Cap.7 La Promesa pt.2

Después de escuchar el relato Karenina se quedó pensando un momento, ella recordaba un cuento similar que le habían contado de niña pero en su cuento el final no era feliz y tampoco parecía una historia de amor.

Porque si era algo que conectaba a las 2 familias desde hace tanto tiempo en su familia aquello parecía más una sentencia y no una promesa, todos los recuerdos que creía insignificantes por ser de una niña pequeña ahora tenían sentido.

—Lukyan cuando era una niña me contaban un cuento parecido, pero para mí no era una historia con final feliz— le confesó.

—¿Entonces como es la historia que te contaron a ti?— interrogó a la jóven.

—Pues mira no recuerdo lujo de detalle pero bueno.

Y así Karenina comenzó a relatar el cuento que su abuela solía contarle.

Mi abuelita decía que hace muchos muchos años atrás nuestra familia no vivía en el pueblo de Oymyakon.

Que nuestros antepasados habían llegado ahí huyendo de los lobos, que se asentaron en ese lugar con mas viajeros y formaron una comunidad en donde ahora es el pueblo.

Aún así los lobos expandieron sus dominios alcanzando a la gente del pueblo, pero la matriarca de mi familia hizo un trato con los lobos para que todos los del pueblo pudieran convivir en paz y sin tener miedo de los lobos.

El convenio era que si los pobladores no mataban a ningún lobo los lobos no matarían a ningúna persona, que si la gente respetaba la naturaleza y no profanaban el bosque entonces los lobos no pasarían el pueblo. 

Pero los lobos exigían pruebas de lealtad para confiar en ]a palabra de la gente del pueblo, así mi antepasada ofreció que nuestra familia renovaría el convenio cada generación. Así la decencia del lobo y mis abuelas anteriores cada generación se encontraban y sellaban el trato por 12  generaciones así fue.

Cuando el ciclo termine y el trato llegue a su fin, los lobos reclamaran a una mujer como suya.

—¿Asi ya no parece un cuento de hadas verdad Lukyan?— le dijo sarcástica la joven.

—No asi parezco un hombre muy despiadado, que te tomaré a la fuerza y sin que tú me ames— respondió decepcionado.

—Hey pero que la historia diga eso no significa que lo seas, creo que eso lo contaban sólo para asustar a los niños y no entrarán al bosque a molestarlos— dijo intentando consolarlo.

—Pero yo no quiero eso, es decir, se supone que tú y yo nacimos para amarnos— contestó triste.

—Es que no entiendo muy bien tus tradiciones, pero tú no me debes nada a mi y eres libre de elegir a quien tú quieras— le aclaro ella.

—No enserio no lo entiendes— muy triste respondió —En fin tienes que volver a tu casa con tu familia, ven te llevaré hasta haya.

—¿Cómo? porque perdí una bota no podría caminar pisando la nieve, además mi abrigo está roto y llevo muy poca ropa para soportar el frío no creo soportar el viaje.

—Lo sé pequeña, sólo confía en mí y monta mi espalda, usa mi abrigo para no pasar frío así podré llevarte sana y salva— le resolvió en seguida.

—¿Me estás diciendo que monte en ti como lobo?

—Exactamente es la manera más eficiente soy muy veloz y ágil— dijo sonando presumido.

—Oh muy bien macho alfa, entonces llévame por favor— pidió sonriendo la jovencita.

—Entonces toma— le extendió su mano ofreciendo el abrigo.

—Muchas gracias Lukyan eres muy amable— contestó y tomó el abrigo se quedó mirando con atención como él se quitaba la ropa.

Lukyan se alejo un poco y adoptó su anatomía lobezna se inclino un poco para que ella pudiera subir a su espalda.

Ya arriba del gran lobo la vista de Karenina era diferente, podía contemplar el paisaje desde un ángulo único. Se sujeto del suave pelaje y el lobo comenzó su marcha.

Mientras avanzaban Lukyan corria cómodamente con la chica a cuestas, saltaba y esquivaba obstáculos a gran velocidad y si se cruzaban con animales sólo bastaba con una advertencia del alfa para que ninguno se interpusiera en su andar.  

El viaje para Karenina resultó muy emocionante y divertido, ni siquiera sentía el aire gélido golpear su rostro y tampoco le costaba seguir con la vista el camino, no le faltaba el aire ni le  dolía respirar y se dedicó a disfrutar del paseo.

—¡Wow esto es increíble todo se ve tan distinto desde aquí!— le dijo en el oído a Lukyan —Por favor alarga un poco más este recorrido— pidió tiernamente Karenina.

El lobo sólo asintió y la siguió llevando a través del bosque, incluso se detenían un momento para que ella pudiera ver con calma a los animales que le parecían extraños y hermosos.

Pero el viaje de regreso al pueblo no podía durar demasiado así que Lukyan se dirigió a su destino. Al llegar a la entrada del pueblo se volvió a inclinar para que Karenina bajara de su espalda, ella no lo hizo en cambio lo abrazo con fuerza y hundió la cara en su pelaje.

Cuando por fin pudo bajar del lobo Karenina no quería despedirse de él, no podía caminar y alejarse para dejarlo ahí, algo en ella se sentía muy mal, su pecho le dolía sentía una opresión angustiante, de la nada sintió muchas ganas de llorar y se formó un nudo en su garganta que le impidió hablar.

Sin pensarlo más abrazo al lobo que no se había movido y seguía ahí parado esperando su partida, se aferró con fuerza al cuerpo suave de Lukyan por unos minutos intentando calmarse y no llorar para poder despedirse de él correctamente. Pero el esfuerzo fue en vano cuando el gran lobo actuó como un cachorro y comenzó a sollozar.

Para Lukyan la despedida era muy dolorosa pues significa que la dejaría libre de la promesa y se resignara a vivir sólo el resto de su vida. Por eso no pudo soportarlo más y dejo salir un lamento.

Karenina comenzó a llorar tan fuerte que le faltaba el aire y ni así sentía que el dolor en su pecho se aliviará. Sin razón aparente el solo pensar en alejarse de Lukyan le resultaba casi insoportable, como hará para poder correr y no mirar atrás.

Entonces el lobo la alejo de su cuerpo y con su cabeza la empujó, eso era un gesto para decirle que ya era tiempo de irse tenía que regresar con su familia. Ella se quedó mirando sin saber que hacer pues si quería volver a ver a su madre y hermana, pero no quería dejarlo no quería estar lejos de él.

La gente del pueblo había notado la presencia del lobo, alarmados se acercaron con cautela pues no querían que la jovencita corriera peligro.  Alguien aviso a Franka quien de inmediato salió en busca de su hija.

Al verla parada enfrente de aquel enorme lobo blanco lo entendió enseguida, al parecer tendría piedad y la dejaría volver ese pensamiento la ánimo a acercarse hasta su hija para traerla de regreso a casa.

—¡Karenina hija mía por fin estás aquí!— corrio hacia ella y la abrazo apartandola del lobo.

—Mamá yo, yo no puedo mamá— decía entre sollozos.

—No pasa nada hija ya estás aquí— la consolaba.

Se quedó entre los brazos de su madre intentando convencerse a sí misma que regresar era lo correcto.

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