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05. Capítulo: "La Relación Falsa"

Mientras tanto, Veronika estaba en su habitación preparándose para la cena en casa de los padres de Sebastian. Miró el vestido que él le había regalado y expiró.

¿Cómo demonios supo su talla? Debía admitir que tenía buen gusto.

Se puso el vestido, se arregló el cabello y se maquilló delicadamente. Una vez más se miró frente al espejo de cuerpo completo para cerciorarse de estar perfecta. A pesar de no encontrar ni un vestigio de descontento, se le hizo un nudo de inseguridad en el estómago.

—Mamá, ¿le puedo decir a Lali que haga galletas para mí?

Se giró y vio a Sídney. Sonrió.

Ella ya le estaba implorando con la mirada para que la permitiera hacerlo. Rara vez podría la mujer negarle algo a su pequeña hija, porque siempre la consentía.

Los deseos de la niña siempre eran concedidos por su madre cariñosa.

—Bien, solo sé buena chica, eh. Te pediré que no seas una pequeña traviesa y no le pongas las cosas difíciles a la niñera, sé que puedo confiar en ti, cielo.

—Lo prometo, mamita.

—Vale, eso es —susurró acariciando su cabello —. Espero que disfrutes de hornear galletas, también sé cuidadosa en la cocina.

La niñera llegó pronto, así que Veronika pudo marcharse. Seguía sin poder controlar el nerviosismo que la estaba atacando.

Después de atravesar el pórtico, se encontró con Sebastian esperándola en su auto lujoso. Ese apuesto hombre estaba recargado del ostentoso deportivo y no la dejaba de mirar.

Y es que ella tras la ruptura con Arthur, no creyó que sería una mujer atractiva para alguien más. No es que tuviera el autoestima baja, pero, en algún punto de su vida, dejó de considerarse "lo suficientemente linda", ahora volvía a cobrar sentido en su vida.

Y sí, estaba bien con eso.

—Luces hermosa —halagó él con una sonrisa.

¿Por qué rayos tenía que ser un tipo tan directo?

—Gracias —soltó ella sonrojada, no sabía cómo actuar ante los halagos del CEO —. Disculpa la tardanza.

—No te preocupes, lo importante es que estás aquí.

Sebastian la ayudó a subir al auto y se dirigieron hacia la casa de sus padres. Veronika estaba nerviosa, pero trató de mantener la calma. Fue un largo trayecto, porque en todo el camino sintió cada vez el espacio más reducido y de pronto hacía calor.

Quería pensar que el clima tenía toda la culpa, pero eso no sería otra cosa sino engañarse.

No surgió ningún tipo de conversación entre ellos, de hecho el silencio se profundizó y solo ella deseaba llegar a su destino. Aunque al mismo tiempo quería estar en casa y no tener que atravesar por una situación tan apretada como esa. Ni modo, no tenía otra alternativa, que esa.

Al llegar a la casa, fueron recibidos por la madre de Sebastian, quien parecía emocionada de conocer a su "novia". Ella estaba en una silla de ruedas, pero eso no impidió que le diera un abrazo a Veronika, quién se inclinó para recibirlo.

Sinceramente la mujer no esperaba encontrar a la progenitora del magnate así, es que ni siquiera un pequeño rumor sobre su estado actual había corrido por allí, lo que daba a entender que sus circunstancias eran plenamente privadas.

—Dios mío, creí que no podría conocer a la novia de mi hijo. Es el día más emocionante de mi vida —aseguró la mujer envejecida —. Eres una mujer preciosa, tú Sebastian tienes suerte de tenerla. ¡Vaya que sí es maravilloso conocerte al fin!

Veronika se sintió un poco abrumada, pero trató de mantener una actitud tranquila y nada sospechosa. Ella, era una mujer cálida, que transmitía dulzura. Por eso la invadió un poco de culpabilidad por mentir, aunque al final se sacudió la culpa al darse cuenta de que le estaba dando alegría a una mujer que probablemente no le quedaba mucho de vida.

Ciertamente no conocía su caso, pero el silencio de Sebastian, arrojó la respuesta esa mañana.

Además de la señora Regina, también conoció a su padre, Bastian Walker.

El hombre si los miraba a los dos, un poco escéptico. ¿Tal vez su padre estaba sospechando de ellos dos? o puede que solía ser así... ¿precavido?

Ya no sabía qué pensar, pero no deseaba ser descubierta.

Por esa razón, trató de seguir serena en toda la situación.

—Y, ¿cómo se conocieron? —lanzó de manera imprevista.

La pregunta que no podía faltar.

Ambos se miraron a la cara.

¿Cómo demonios no se pusieron de acuerdo?

—Veronika y yo coincidimos un día en el cine —se le ocurrió decir, y ella le siguió la corriente, cada uno complementando la respuesta del otro, para no dejar ni un solo cabo suelto.

Y nada acabó allí, Regina continuó el interrogatorio.

—¿Piensan casarse? Se ven muy bien juntos, no pierdan el tiempo —aconsejó.

Ella tosió sin parar.

—Madre, es un poco apresurado.

—¿Es pronto? Hijo, sabes mi situación...

Él se aclaró la garganta.

—Lo hemos hablado —soltó Veronika sin pensarlo ni un segundo —. ¿No es así, Sebas?

Y él malinterpretó el mensaje.

—Claro, madre. Ya hemos pensado en el matrimonio. Pero lo queríamos mantener en secreto.

La mujer no podía creerlo. No era eso lo que debía decir. Apretó su mano debajo de la mesa.

—¿Qué? Esa es una buena noticia. Quiero verlos como marido y mujer —exclamó eufórica.

—Calma, mujer —pidió su marido que se mantuvo en silencio casi toda la noche, y miró a su hijo —. ¿Es cierto que piensan casarse?

Ya habiendo emocionado así a su madre, era obvio que no podían dar vuelta atrás.

Veronika pasó saliva con dificultad.

—Sí, es verdad. Nos casaremos —continuó.

Bastian no creía en absoluto a esos dos, como si algo no encajara, pero no los quiso acorralar por Regina, quién se miraba rebosante de felicidad.

***

Subió al auto en silencio, pero explotó cuando él ocupó su lugar.

—¡¿Qué demonios crees que hiciste?! Se supone que nada debe ser así, ¿que pensamos casarnos? Es una locura haberle dicho eso en primer lugar.

—Lo sé, cometí un error, lo siento. No comprendí lo que quisiste decirme. Pero... ¿por qué no lo has desmentido luego?

Se cruzó de brazos.

—¿Has visto a tu madre? —se le anudó la garganta —. Le brillaron los ojos al escuchar que su hijo se casaría.

Él golpeó el volante.

—¿Qué haremos? Se supone que solo sería por un mes nuestra relación.

—No me casaré contigo, no lo tomes a mal.

—Si has seguido con la mentira, ahora tendrás que asumir la consecuencia, ya sabes, es causa y efecto. Hagámoslo, no tiene que ser por mucho tiempo, vamos a casarnos, firmemos un contrato y pongamos las condiciones, ¿lo tomarías? Eso te vendría mejor, tu negocio crecerá de forma abismal, no solo recuperarás lo que has perdido, ganarás el triple cuando lleves mi apellido... Cuando seas mi esposa cada cosa que pidas será un deseo cumplido, y mi poder, tu poder.

Ella se estremeció.

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