Alessandro entro al vestíbulo del hotel, y lo primero que vio fue una decoración basada en la artesanía de aquella comunidad, entre lo que se encontraba alrededor vio algunos jarrones con forma de piña, decoración que le pareció curiosa. Algo que también le llamo la atención fue el ver un muro decorado por guitarras, no entendió el porque un instrumento musical podía ser considerado ademas de lo que ya era, una decoración, por lo que su vista busco algo mas en que entreternerse un segundo y por ultimo vio fue algunos utensilios de cocina hechos en lo que parecía ser cobre.
Su labio se encorvo en una ligera sonrisa, no entendía mucho de lo que veía, pero como decoración era algo que no veía todos los días, así que continuo caminando hasta llegar al escritorio de la recepción, ahí se encontraba una joven de piel morena que al parecer estaba haciéndose un intento de manicura.
Llevaba puesto una blusa, que al igual que todo lo que estaba alrededor, parecía una artesanía, tenía muchos bordados, pero el que mas destacaba era el de una muñeca de muchos colores y esta sostenía el nombre del hotel « Hotel Guevara» Alessandro intuyo que no era solo una blusa artesanal sino su uniforme
—Disculpe—expreso para llamar la atención de aquella chica, ya que aparentemente su presencia no bastaba para lograrlo.
La joven alzo la vista de sus uñas hacia el cliente que acaba de entrar, pero al mirarlo no solo se sorprendió por su altura sino por su atractivo. A pesar de los duros trabajos que Alessandro había tenido en el pasado, algunos que incluso llegaron a tocar la piel de su rostro, una sus cualidades era lo rápido que sus heridas sanaban, aunque claro Alessandro había llevado a su propio cuerpo a tal extremo que este se había adaptado a la forma de vida que llevaba, por lo que su rostro no necesitaba mas allá de un poco de crema y bloqueador solar cuando la ocasión lo ameritaba, pero incluso con ese poco cuidado, su piel era tersa y suave que incluso esa joven, ala distancia en la que se encontraba, lo noto.
—¿E-en que puedo ayudarlo?—cuestiono la joven un tanto nerviosa por la inesperada llegada de aquel extranjero, pues había en su cuerpo muchos factores que le indicaban que aquel sujeto no podía ser, ni en sueños, del país. Se levanto de su sitio y trato de sonreirle, pero los nervios comenzaron a traicionarla.
—Necesito una habitación—dijo Alessandro expresando lo obvio.
—Por supuesto—dijo la joven inclinando la mirada para checar que habitaciones tenía disponibles. Debido a la localización de aquel pueblo, que se enorgullecía por ser declarado mágico, tenía diferentes tipos de habitaciones, de cama doble, triple o incluso cuádruple, pero solo dos para un solo huésped, esto porque las personas que solían quedarse en ese hotel solo para celebrar el santo del pueblo, que era una festividad en la que se organizaban diferentes tipos de eventos nocturnos— ¿Para una persona?
—Si—respondió él, un tanto entretenido por el comportamiento de esa joven. Ciertamente, no recordaba la ultima vez que le había prestado atención a una mujer, no romanticamente por supuesto, sino la acción de notar que alguna mujer se pusiera nerviosa ante su presencia. Últimamente solo había sido enfocarse a su trabajo sin prestar atención a nada mas que juntar dinero en sus múltiples cuentas bancarias.
—C-claro, sera la habitación 15—expreso la joven tomando las llaves de la habitación para entregárselas, pero lo que pensó era una oportunidad para al menos tocar la piel de el hombre frente a ella, recordó que ante de proporcionar las llaves, debía pedir el pago o un anticipo para poder registrar el ingreso de un nuevo huesped—pero antes. ¿Pagara en efectivo o tarjeta?
Alessandro recordó que no llevaba efectivo, al menos no la moneda del país, ya que no había ingresado por uno de los aeropuertos mas comunes, no pudo sacar un poco de efectivo para cambiarlos a pesos mexicanos, asi que no le quedo de otra mas que entregarle una de las tres tarjetas que siempre lo sacaban de apuros, aunque claro, no estaban registrada bajo su nombre real sino bajo un nombre falso, que a él le gustaba.
—¿Tiene alguna identificación o pasaporte?—expreso la chica por protocolo, pero también le interesaba saber cual era el nombre de aquel sujeto que tenía rostro de angel.
Alessandro saco su pasaporte de una bolsa oculta en el interior de su chaqueta, por supuesto, como aquella tarjeta, su pasaporte era falso, pero mostraba el nombre de Alec Vitale.
La joven recepcionista sonrió al ver su nombre, pensó que ya tendría algo de que hablar con sus amigas, ya que en la ultima semana, nadie se había registrado en el hotel, pero que llegara un hombre tan guapo como él lo cambiaba todo.
