, esperando encontrarme con un anciano panzón y calvo. La sorpresa que me llevo me toma desapercibida, el Doctor Williams, resulto ser un hombre joven, atlético, de ojos verdes y cabello rubio. Parpadeo un par de veces para recuperarme de la sorpresa, lo que hace que mis nervios aumenten aún más, si es posible. No puedo evitar fijarme en lo bueno que está.
- Señorita Shein, bienvenida. Por favor, tome asiento – me indica con voz grave y varonil.
Está sentado en una silla de cuero oscuro. Viste un traje negro con una camisa azul claro, junto a una hermosa corbata gris. Todo en él emana poder, autoridad y me siento hipnotizada por sus ojos verdes. Obedezco y me siento delante de él. Le sonrío con cortesía, pero de sus labios no hay respuesta. Qué extraño, generalmente por cortesía la gente devuelve la sonrisa. Dejo de sonreír y espero en silencio a que él tome la iniciativa.- Como sabrá, usted ha sido llamada porque ha sido elegida dentro de los candidatos al puesto de docente de literatura.
- Sí, estoy muy honrada y agradecida por la oportunidad que se me brinda. Para mí significa mucho – trato de ser educada y sincera.
- Cuénteme, ¿Cómo ha sido su experiencia laboral durante su vida como docente? – inquiere viéndome fijamente.
- Bueno, cuando me gradué de la universidad, trabajé en varios lugares como podrá ver en mi hoja de vida. Estuve tres años en el colegio San Thomas, otros tres años en el colegio secundario de Boston y finalmente, los últimos dos años he trabajado para el colegio católico Buenaventura. Además de maestra he sido coordinadora académica en dos de esos centros.
- Vaya, eso es asombroso. De acuerdo a sus cartas de recomendaciones, es usted una maestra ejemplar. Eso dicen tanto estudiantes como superiores.
- Gracias, señor – le digo con sinceridad.
- Perfecto. Como sabrá usted, esta vacante es para un maestro de literatura que esté disponible para el mes próximo y pueda rendir con los requerimientos de lugar. ¿Cree usted que cuenta con ellos?
- Creo que sí, señor Williams. Soy una persona responsable, apasionada de las letras y de la enseñanza. Por tal razón, creo que puedo formar parte de esta prestigiosa escuela.
Se me queda viendo, porque inconscientemente, como cada vez que pasa cuando estoy nerviosa, me acaricio el collar que llevo con una pequeña rosa como dige. Él está absorto viendo mi mano tocar mi cuello, pero se recupera rápidamente.
El señor Williams carraspea un par de veces como para recuperarse de su distracción y yo me ruborizo porque la mera idea de considerar que él me estuviera viendo interesado me causa desconcierto e interés a la vez.- Enfócate, Ámbar. Estás aquí por el empleo – me reprendo a mí misma mentalmente.- Bien, señorita Shein. Le tengo algunas preguntas que debo hacerle por protocolos de la universidad. ¿Le parece bien? – tiene la mirada en un formulario.-Adelante, por favor – le respondo.- ¿Con cuáles tres características se definiría a sí misma?- Pues soy responsable, sincera y servicial.- ¿Cuáles considera usted que son sus debilidades?- Hmmm – pienso antes de responder – creo que sería la misma sinceridad y la rectitud, a veces puedo excederme un poco con las exigencias.- ¿Ah sí? ¿Cómo es eso? – dice y parece estar muy interesado de repente.- Le exijo a mis estudiantes tod
Estamos a mediados de agosto así que todavía el calor del verano es palpable aquí en Boston. La temperatura está en treinta grados y hace un día soleado. Luego de la entrevista siento que el sol brilla aún más y que el cielo es más azul que de costumbre. Eso es la alegría de haber sido contratada. Tras haber desayunado en McDonald, regreso a mi apartamento para cambiarme el traje y los tacones y seguir con mis cosas, aunque no tengo muchos pendientes dado a que estamos en vacaciones y no tengo que ir al colegio.Al llegar a casa, Sandra no está en el edificio, está trabajando en el centro odontológico que ella emprendió, hace dos años. Yo voy a mi habitación, me cambio la ropa por algo mucho más cómodo y decido ponerme a limpiar mi habitación un poco con la aspiradora. Luego de aspirar, lavo algunos platos sucios en el fregadero y saco la basura. Eso es lo bueno de vivir con Sandra, que ella siempre mantiene la limpieza lo que hace que la convivencia sea mucho más lleva
Me despierto desorientada porque he tomado un siesta y no estoy segura de qué hora es. Mi habitación está a oscuras, pero alcanzo mi celular y veo que son casi las ocho de la noche. Salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina para buscar algo de comer. Sandra ha caído dormida en el sofá y la despierto porque debemos prepararnos si vamos a salir.Caliento la pasta que me ha dado mi madre para las dos y comemos mientras vemos algo en la tele. Para nosotras, las diez de la noche es la hora perfecta para salir, sobretodo para mí, que estoy libre todos estos días, hasta que se reinicie el año escolar. Terminamos de comer y nos vamos a nuestras respectivas habitaciones a prepararnos. Tomo una ducha rápida y decido ponerme algo cómodo, porque la noche es húmeda y hace bastante calor. Opto por un vestido corto color turquesa de algodón, junto a unas zapatillas color crema de plataforma. Mi pelo se ha secado al natural luego de haberlo mojado en la piscina y me limito a
