Veronika llegó a su casa al final de un día agotador y difícil. Había estado en el trabajo hasta tarde, hablando con abogados y acudiendo a reuniones interminables sobre su proceso de divorcio. Cuando abrió la puerta de su casa, todo lo que quería era descansar. Pero una vez que se encontró en el interior de su hogar, el peso de lo que había pasado se hizo demasiado para soportarlo. Severamente vencida, se dejó caer en el sofá y comenzó a llorar.—¿Qué hice para merecer esto? —se preguntó retóricamente mientras las lágrimas corrían por sus mejillas —. Todo lo que quise fue tener una vida feliz y tranquila con él, y nunca imaginé que me traicionaría de esta manera.Veronika sabía que tenía que ponerse fuerte y proteger sus intereses, pero eso no la hacía sentir mejor. Era difícil mantenerse firme en medio de una tormenta de emociones y dolor. La idea de perder su casa en el proceso del divorcio era un pensamiento aterrador que amenazaba con ahogarla.Finalmente, se levantó del sofá en
Veronika abrió los ojos con una mezcla de asombro y emoción. De repente recordó que tenía la tarjeta de contacto de un hombre millonario llamado Sebastian, quien le había coqueteado en una gala benéfica hace algunos meses. Veronika sabía que esta era su oportunidad para recuperar su economía, por lo que decidió aprovecharla al máximo.Recordaba perfectamente cómo aquella noche Sebastian había intentado llamar su atención, aunque ella se había mostrado un poco molesta por el coqueteo. En ese momento, Arthur, su marido, se encontraba a su lado, lo cual la había incomodado aún más.Sin embargo, después de descubrir el engaño de Arthur, Veronika sentía como si hubiera perdido la cabeza. Ahora, con la tarjeta de contacto de Sebastian en su mano, no podía evitar sentir una mezcla de excitación y nerviosismo.Decidió llamarlo inmediatamente, y para su sorpresa, él la recordaba perfectamente. Así que la mujer tomó la tarjeta de contacto de Sebastian en su mano y la miró fijamente.—No pierdo
La mujer sintió un nudo en la garganta al ver a Arthur parado delante de ellos, con una copa de champagne en la mano y una sonrisa burlona en su rostro.—No esperaba verte aquí, Arthur —expresó forzada. —Pues claro que no, yo tampoco pensaba encontrar a mi exesposa esta noche. ¿Quién lo diría, no?Veronika se removió incómoda, no quería tener que pasar por esta situación y menos intercambiar palabras con el hombre que le había roto el corazón.—Arthur, deberías alejarte —escupió. —Solo quería pasar a saludarte y ver cómo estás, Veronika. ¿Necesitas algo de mí? —preguntó con tono sarcástico. —No, gracias. Todo está bien, y no creo que haya alguna necesidad de que estemos en contacto.Sebastian la rodeó con un brazo en un gesto protector. —Es hora de que regresemos, Veronika. Arthur, espero verte por aquí pronto. —Se despidió con una sonrisa falsa.Pero antes de que pudieran irse, Arthur volvió a hablar. —No ha pasado ni siquiera un mes, pero ya andas colgada del brazo de un hombre
Al día siguiente, Veronika recibió una sorpresa en su casa. Una gran caja con su nombre estaba esperándola en la entrada. Abrió los ojos de par en par, no daba crédito. —Pero, ¿qué es esto? —parpadeó con sorpresa. Al abrir la caja, la mujer encontró un vestido hermoso de diseñador y una nota escrita a mano por Sebastian, lo supo al ver su nombre firmado al final. "Espero que este vestido sea de tu agrado. Me divertí mucho anoche y estoy deseando poder verte de nuevo. Atentamente, Sebastian."Veronika se sintió un poco incómoda, pero a la vez agradecida por el gesto del millonario. Decidió que tenía que hablar con él y aclarar las cosas sobre su "contrato", antes de que todo se saliera de control.Esa misma tarde, tomó la decisión de llamar a Sebastian y le pidió que se encontraran en un café cercano. Cuando llegó, no dudó en asegurarse de ser clara con sus intenciones.—Sebastian —lo saludó deslizando una sonrisa. —Veronika, me alegra verte otra vez. ¿Has descansado bien? —Eso c