—¿Cuanto tiempo se quedara?—expreso dándole su llave. Alessandro la tomo y no lo pensó dos veces.
—Una noche—expreso, no tenía caso quedarse mucho mas tiempo y de cualquier forma, cabía la posibilidad de que no durmiera en ese sitio esa noche, era tan solo para tener una cuartada solo en caso de necesitarla.
La joven encorvo el ceño un tanto decepcionada, supuso que el extranjero solo estaba de paso, asi que la navedad que traia su presencia no dudaria mucho. Por ultimo le entrego su tarjeta de credito, pero guardo su pasaporte en una pequeña caja fuerte de la que disponia el hotel, por supuesto, por protocolo.
—Que disfrute su estadia—le expreso la chica, pero la respuesta que obtuvo no fue el «Gracias» que esperaba, sino mas bien una media sonrisa forzada.
Alessandro sintió que perdió mucho tiempo registrándose, por lo que ni siquiera se digno a decirle algo al dar media vuelta hacia las escaleras. Subió por las escaleras hacia el segundo piso, pero al seguir la numeración descubrió que su habitación probablemente se encontraba en el tercero y al subir y continuar en su búsqueda, la encontro.
Alessandro ingreso la llave un tanto enfadado, pero al abrir la puerta e ingresar, sintio una especie de calma. La decoración en su habitación fue lo que se lo genero, despues de todo, el hotel no parecia ser tan malo, pero no se detuvo mucho tiempo a contemplar lo que ahi se encontraba, en vez de eso, comenzó a desempacar. En su equipaje, el cual era una maleta de proporcion grande, llevaba dos trajes y un par de zapatos, lo demas eran simples herramientas de trabajo, como armas, cuchillos, cartuchos e incluso algunos químicos para elaborar sus propias bombas, por supuesto, en cantidades pequeñas, solo para usarlas como distracción, a él no le gustaba usarla para asesinar, no eran tan efectivas, ademas de su equipo de investigacion, el cual consistia en una camara fotografica profesional, un par de computadoras de alta gama y lo que parecia ser una memoria usb.
Las encendio y las puso a trabajar, mientras una la conecto al wifi del hotel, a la otra le coloco aquella memoria de color negro. Comenzo a investigar sobre esa supuesta boda, pero los primeros minutos, su investigacion resulto ser infructifera, pero con ayuda de su segunda computadora, la cual estaba conectada a una red de internet satelital, logro conseguir una ubicacion.
Tanto en periodicos como en redes sociales, no pudo encontrar nada, pero su computadora le indico que un salon de eventos habia sido reservado para la noche, en cierta ubicacion para una boda, con eso dedujo que ese era el evento que buscaba y puso manos a la obra.
Investigo el lugar en donde se encontraba aquel salón y los lugares aledaños, se trataba de un pueblo a unos cuantos kilometros de donde él se encontraba, el lugar era grande por lo que tuvo que buscar un mapa para ayudarse a deducir como entrar. Cuando termino de recabar toda la información necesaria, guardo todo lo que habia utilizado y preparo su ropa para salir a trabajar, pero antes de eso, aprovecho el agua caliente para ducharse.
Su cuerpo se relajo un poco al sentir el agua caliente escurrir por sus musculos, aunque era delgado, alguien como él necesitaba estar en forma para poder soportar golpes y caidas, pero ademas de lo escultural que era su cuerpo, al untarse jabon, sintio las cicatricez que su cuerpo no habia podido borrar, recuerdos de antiguos trabajos que le dejaron marca.
Tenia una cicatriz circular sobre la pierna derecha, que era el recuerdo de una bala que se le habia incrustado al enfrentarse al cuerpo de seguridad de un mafioso coreano, tambien tenia otra sobre la espalda, una linea de al menos unos diez centimetros que eran la prueba de que no debia deslizarse sobre una superficie cubierta por nieve donde se encontraban, algunos desechos de una construccion, en aquella ocasion, por suerte esa herida no paso más alla de la hipodermis, pero fue lo suficientemente profunda para dejarle esa enorme cicatriz.
Su cuerpo también tenia alguno que otro rasguño, pero nada que no pudiera ocultar su ropa, pero lo que descataba de su piel desnuda era un tatuaje que tenia sobre su pecho, era una gaviota que tenia un significado especial para él.
Unos minutos despues, salio sintiendose fresco, salio envuelto en una bata que el mismo hotel ofrecia, pero antes de vestirse se digno a secarse el cabello, sabia que debia volver a italia a cortarselo, pero mientras tanto debia soportarlo tal y como lo tenia.
