Él recordaba que al quitarse el disfraz en el baño y tirarlo a la basura, salió huyendo como todas las personas que pensaban que había algún incendio en el interior, pero aquella mujer peligrosa siguió su pista hasta que encontró su disfraz, por supuesto, no supo exactamente si había sido él.Tomo varias fotografías con su teléfono, no se quedaría con las manos cruzadas, nadie solía escaparse de sus manos, no pudo capturarlo ese día, pero paso más de dos semanas tratando de averiguar quien era el maldito que había conseguido asesinar a su cliente en frente de sus narices y al final de su investigación encontró el rostro de Alec, por supuesto dudo que ese fuese su nombre real, las personas como él usaban muchos nombres, pero lo identifico de esa manera.La unica alma que podia ser merecedora de piedad era un perro mal nutrido que se hallaba encogido sobre una llanta de auto vieja. En aquella colonia donde las casas, si asi se les podia llamar estaban habitadas, en su mayoria por delinc
Alessandro no sintió nada cuando vio que el hombre que lo había contratado le había disparado en la cabeza a una joven de dieciséis años después de abusar de ella. Su padre, quien lo había entrenado para aprender su oficio, le había enseñado que debía enfriar sus emociones para ser excepcional en su trabajo y así lo había hecho. Él ya no podía sentir nada al ver una injusticia, no sentía miedo, y menos compasión por nadie. Su lealtad era de aquel que pudiera pagar por sus servicios, sin importar el tipo de persona que fuese. Alzo una ceja al ver la sonrisa de satisfacción de ese mal nacido que se había obsesionado con la joven, aquel era un rico hacendado colombiano que había obtenido su número de contacto gracias a un empresario peruano que había sido su cliente dos años atrás. Alessandro aceptaba cualquier trabajo sin importar el lugar, las condiciones o quienes fuesen los afectados mientras sus clientes cumplieran su tarifa establecida y la vida de aquella chica de dieciséis años,
Alessandro miro por la ventanilla del avión privado que lo había trasladado de Colombia hacia México, ya habían aterrizado, pero los imbéciles que debían recogerlo estaban dos minutos retrasados.Dejo escapar un suspiro, le molestaba que las cosas no se hicieran a su manera y por supuesto, a tiempo. Acomodo su codo izquierdo sobre el respaldo del sillón y se toco el labio con las yemas de sus dedos, aprovecho ese momento para pensar, por supuesto no en tonterías como divagar, sino mas bien en lo que debía hacer para completar su trabajo, aunque claro no le habían dado los detalles.Para convencerlo de viajar unicamente utilizaron un método, uno que no podía fallar. Le hicieron una transferencia a un banco suizo de mas de dos millones de euros, eso basto para que quisiera tomar el trabajo y por lo poco que le habían dicho en aquel primer mensaje, se trataba de exterminar al líder de un grupo armado.Mientras meditaba, vio una camioneta oscura aproximarse hacia el hangar, torció los la
Alessandro entro a la hacienda acompañado de Don fernando, aquel hombre parecían rondar ya los cincuenta años, tenía cabellos plateados decorando los costado de su cabeza y su rostro lucia unas cuantas arrugas al igual que una que otra verruga, pero aunque era fácil dejarse llevar por su edad, Alessandro dedujo que debía ser un hombre de temer.Al pasar del vestíbulo hacia un pasillo, se encontraron con un par de sirvientas que lucían un uniforme pulcro, pero largo, quizás para no llamar la atención de los hombres armados que resguardaban el lugar. Las jóvenes detuvieron su andar y caminaron un par de pasos de reversa para pegarse al muro y ahí, inclinaron la mirada, sin atreverse a ver a Don Fernando o a su invitado.Mientras caminaban, Alessandro miro de reojo todo a su alrededor, pinturas, retratos y demás decoraciones, no porque quisiera hacerlo, sino porque era mera rutina. Al entrar a un nuevo lugar, él analizaba con un vistazo una posible salida en caso de ser necesario escapar
