Todavía no me he recuperado de que Derek me haya obsequiado una rosa, para cualquiera podría ser un gesto sencillo de un enamorado, pero para nosotros, que hemos acordado una relación sin apegos, sin romanticismo, es algo que significa demasiado. Estoy totalmente sorprendida, sobre todo por lo rápido que marcha la relación.
–Wow… – no encuentro las palabras para agradecerle y estoy muy halagada.
–¿Eso es todo lo que vas a decir? – la voz de Sandra llena el silencio y rompo el contacto visual que tenía con Derek, para verla de mala manera, aunque contra ella no hay quien pueda.
–Es hermosa, Derek, muchas gracias. La colocaré en agua, aguarda un segundo.
Su sonrisa cómplice es todo lo que necesito para derretirme. Me dirijo a la cocina para colocarla en vaso con agua. Al volver a la sala, él todavía aguarda de pie junto a la puerta. Cuando me ve, se dirige a Sandra como el caballero que es y se despide de ella.
–Sandra, encantado de conocerte. Ámbar, vámo
Tras la deliciosa experiencia en la pista de patinaje, terminamos hambrientos y muy agitados. Yo no he comido nada desde el postre que me ofreció mi madre, pero de eso hace ya horas. No obstante, Derek parece tener todo planeado, porque, a diferencia de cenar en el centro comercial, como pensaba que haríamos en unos de los tantos establecimientos de comida rápida, para mi sorpresa, decide llevarme a un lugar fuera.–¿Seguro que quieres ir a otro lugar? Si nos vamos tendremos que conducir hasta allá y luego esperar por nuestra comida. Eso podría tomarnos mucho tiempo, ¿no crees? – me quejo un poco porque cuando tengo mucha hambre me pongo un tanto irritada.–Te prometo que te gustará, además, es muy cerca de aquí – parece estar muy seguro de su plan, así que no me queda más que confiar en él.Conduce unos minutos y para mi sorpresa, pone la intermitente y se detiene en un espacio donde hay varios camiones de comida rápida, se baja del auto y me abre la puerta.
Derek conduce hasta su casa y me gusta que sea así, porque, a decir verdad, en la mía no hay mucha privacidad y estoy segura que esta noche promete. Yo me siento nerviosa y excitada. Llegamos antes de lo previsto y una vez en el estacionamiento, Derek se baja del auto a toda prisa y me abre la puerta del copiloto.–Señorita Shein, ha llegado a su destino – me tiende la mano y yo le sonrío por sus gestos de chofer.Caminamos hacia el elevador, como la otra vez que estuve aquí, me sorprende que el acceso sea tan restringido, pero se nota que la seguridad es de primera calidad. Derek saca de su bolsillo la tarjeta y marca el piso veinte. Antes de que las puertas se cierren y nos quedemos solos, alguien presiona el botón para detenerlo. Se trata de un chico joven, que se sube también y nos saluda de manera educada.Yo me quedo mirando los números que van cambiando a medida que vamos subiendo y para mi sorpresa, encuentro al chico joven mirándome a mí, con una sonrisa b
Me coloco mascara en el ojo izquierdo, a pesar de que usualmente no tiendo a maquillarme de manera compleja, pero hoy es lunes, mi primer día de clases. Hay una ceremonia de apertura del semestre a las nueve de la mañana, y a las diez tengo mi primera clase. Me miro en el espejo tras terminar de arreglarme, y apruebo mi atuendo: falda negra de tubo, con una blusa manga corta blanca de seda que me encanta. Combino el atuendo con unos zapatos de tacón negros y me recojo el pelo en un moño elegante que me enseñó a hacerme mi madre. No llevaré chaqueta porque aún hace calor y decido que estoy lista para la acción. Tomo mi maletín, donde llevo impresas las planificaciones que Nancy me solicitó la semana pasada, mis llaves, mi termo de café con leche y salgo disparada a las ocho y veinte por la carretera, ansiosa por llegar al campus. En el camino, pienso en mi fin de semana. Después de la salida del viernes con Derek