Desde la ventana se escucho mucha algarabía, por lo que se acerco a observar que pasaba afuera, se escuchaba música y celebración. En el exterior vio a un grupo de personas bailar dentro y fuera del kiosco, el sol ya se habia metido, pero para esas personas parecia ser medio dia, habia niños jugando con burbujas de jabon y alguno que otro negocio ambulante de chucherias. Supuso que debia ser costumbre de la gente de la localidad por lo que no le dio mucha importancia, pero mientras su vista paseaba por la gente volvio a ver a esa chica, con la que habia chocado al llegar ahi.
Caminaba entre la gente con dos personas a su lado, una chica, quizás de su misma edad y un hombre mayor, quizás de unos cuarenta años. Instintivamente su mirada la siguió hasta que la vio entrar a un consultorio medico que no estaba muy lejos del hotel, de hecho cruzando la calle. Pensó en apartar la vista y continuar con lo suyo, pero su cuerpo no obedeció, se quedo observando el consultorio hasta que unos segundos mas tarde, ella apareció con una sonrisa en el rostro.
Sus ojos podían verla a la perfección, pero desde esa distancia no era posible distinguir mas allá de esa sonrisa, entrecerró los ojos para intentar ver mejor su rostro, por alguna razón sintió la necesidad de ver con claridad su rostro y grabarlo en su memoria, pero en cierto momento la chica que venia con ella obstaculizo su visión. Eso le ayudo a darse cuenta que lo que estaba haciendo era una tontería, porque no había ningún motivo para observar a esa joven, sin embargo, algo dentro de si le hizo sentirse decepcionado y no supo si se debía al hecho de verla sin razón alguna o al hecho de que ya no pudo verla gracias a esa otra joven.
Eran las diez en punto cuando Alessandro camino con naturalidad hacia uno de los guardias que custodiaban los alrededores del sitio. Vestía un elegante esmoquin para hacerse pasar por un invitado más, lo llevaba entre sus cosas porque siempre había una ocasión para usarlo, pero no creyó que debia usarlo en aquella ocasión.El guardia lo miro de arriba abajo y efectivamente supuso que se trataba de un invitado, pero no entendía que hacía por ese lugar, estaba muy lejos de la puerta, por lo que encorvo el ceño.—Disculpe—dijo Alessandro mostrándose algo nervioso ante el hombre, ya que llevaba un arma colgando de su hombro, por supuesto, estaba actuando, pero el guardia debia pensar que su nerviosismo era real—e-estoy un poco perdido. ¿Por dónde puedo entrar?—Siga esta calle y doble a la derecha—le indico el hombre, pero aunque todo parecía indicar que Alessandro era un invitado más, algo a su alrededor le dijo que él estaba mintiendo, quizás porque había llegado a pie—¿Cuál es su nombr
Alessandro se dirigió a los lavabos que tenían un diseño refinado, paso al lado del sujeto sin decir nada y comenzó a lavarse la manos, por supuesto, como excusa para poder quedarse en el sitio mientras su objetivo salía. Ya que no podía quedarse mucho tiempo sin levantarse sospechas, pensó en crear otra justificación para que el guardaespaldas no desconfiara de su presencia. Levanto la vista y miro de reojo, al darse cuenta de que el sujeto lo mirada, bajo la vista y al tomar una toalla que descansaba sobre una canasta rectangular se secó las manos, pero lo hizo lento mientras pensaba en lo que tenía que hacer para poder quedarse un poco más. Arrojó la toalla hacia un contenedor donde los organizadores de aquel evento habían dispuesto para las toallas de mano, porque, por ser un evento de tal distinción, no podían poner servilletas de papel. Casualmente, la toalla quedo mal puesta por lo que camino hacia el contenedor para meterla en su sitio y fue justo en ese momento que el obj
Alessandro abrió los ojos, se había quedado dormido. Había permanecido despierto toda la noche mientras los hombres iban y venían buscando indicios de su paradero, por suerte a nadie se le ocurrió revisar el pequeño lugar donde estaba, precisamente porque era demasiado pequeño y estrecho para que un adulto de su tamaño entrara sin ningún problema, pero precisamente, eran esos lugares los que él escogía para ocultarse porque la ingenuidad llevaba a sus enemigos a ir por caminos diferentes a él, así lograba despistarlos. Había dejado de escuchar ruido y voces, un par de horas atrás, pero no se quiso fiar de sus sentidos, sino de su experiencia para poder sobrevivir. Desde una pequeña abertura creada por el pasar del tiempo sobre la puerta, se podía ver que el sol ya había salido, por lo que pensó que ya era tiempo de irse de ahí y volver al hotel, necesitaba un baño, estaba lleno de polvo de pies a cabeza. Abrió lentamente, teniendo cuidado de no hacer ruido, salió despacio, arrastránd
