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02. Capítulo: "Propuesta"

Veronika abrió los ojos con una mezcla de asombro y emoción. De repente recordó que tenía la tarjeta de contacto de un hombre millonario llamado Sebastian, quien le había coqueteado en una gala benéfica hace algunos meses. Veronika sabía que esta era su oportunidad para recuperar su economía, por lo que decidió aprovecharla al máximo.

Recordaba perfectamente cómo aquella noche Sebastian había intentado llamar su atención, aunque ella se había mostrado un poco molesta por el coqueteo. En ese momento, Arthur, su marido, se encontraba a su lado, lo cual la había incomodado aún más.

Sin embargo, después de descubrir el engaño de Arthur, Veronika sentía como si hubiera perdido la cabeza. Ahora, con la tarjeta de contacto de Sebastian en su mano, no podía evitar sentir una mezcla de excitación y nerviosismo.

Decidió llamarlo inmediatamente, y para su sorpresa, él la recordaba perfectamente.

Así que la mujer tomó la tarjeta de contacto de Sebastian en su mano y la miró fijamente.

—No pierdo nada con intentarlo —se dijo a sí misma mientras marcaba el número del millonario hombre de negocios.

—¿Sebastian? —inquirió al hombre del otro lado de la línea.

Tenía el corazón en un puño.

—Sí, ¿quién habla? —la voz gruesa y profunda del hombre le dio un vuelvo a su órgano vital.

—Habla Veronika. Me diste tu tarjeta de contacto en la gala benéfica de hace unos meses.

Hubo un silencio corto.

—¡Ah, Veronika! Claro que te recuerdo —dejó de ser formal por un momento —. Lo siento, Veronika.

—Descuide, yo empecé. Lo llamaba porque necesito de su ayuda.

—Cuente conmigo, ¿cuál es el problema?

Veronika contó su situación económica y cómo su marido la había engañado. No solo eso, porque lo peor fue descubrir que su marido tenía deudas secretas y malas inversiones que afectaron negativamente sus finanzas conjuntas. Y como si no fuera suficiente, el tipo astuto retiró todo el dinero sobrante de las cuentas bancarias compartidas antes del divorcio, de esa manera dejó sin recursos económicos a la mujer.

Sebastian escuchó en silencio, sintiendo pesar por lo ocurrido.

—Le propongo algo, ¿qué tal si viene conmigo como mi acompañante a la próxima gala benéfica de mi empresa?

—¿Como su pareja?

—Sí, eso sería perfecto. Podría cambiar la historia y sería beneficioso para tu economía.

A Veronika le pareció una gran idea. Sentía un poco de miedo y vergüenza, pero sabía que necesitaba la oportunidad para recuperar sus finanzas.

—Está bien, acepto —expresó aún anonadada.

—Entonces ven a mi oficina mañana mismo. Te daré todo lo que necesitas para la noche del evento. No te vas a arrepentir —concluyó el hombre antes de despedirse.

Veronika no podía creer lo que acababa de pasar.

—Esto es una locura —se dijo a sí misma—. Pero no tengo nada que perder.

Salió del ensimismamiento en el momento que su hija hizo acto de presencia llorando.

—Quiero que papá regrese, no quiero vivir sin él —sollozaba fuerte.

Corrió a ella y la abrazó, le rompía el corazón ver a su pequeña triste.

***

Al día siguiente, se dirigió temprano a la oficina de Sebastian. El edificio era altísimo, bastante atractivo y de esos que con solo su altura provocaban un escalofríos en su interior.

Era indescriptible, algo que sorprendía con solo contemplarlo desde allí.

Al llegar, fue recibida por una secretaria amable que la llevó directo a la oficina del millonario.

Sebastian la recibió con una sonrisa y un apretón de mano.

—Bienvenida a la compañía. ¿Se le ofrece algo de tomar?

—Sebastian, podemos dejar las formalidades, será más cómodo —aseveró —. Y no, estoy bien así. Tienes una oficina increíble.

—¿Lo es? Me siento halagado, todo es a mi elección. Pasa y toma asiento.

Ella se ubicó en la silla.

Se notaba que era un hombre muy ocupado, pero a pesar de eso, se tomó el tiempo para escucharla y darle algunas indicaciones sobre la gala benéfica.

—¿No se van a esparcir rumores sobre nosotros? —se aclaró la garganta.

Él ladeó una sonrisa.

Era tan guapo. Eso explicaba la razón por la que tantas mujeres estaban detrás suyo, o eso fue lo que notó de inmediato cuando llegó al lugar. jamás podría considerar esas miradas de admiración, cuando detrás en realidad existía coqueteo oculto.

¡Vaya que era bastante "apreciado" allí!

Tal vez solo estaba dando con una interpretación errónea del asunto, y solo se portaba bien con sus empleados al punto de ser un buen jefe y todo lo demás.

—¿No es ese el objetivo? Que se difundan historias a la prensa de ambos, que estamos juntos, cuando no es cierto. Arthur y yo no somos aliados, en absoluto. Tu exmarido es mi competencia, pero no me iguala aún. Definitivamente es lo que necesitas. Pero... Quiero aprovechar para hacerte otra propuesta.

—¿Cómo así? —se quedó impactada —. Es decir, todo me parece un poco absurdo. No comprendo lo que quieres decir.

Él tomó una bocanada de aire y la miró deslizando una sonrisa matadora.

—Salgamos durante un mes, no, es decir, sé mi novia de mentira por un mes. Será un favor extra, aunque pienso darte algo a cambio.

—N-no comprendo.

—Te recompensaré por ello, lo de la gala benéfica es un plus, ¿qué dices?

—Yo... Mentir no es lo mío, pero estoy urgida, así que lo aceptaré.

Él sonrió.

Le explicó que debía estar lista temprano para poder pasar por ella antes de la gala. Le entregó el vestido que usaría esa noche y le indicó que un estilista profesional podría darle algunas sugerencias sobre el maquillaje y el peinado que debía llevar.

Veronika se sintió un poco abrumada por toda la atención que estaba recibiendo de Sebastian, pero al mismo tiempo, agradecida por su ayuda.

Cuando todo estuvo acordado, se despidió de Sebastian y se dirigió a su casa con el vestido y los accesorios que le había entregado.

Esa noche, Veronika se preparó para la gala con mucha ilusión. Llevó el vestido que le había regalado Sebastian. También se aseguró de llegar temprano a la gala, conforme a lo acordado. La noche transcurrió con normalidad. Ella disfrutó de la velada, sin olvidar su objetivo principal: recuperar su economía y dejar atrás la traición de su esposo.

Se lució con el espectacular vestido negro que Sebastian le había proporcionado, y caminaba junto a él entre los asistentes, que la miraban con admiración y envidia. Los flashes de las cámaras explotaban a su alrededor.

Cuando terminó la noche, Sebastian se acercó a ella.

El hombre sostuvo su mano y ella se tensó un poco.

—¿Qué haces?

—Solo observa, somos el centro de atención, entonces empecemos con la farsa. A partir de este momento, empieza nuestro contrato.

A ella la atravesó una corriente eléctrica que devoró su interior y le hizo cuestionarse, ¿qué tan dispuesta estaba para recuperarse financieramente? Se perdió en sus ojos celestes hasta que la voz de un tercero los irrumpió.

—Lo sabía, y no debería sorprenderme —comenzó a decir Arthur mirándola con desprecio.

El corazón se le detuvo.

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