–Bien, chicos, para la próxima semana estudiaremos el capítulo tres de Poe, así que léanlo con detenimiento, fíjense en el estilo de su escritura. Nos vemos la semana próxima. Despido a mis estudiantes y todos salen apresurados del salón deseosos por irse, ya que esta era la última clase del viernes y todos se ponen intensos cuando es fin de semana. No puedo creer que ya tengo tres semanas en la universidad, el tiempo ha pasado volando y me siento muy feliz. Estoy recogiendo mis cosas del escritorio para irme a casa, cuando un mensaje llega a mi teléfono y vibra encima de la mesa. “Señorita Shein, ahora que ha terminado usted sus clases, ¿podría pasar por mi oficina? Hay algo que quiero comentarle” Me echo a reír ante el mensaje, pero le respondo que estaré allí en un segundo y me dirijo hacia allá. Al llegar, la secretaria ya se ha ido, porque son las cinco treinta. Toco la puerta y me indica que pase. Tan pronto la puerta se cierra,
Nunca creí que podría alcanzar este nivel de plenitud en mi vida. Tengo el trabajo de mis sueños, donde finalmente logré que los estudiantes me respetaran, ya que, por ser joven, a veces no me toman en serio. Además de eso, tras mucho tiempo esperando por el hombre ideal, que resultó ser mi jefe, estoy muy enamorada. Todavía me río recordando el inicio de nuestra relación y me sorprendo de lo rápido que ha transcurrido todo, que apenas me doy cuenta de que tenemos ya dos meses juntos. Hoy es un día muy importante, porque esta noche vamos a celebrar la fiesta de otoño en la universidad. Es una cena de gala que celebra el comité estudiantil cada año, donde hacen recaudaciones para diversos proyectos que se llevan a cabo por la gestión directiva. Usualmente se realizan en uno de los salones de la universidad, pero este año han optado por algo diferente y han decidido hacerla en el exterior, en un inmenso jardín, que contará con una gran carpa para prevenir cualqu
Salgo de la carpa para dirigirme a uno de los aseos en el edificio principal. Tengo muchas emociones encontradas, por un lado, estoy humillada porque perdí la apuesta, pero tengo que admitir que pagar dos mil dólares para bailar con el hombre con quien me acuesto, es un tanto descabellado. Esa parte puedo medianamente digerirla, pero de ahí, a tener que aguantar la humillación de verla restregándose con él por toda la pista, es otra cosa, sumado a su amenaza en mi bolso. Porque, ¿y esta quién demonios se cree para tratar de intimidarme? Estoy enojada, muy enojada y, si no fuera porque literalmente ella es la jefa de mi jefe, bien podría darle dos buenas bofetadas por estúpida. Respiro profundamente y decido calmarme, lo mejor es ignorarla y no dejar que mi noche se arruine. Me mojo el cuello, para refrescarme y me retoco el labial mirándome al espejo. El baño está desierto porque todas las chicas están disfrutando de la fiesta. Cuando estoy lista y voy a salir
A la mañana siguiente un ruido me despierta y me incorporo de súbito. Abro un ojo y luego otro para recuperarme del sueño profundo en el que estaba sumergida. Sábanas blancas, un gran ventanal en frente, paredes blancas y desnudas. Ah, estoy en casa de Derek, digo recobrando la consciencia. Lo escucho trastear en la cocina y sonrío antes su desaplomo. Sé que debe estar preparando el desayuno porque ya el sol está brillando con fuerza. Saco los pies de la cama y tan pronto me levanto, un retortijón en el estómago me golpea. Al mismo tiempo, comienzo a salivar y corro al baño, porque siento los vómitos subiendo por mi garganta. Llego al baño justo a tiempo y vacío todo el contenido de mi estómago en el retrete. Fuertes arcadas sacuden mi cuerpo y un sudor frio me cubre todo el cuerpo. Cuando ya siento que no hay nada en mi organismo que quede por expulsar, bajo la tapa y tiro de la palanca, para deslizarme en el piso frío lentamente. –¿Ámbar? – escucho la voz
Llegamos al hospital solos, tras mucho insistirle a los demás que se quedaran en el almuerzo, porque bastante mal me siento con haberles arruinado la comida, para tener también que arrastrarlos a la sala de emergencias. –Solo será alguna prueba de sangre y un medicamento por una intravenosa, mamá. No hace falta que vayas conmigo y que te pierdas tu fiesta de aniversario. Tan pronto me sienta mejor, volveremos – le dije antes de salir, dejándola medianamente conforme. Derek y yo entramos de la mano a la sala de urgencias y vamos al mostrador donde se encuentra la enfermera de turno. –Buenas tardes, ella es mi novia Ámbar y no se siente muy bien, tiene mareos y muchas náuseas, quisiera ver a un doctor – Derek toma el control y eso me gusta. –Claro que sí. Necesitaré que llene unos formularios, señor. Usted pase a la camilla seis, un médico le verá en seguida – dice mirándome a mí. Le entrego mi bolso con m