De pronto Sebastian se separó de su amigo abruptamente y salió disparado de la oficina. —¿A dónde vas? Detente. —A un bar, a beber a raudales, lo necesito. Asthon intentó detener a Sebastian, pero este estaba decidido y no quería escuchar razones en ese momento. Sabía que beber no era la solución, pero sentía una necesidad urgente de escapar de sus problemas y ahogar sus penas en alcohol.Con lágrimas en los ojos y furia contenida, se dirigió al bar más cercano. Asthon lo siguió, tratando de alcanzarlo y convencerlo de que no era la mejor opción, pero Sebastián estaba decidido a ello. Al llegar al bar, Sebastián se sentó en la barra y pidió una bebida fuerte. Asthon se acercó y se sentó a su lado, intentando disuadirlo una vez más.—Sebastián, entiendo que estés pasando por un momento difícil, pero beber no te ayudará a solucionar los problemas. Solo te hará sentir peor.Sebastián miró a Asthon con ojos enrojecidos. —¿Y qué quieres que haga entonces? ¿Cómo puedo lidiar con esto?
Verónika miró hacia el lado de su cama y notó que Sebastián aún no había llegado. Comenzó a preocuparse por la hora, ya que eran las 2 de la madrugada. Se sentó en la colcha e intentó pensar positivamente, tal vez él ya estaba en camino a casa. Sin embargo, el hecho de que no le hubiera respondido el mensaje que le envió la preocupaba aún más.De repente, la puerta de la habitación se abrió y Sebastián entró. Su rostro lucía diferente y triste, lo cual aumentó la preocupación de Verónika. —Sebas... Has llegado. ¿Estás bien? A pesar de que le preguntó qué le estaba pasando, él decidió simplemente decir que había tenido un día agotador en el trabajo y que se tomaría una ducha.—Ha sido un día largo, mucho trabajo, no te preocupes. Ahora iré a ducharme. Ella se quedó pensativa, sabía que no le estaba diciendo la verdad, que realmente algo estaba ocurriendo pero no le quería decir la verdad. Sebastián finalmente salió del baño, pero en lugar de acercarse a Verónika y tratar de explica
Sebastian se levantó esa mañana sintiéndose especialmente apático. El cansancio le pesaba en el cuerpo y la sola idea de comer le generaba náuseas. Sus ojos, rodeados de ojeras, evidenciaban el agotamiento que lo consumía. Sabía que debía alimentarse adecuadamente, pero su inapetencia le estaba jugando en contra.Verónika, lo observaba con preocupación mientras preparaba el desayuno. —Cariño, debes comer. —No tengo hambre. Al colocar un plato de frutas y un tazón de avena fresca frente a Sebastian, Verónika le animó suavemente. —Amor, sé que no te sientes bien, pero debes comer algo. Te ayudará a recargar energías y sentirte mejor. Sebastian suspiró y jugó distraídamente con el tenedor en su plato. —No tengo hambre, Verónika. De verdad, no puedo comer. Verónika lo miró fijamente, estaba preocupads por él. —Hoy tengo una cita médica, me harán una ecografía para ver cómo va nuestro bebé. ¿Te gustaría venir conmigo? —inquirió con una sonrisa amplia en el rostro.La idea de ver a
Sebastian había decidido que era tiempo de hacer algo especial por su esposa. Asthon asintió y escuchó atentamente mientras Sebastian explicaba su plan en detalle. Su rostro se iluminó ante lo que él deseaba. —Necesito hacer algo extraordinario por Vanessa, Asthon. Quiero inaugurar una boutique de cosméticos exclusiva para ella, donde pueda sentirse realizada. No te lo comenté jamás, pero antes de que nosotros comenzaramos a salir de verdad, ella tenía una meta muy clara, Verónika quería avanzar siendo independiente, ella deseaba poder tener un negocio, quiero que sea un sueño hecho realidad. —Sebastian, nunca dejas de sorprenderme —admitió con voz cargada de emoción —. Estoy seguro de que Verónika quedará maravillada con este regalo. Trabajaré en los aspectos legales y financieros para que todo esté en orden. Quiero que este sueño se convierta en realidad para ambos. —Gracias, sé que podía contar contigo. Él sonrió amable. ***La noche cayó, Verónika llevó a la cama a su pequeña
