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04. Capítulo: "Novia Contractual Nada Más"

Al día siguiente, Veronika recibió una sorpresa en su casa. Una gran caja con su nombre estaba esperándola en la entrada. Abrió los ojos de par en par, no daba crédito.

—Pero, ¿qué es esto? —parpadeó con sorpresa.

Al abrir la caja, la mujer encontró un vestido hermoso de diseñador y una nota escrita a mano por Sebastian, lo supo al ver su nombre firmado al final.

"Espero que este vestido sea de tu agrado. Me divertí mucho anoche y estoy deseando poder verte de nuevo. Atentamente, Sebastian."

Veronika se sintió un poco incómoda, pero a la vez agradecida por el gesto del millonario. Decidió que tenía que hablar con él y aclarar las cosas sobre su "contrato", antes de que todo se saliera de control.

Esa misma tarde, tomó la decisión de llamar a Sebastian y le pidió que se encontraran en un café cercano.

Cuando llegó, no dudó en asegurarse de ser clara con sus intenciones.

—Sebastian —lo saludó deslizando una sonrisa.

—Veronika, me alegra verte otra vez. ¿Has descansado bien?

—Eso creo.

Pronto tomaron asiento. No quiso pedir un café, solo quería ir directo al grano con él, sin irse por las ramas.

—¿Hice algo malo?

—Sebastian, justamente eso te quería mencionar, recibí un regalo de tu parte y no lo veo bien, sé que no has tenido malas intenciones, pero me hace sentir un poco incómoda. Que haya aceptado ser tu novia no significa que debas enviarme obsequios o algún presente.

—Tú lo has dicho, no ha sido con malas intenciones. Es solo un regalo, ¿por qué te molesta?

Ella resopló.

—Lo siento, solo no lo vuelvas a hacer. No quiero que pienses que estoy siendo comprada o utilizada por ti.

—Jamás quise que pensaras eso, pero no volverá a repetirse. Sí te pediré que uses el vestido esta noche.

—¿Qué?

—Ah, es que aún no te lo he dicho.

—¿De qué se trata?

—Si te pedí que fueras mi novia falsa, es porque necesito que finjas delante de mi familia, sobre todo ante mi madre. Ella está delicada de salud... —expiró —. Nunca antes esperó verme en una relación que ahora. Y quiero cumplir su deseo, sé que puedo confiar en ti para lograrlo.

Ella se quedó boquiabierta.

—¿Puedo saber qué tiene?

Al ver su expresión supo que fue mala idea inquirir y cambió de tema con rapidez.

***

Arthur estaba sentado en la cama con la cabeza apoyada en sus manos, completamente ajeno a lo que ocurría a su alrededor. El sonido de la puerta al abrirse lo trajo de vuelta a la realidad, y para su sorpresa, se encontró con Vanessa entrando a la habitación.

Ella tenía las manos sobre su abdomen, y bajo su camisa se podía ver una pequeña protuberancia. Su embarazo, pero Arthur no parecía emocionado en lo más mínimo.

—¿Qué haces aquí, Vanessa? —soltó con desinterés.

—Quería hablar contigo —continuó ella mientras se acercaba a la cama.

Arthur se apartó de ella, dejando claro que no estaba de humor para charlas.

—Parece que no te alegra verme —pronunció en un suspiro.

—No estoy de humor —contestó él con frialdad.

Ella se tensó, sintiendo que había tocado una fibra sensible.

—¿Qué pasa contigo, Arthur? ¿Ya no me quieres?

—No es eso —replicó él sin mirarla —. Es solo que tengo mucho en qué pensar.

—¿En qué estás pensando? —inquirió la mujer, acercándose a él.

—En muchas cosas —aseguró Arthur, levantando la mirada —. En ti, en el bebé, en mi trabajo… y también en mi exmujer.

Entonces sintió el corazón apretado al escuchar eso.

—¿Por qué estás pensando en ella —cuestionó —. ¡¿Por qué piensas en mi hermana?!

Arthur soltó un suspiro, visiblemente frustrado.

—Porque la vi con otro hombre —confesó.

Y se quedó sin palabras. No sabía qué decirle a eso.

—Me hace sentir como si no hubiera significado nada para ella —continuó Arthur —. Como si me hubiera reemplazado tan fácilmente.

—Quisiera creer que solo estás bromeando, porque lo que dices no tiene sentido. ¿Qué te interesa si sale con alguien? Deja a Veronika en el pasado, soy yo la única que te debería importar —lo enfrentó —. ¡Maldición! Llevo a tu hijo aquí dentro, así que deja de pensar en esa mujer.

—Déjame a solas, ¡qué te vayas! —exclamó embravecido y la mujer salió con prisa de allí.

Llena de odio. Ahora que pensó que Arthur estaba en sus manos y era solo suyo, resulta que seguía clavado por Veronika. Esa mujer con cara de santa, pero era una mentirosa más.

—¡Te odio, Veronika! —rugió venenosa.

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