—Muy bien—se levantó Don Fernando mostrando una sonrisa, complacido con la atención e interés del hombre que había contratado. Sus hombres más allegados le habían dicho que había cometido un terrible error al pagar tanto por el servicio de un hombre que no le garantizaba aniquilar a sus enemigos, pero Alessandro le había inspirado cierta confianza que decidió, por el bien de su organización, dejar todo en sus manos— le daremos todo lo que necesite, le hemos preparado una habitación para usted.—Oh, no es necesario—dijo Alessandro levantándose de su lugar y alzo la ceja izquierda un tanto confundido.—Por supuesto que sí, es mi invitado—expreso Don Fernando mostrándose atento.—No puedo quedarme aquí, es mejor una habitación de hotelDon Fernando frunció el ceño confundido, pero supuso que aquel italiano tenía su modo de hacer las cosas, así como él tenía su forma de hacer las suyas.—¿Puedo preguntar por qué prefiere hospedarse en un hotel que en mi residencia?—expreso ya no para pers
Alessandro entro al vestíbulo del hotel, y lo primero que vio fue una decoración basada en la artesanía de aquella comunidad, entre lo que se encontraba alrededor vio algunos jarrones con forma de piña, decoración que le pareció curiosa. Algo que también le llamo la atención fue el ver un muro decorado por guitarras, no entendió el porque un instrumento musical podía ser considerado ademas de lo que ya era, una decoración, por lo que su vista busco algo mas en que entreternerse un segundo y por ultimo vio fue algunos utensilios de cocina hechos en lo que parecía ser cobre. Su labio se encorvo en una ligera sonrisa, no entendía mucho de lo que veía, pero como decoración era algo que no veía todos los días, así que continuo caminando hasta llegar al escritorio de la recepción, ahí se encontraba una joven de piel morena que al parecer estaba haciéndose un intento de manicura. Llevaba puesto una blusa, que al igual que todo lo que estaba alrededor, parecía una artesanía, tenía muchos bor
Eran las diez en punto cuando Alessandro camino con naturalidad hacia uno de los guardias que custodiaban los alrededores del sitio. Vestía un elegante esmoquin para hacerse pasar por un invitado más, lo llevaba entre sus cosas porque siempre había una ocasión para usarlo, pero no creyó que debia usarlo en aquella ocasión.El guardia lo miro de arriba abajo y efectivamente supuso que se trataba de un invitado, pero no entendía que hacía por ese lugar, estaba muy lejos de la puerta, por lo que encorvo el ceño.—Disculpe—dijo Alessandro mostrándose algo nervioso ante el hombre, ya que llevaba un arma colgando de su hombro, por supuesto, estaba actuando, pero el guardia debia pensar que su nerviosismo era real—e-estoy un poco perdido. ¿Por dónde puedo entrar?—Siga esta calle y doble a la derecha—le indico el hombre, pero aunque todo parecía indicar que Alessandro era un invitado más, algo a su alrededor le dijo que él estaba mintiendo, quizás porque había llegado a pie—¿Cuál es su nombr
Alessandro se dirigió a los lavabos que tenían un diseño refinado, paso al lado del sujeto sin decir nada y comenzó a lavarse la manos, por supuesto, como excusa para poder quedarse en el sitio mientras su objetivo salía. Ya que no podía quedarse mucho tiempo sin levantarse sospechas, pensó en crear otra justificación para que el guardaespaldas no desconfiara de su presencia. Levanto la vista y miro de reojo, al darse cuenta de que el sujeto lo mirada, bajo la vista y al tomar una toalla que descansaba sobre una canasta rectangular se secó las manos, pero lo hizo lento mientras pensaba en lo que tenía que hacer para poder quedarse un poco más. Arrojó la toalla hacia un contenedor donde los organizadores de aquel evento habían dispuesto para las toallas de mano, porque, por ser un evento de tal distinción, no podían poner servilletas de papel. Casualmente, la toalla quedo mal puesta por lo que camino hacia el contenedor para meterla en su sitio y fue justo en ese momento que el obj