Es jueves y es la una en punto. Debo estar en la universidad a las tres, por lo que decido prepararme. Después de la salida nocturna de ayer, me he quedado en casa, disfrutando de la libertad de estar en vacaciones. He leído un par de libros. He hecho un poco de ejercicio en la bicicleta de Sandra, he hecho los quehaceres y también he visto un par de películas en la tele.Sandra se ha ido a trabajar antes de las nueve como cada mañana, por lo que no regresará hasta las cinco. Así que me preparo algo de comer. Decido hacer pechuga de pollo salteada con vegetales, porque es rápido y ligero. No quisiera demorarme mucho en la cocina. Una vez he comido y lavado los platos, voy al baño a toda prisa, porque estoy ansiosa por llegar a la reunión. Hablarán de dinero y sé que el pago es muy distinto a los cinco mil dolares que me pagan en Buenaventura.Tomo una ducha y como ayer me lavé el pelo, me evito ese paso el día de hoy. En vista de que la reunión de hoy será c
Le abro la puerta de mi oficina a la señorita Shein y me tomo un instante para contemplar su trasero. La primera vez que la vi, supe inmediatamente que me gustaba. Esos labios color rosa, junto a sus ojos tan llamativos y esa piel color avena, me consiguieron una erección tan pronto entró a mi oficina. A eso, hay que sumarle el hecho de que constantemente se toca el cuello, cosa que me encanta, como si fuera una invitación a besarlo.El día de hoy, en lugar de su traje aburrido de maestra recatada, se ha presentado con un atuendo mucho más jovial: trae unos vaqueros negros que dejan ver un trasero de manzana que me muero por tocar. A parte una blusa rosa que delatan un buen par de pechos, firmes y turgentes. Junto a la puerta, aguardo a que ella salga de la oficina y cuando pasa junto a mí, su aroma es como el de fresas dulces. Todo en ella es apetecible, pero no estoy seguro si deba dejarle claro mis intenciones porque será mi subalterna. Aunque no me he contenid
Conduzco en mi auto de regreso a casa con la mente vuelta un caos. Por un lado me siento súper emocionada de que las clases inicien, sobretodo después de haber visto las instalaciones que voy a utilizar. A diferencia de los salones que utilizo en el colegio Buenaventura, las aulas del campus son totalmente diferentes, a otro nivel. A parte de la emoción que siento por estar en esos salones tan modernos e inmensos enseñando a chicos muchos más grandes de los que estoy acostumbrada, me siento desconcertada con la actitud del señor Williams. Me sorprendió su partida abrupta en mitad del recorrido y mucho más, haberlo visto en el estacionamiento como el que quiere huir. Supongo que lo habrá llamado su esposa o recordó algún pendiente que tenía. Dudo mucho que un hombre como él no esté casado. Así que lo mejor que puedo hacer, es dejar de hacerme ilusiones con él y resignarme a verlo como mi superior.Llego a casa a eso de las seis porque he conduc
Me apresuro a abrir el correo, emocionada por lo que podría haberme dicho el decano y nerviosa ante la idea de que me haya ofrecido otra salida solo para quedar bien conmigo y que ahora quede yo como una ofrecida.Sin más preámbulos, abro el correo y leo lo que dice:“Señorita Shein.Qué reconfortante es saber que estará dispuesta a mis solicitudes. Espero con ansias el jueves para volver a verla y compartir con usted una vez más.Con relación al recorrido, yo estoy libre el sábado por la tarde, a eso de las cuatro y tengo en mente un lugar que creo que le encantará. Así que confírmeme usted la disponibilidad de su agenda”.Yo leo el correo una y otra vez, pensando que quizás son cosas mías, pero que parece haber más de una insinuación en sus palabras. De no ser así, no me habría invitado a salir al sábado. La idea de verme a solas con él me produce una emoción descomunal, así que no lo pienso más y le respondo de inmediato.
Quisiera decir que el sábado pasa volando y que apenas de me doy cuenta de que la hora, que no estoy pensando en la salida en lo absoluto, pero eso sería como querer tapar el sol con un dedo. Tan pronto he abierto los ojos, he estado ansiosa por ver al decano. Tras levantarme de la cama, preparo mi desayuno, lavo los platos y trato de ocuparme haciendo algunos deberes en casa, como lavar la ropa que no hice ayer y limpiar un poco, pero no tengo mucho éxito, ya que, a media mañana, me encuentro ociosa. Como no tengo tarea que corregir ni clases que planificar, mi tiempo libre es mayor. Sin embargo, decido ponerme a ver la agenda de clases del próximo semestre para tratar de despejar mi mente, aunque no tengo éxito en eso tampoco, ya que debo abrir el correo que me ha enviado el señor D. y eso provoca que me desenfoque una vez más. Finalmente, desisto de ello y pongo algo en la televisión, mientras juego con mi celular.Como Sandra ha salido con su novio el día de hoy, he quedad