—Come posso essere cosí stupido?—bramo Alessandro azotando la puerta cuando bajo del auto. Por suerte había logrado escabullirse, por supuesto debia hacerlo porque de lo contrario ese sería el colmo. Él era un aficionado a la velocidad, tenía un hermoso auto deportivo esperándolo en Italia y solía correrlo a entre los 120 km/hr.Escapar no le había costado mucho, a pesar de que el auto parecía tener ciertas fallas, las cuales por suerte él no debia reparar, pero mientras manejaba sintió lástima del dueño del auto, se transportaba en una bazofia de basura, pero probablemente le había hecho un favor al llevarse su auto.Alessandro estaba enfadado porque se había mostrado, es decir, sus enemigos ahora sabían de su presencia y eso significaba que había cometido un error uno muy grande. Él que se jactaba de ser uno de los mejores asesinos de Italia había cometido un error y eso no se lo podía perdonar, porque equivocarse una sola vez bastaba para comenzar a cometer error tras error y mient
Entre Mariana y Lucí, vigilaron por más de media hora al paciente armado, por suerte su ritmo cardiaco, así como su respiración estaba mejorando, pero eso era lo de menos, habían dejado de preocuparse por su estado de salud y se habían enfocado más en el arma. Intentaron seguir consultando a los pocos pacientes que aún esperaban ser atendidos, dos por gripe común y uno por una infección en el estómago. Cuando terminaron de consultar y voltearon el anuncio de cerrado por la hora del almuerzo, ambas espiaron al paciente, seguía durmiendo, pero ni la ambulancia y mucho menos el Doctor Hurtado aparecían para ayudarles a solucionar ese pequeño problema.—¿Cerramos la puerta con seguro y vamos a almorzar?—sugirió Lucí desde la puerta, la verdad es que ya tenía hambre, pero la angustia de saber que un hombre potencialmente peligroso estaba ahí, al lado de ellas, seguramente no le permitiría comer y disfrutar de sus alimentos a gusto.—No—murmuro Mariana—no sabemos como vaya a reaccionar, lo
—Debemos irnos de aquí—le expresó a la chica, después de un par de segundos. Mariana alzo la mirada hacia él, había descubierto sin querer que el hombre si era extranjero y había confirmado que era europeo solo con el acento en su forma de hablar, quizás por lo grave de la situación su cerebro buscaba la forma de distraerse no llorar y pensar en sí misma antes que en otros, como Lucí y las demás personas que vivían en el pueblo que conocía gracias a ese consultorio en medio—seguro volverán.Mariana asintió y se reincorporó sin hacer el menor ruido posible, pero cuando Alessandro dejo de sentir el calor que emanaba su cuerpo, lo invadieron los escalofríos de antes, solo que esta vez eran un poco más moderados que antes, estaba mejorando aunque no había recibido todo el tratamiento, debido al ataque sorpresa que estaba sufriendo el pueblo justo en ese momento, tuvo que quitarse la intravenosa sin pensarlo dos veces para evitar que también se llevaran a la chica que le había salvado la v
Alessandro se sentía débil, pero no iba a permitir que las toxinas que aún corrían por su cuerpo lo detuvieran, él no era ese tipo de persona, él nunca se rendía. Cuando la tuvo de nuevo en sus brazos, sintió un calor inexplicable en las mejillas sobre todo cuando la chica giro en su dirección y sus miradas se cruzaron. Él actuó con agilidad para bajar a la chica porque le resultaba un tanto vergonzosos que sus mejillas enrojecieran por tan poca cosa, quería pensar que ese comportamiento era por causa de su estado de salud. —Vámonos de aquí—sugirió Alessandro caminando por el callejón adelantándose un par de pasos para evitar que la joven médico viera su rostro. Mientras caminaba, mentalmente se reprendió a sí mismo por dejarse llevar por la situación de esa manera, estaba distrayéndose demasiado y eso no debia ocurrir, era un error más que no podía permitirse. Mariana se apresuró para ir a su paso, era alto y prácticamente estaba caminando a zancadas, pensó que tal vez a él no le
—Estás loco—expresó Mariana molesta—eres mi paciente, no pienso dejarte, menos en esta situación.Alessandro creyó que aquella chica debia estar muy asustada como para no querer separarse de él, quizás había encontrado en él un tipo de salvador, pero la verdad era que ella tenía su propio código, uno que no estaba dispuesta a romper con tal de salvar su vida. Mariana era el tipo de doctora de los cuales se les considera escasos, ella si tenía vocación y por ello, temía por la vida de su compañera, Lucia y también por la vida de los habitantes del pueblo que ella conocía, quería hacer algo para salvarlos de esa situación, pero no sabia exactamente que y por supuesto, también estaba la vida de ese sujeto, aunque lo había visto saltar y correr, el aspecto de su rostro indicaba que aún no se encontraba en óptimas condiciones —No pienso discutir contigo, así que has lo que estoy diciendo—insistió Alessandro ignorando su convicción, pensando que la loca ahí, en realidad era ella.—No tengo