Bastian se encontraba sentado en la sala de espera de la clínica, con las manos sudorosas y el corazón latiendo desbocado en su pecho. Desde que se había sometido al tratamiento contra el cáncer que padecía, cada día había sido una batalla constante. Cada sesión de quimioterapia, cada dolor insoportable, cada momento de debilidad, todo había sido parte de un proceso que esperaba culminar de forma victoriosa.La espera por los resultados médicos era, sin lugar a dudas, lo más insoportable que había experimentado en toda su vida. Cerró los ojos, intentando controlar su ansiedad y recordó las palabras alentadoras de su médico. —Bastian, hemos hecho todo lo que está en nuestras manos para ayudarte. Seremos positivos y esperamos los mejores resultados. Mientras tanto, mantén la esperanza y confía en el proceso... A medida que el tiempo pasaba, sus pensamientos se volvían cada vez más oscuros y pesimistas. Una voz en su interior le decía que quizás la batalla había sido en vano, que tal v
La brisa marina acariciaba su rostro y el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla llenaba el ambiente de tranquilidad. Había planeado este día con mucho cuidado, convencido de que sería la oportunidad perfecta para disfrutar de un rato agradable en familia antes de que Verónika diera a luz. Sin embargo, algo inesperado estaba a punto de cambiarlo todo.Mientras su hija corría emocionada hacia el agua, Sebastian observaba con amor a su esposa, quien estaba un poco más alejada, sentada bajo una sombrilla y disfrutando del espectacular panorama que se presentaban ante sus ojos. Finalmente, se acercaba el día en que su pequeño llegaría al mundo.A medida que el sol se deslizaba hacia el horizonte, Sebastian notó que Verónika parecía incómoda. Ella se llevaba la mano al vientre con la evidente inquietud en la cara. Inmediatamente, él se aproximó y se agachó a su lado.—¿Estás bien, cariño? —preguntó con inquietud —. ¿Te duele algo?Verónika, tratando de controlar su respiraci
Veronika llegó a su casa al final de un día agotador y difícil. Había estado en el trabajo hasta tarde, hablando con abogados y acudiendo a reuniones interminables sobre su proceso de divorcio. Cuando abrió la puerta de su casa, todo lo que quería era descansar. Pero una vez que se encontró en el interior de su hogar, el peso de lo que había pasado se hizo demasiado para soportarlo. Severamente vencida, se dejó caer en el sofá y comenzó a llorar.—¿Qué hice para merecer esto? —se preguntó retóricamente mientras las lágrimas corrían por sus mejillas —. Todo lo que quise fue tener una vida feliz y tranquila con él, y nunca imaginé que me traicionaría de esta manera.Veronika sabía que tenía que ponerse fuerte y proteger sus intereses, pero eso no la hacía sentir mejor. Era difícil mantenerse firme en medio de una tormenta de emociones y dolor. La idea de perder su casa en el proceso del divorcio era un pensamiento aterrador que amenazaba con ahogarla.Finalmente, se levantó del sofá en
Veronika abrió los ojos con una mezcla de asombro y emoción. De repente recordó que tenía la tarjeta de contacto de un hombre millonario llamado Sebastian, quien le había coqueteado en una gala benéfica hace algunos meses. Veronika sabía que esta era su oportunidad para recuperar su economía, por lo que decidió aprovecharla al máximo.Recordaba perfectamente cómo aquella noche Sebastian había intentado llamar su atención, aunque ella se había mostrado un poco molesta por el coqueteo. En ese momento, Arthur, su marido, se encontraba a su lado, lo cual la había incomodado aún más.Sin embargo, después de descubrir el engaño de Arthur, Veronika sentía como si hubiera perdido la cabeza. Ahora, con la tarjeta de contacto de Sebastian en su mano, no podía evitar sentir una mezcla de excitación y nerviosismo.Decidió llamarlo inmediatamente, y para su sorpresa, él la recordaba perfectamente. Así que la mujer tomó la tarjeta de contacto de Sebastian en su mano y la miró fijamente.—No pierdo