Mientras tanto, Veronika estaba en su habitación preparándose para la cena en casa de los padres de Sebastian. Miró el vestido que él le había regalado y expiró. ¿Cómo demonios supo su talla? Debía admitir que tenía buen gusto. Se puso el vestido, se arregló el cabello y se maquilló delicadamente. Una vez más se miró frente al espejo de cuerpo completo para cerciorarse de estar perfecta. A pesar de no encontrar ni un vestigio de descontento, se le hizo un nudo de inseguridad en el estómago. —Mamá, ¿le puedo decir a Lali que haga galletas para mí? Se giró y vio a Sídney. Sonrió. Ella ya le estaba implorando con la mirada para que la permitiera hacerlo. Rara vez podría la mujer negarle algo a su pequeña hija, porque siempre la consentía. Los deseos de la niña siempre eran concedidos por su madre cariñosa. —Bien, solo sé buena chica, eh. Te pediré que no seas una pequeña traviesa y no le pongas las cosas difíciles a la niñera, sé que puedo confiar en ti, cielo.—Lo prometo, mamita
Ella se estremeció ante las palabras de él, sintiendo cómo su propuesta resonaba en lo más profundo de su ser. El brillo en sus ojos y la promesa de un futuro próspero despertaron una chispa de tentación en su interior.Ciertamente se encontraba en una situación en la que no tenía demasiadas opciones y lo que él estaba diciendo era una oportunidad que no debía dejar de lado, pero era consciente del peligro y del peso qué significaba llevar una mentira a ese nivel, en pocas palabras se convertiría en un riesgo que le traería un beneficio pero ya al saber la vulnerabilidad de la madre de ese hombre se sintió fatal y supo que no debía avanzar con eso, pero retroceder se miraba igual de malo. Después de un momento de reflexión, ella suspiró y desvió la mirada, la noche ya lo cubría todo."Esto es una locura", pensó para sí misma. Sin embargo, también sabía que estaba en una encrucijada, sin una ayuda financiera, y pocas opciones viables a la vista. En poco tiempo volvió a clavar los oj
Sebastian sabía que lo que estaba haciendo era una mentira y que, de alguna manera, estaba engañando a sus padres. Ellos siempre habían sido muy protectores con él y habían depositado en él su confianza, y ahora él estaba traicionando esa confianza.Se sentía incómodo cada vez que pensaba en ello, pero al mismo tiempo no podía evitar sentirse atrapado en la situación. Había comenzado como algo pasajero, pero ahora había llegado demasiado lejos.A medida que pasarían los días, Sebastian se daría cuenta de que la mentira se volvería cada vez más complicada. Tenía que estar siempre alerta, asegurándose de no meter la pata y de mantener la farsa en todo momento.Pero lo peor de todo era pensar en sus padres. ¿Qué pasaría si descubrieran la verdad? ¿Cómo iba a explicarles que todo había sido una mentira con tal de hacer feliz a su madre?Sebastian se sentía culpable por lo que estaba haciendo, pero al mismo tiempo no podía dejar de pensar en Verónika. Había algo en ella que lo atraía, algo
—¿Vanessa? —gruñó su nombre, llena de furia, la detestaba con todo su ser. —¿Quién si no? Seguramente intentarás buscar la razón por la que te estoy llamando y no tienes que ir demasiado lejos, sabes que iré directamente al grano. ¿Creíste que tu marido jamás sabría la verdad? Puede que mamá lo ha ocultado todo este tiempo, pero yo no. —¿Has sido tú? Vanessa...—Sí, ¡porque no mereces estar con Arthur! Él es el hombre que siempre ahnelé para mí y lo deseé con todas mis fuerzas y verlo contigo me llenaba de ira, más sabiendo que lo estabas engañando diciéndole que estabas embarazada de él, la única realidad es que le fuiste infiel al acostarte con quién sabe quién esa noche. Yo lo escuché todo ese día... Lo que le dijo su hermana llena de veneno la remontó a la escena, evocando todo con lujos y detalles... [Recuerdo]Verónika estaba sentada en el borde de su cama, las lágrimas caían por sus mejillas mientras apretaba con fuerza la prueba de embarazo en su mano temblorosa. No podía c